Información del libro

Estudio-vida de 2 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-2362-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 13 de 59 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE TRECE

LOS MINISTROS DEL NUEVO PACTO

(6)

Lectura bíblica: 2 Co. 5:9-15

En los capítulos tres y cuatro, Pablo habla de los requisitos que uno tiene que cumplir para ser ministro del Nuevo Testamento. El primero es que el Dios Triuno se forje en uno hasta llegar a ser su propia constitución. Este requisito es fundamental. Llegamos a ser competentes, suficientes, equipados y aptos para ser ministros del nuevo pacto al permitir que se forje plenamente en nosotros el Dios Triuno, quien ahora es el Espíritu vivificante todo-inclusivo. Al forjarse en uno esta persona maravillosa, la eficacia de la muerte todo-inclusiva de Cristo opera en él poniéndole fin a la vieja creación y aniquilando la carne y la vida natural.

La constitución forjada en los apóstoles contiene varios factores o elementos, los cuales son tipificados por las especias usadas para preparar el ungüento de Éxodo 30. Uno de estos factores es la eficacia de la muerte de Cristo. A diario este elemento, este factor, opera en los apóstoles. Por esta razón, en su diario vivir no hay nada que pertenezca a la vieja creación: no está el yo, la carne, ni la vida natural. Este elemento aniquilador se puede comparar a un antibiótico usado para eliminar microbios.

Además del factor que pone fin a la vieja creación, existe otro factor, un factor positivo, a saber, el factor de la resurrección. Este ingrediente no solamente incluye la divinidad, sino también la humanidad resucitada y elevada de Cristo. El propio Cristo resucitado es la resurrección.

El Espíritu vivificante y todo-inclusivo es el Dios procesado. El Dios procesado como Espíritu vivificante incluye la divinidad, la humanidad, la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. Por tanto, el hecho de que el Dios Triuno se forje en nosotros hasta ser nuestra propia constitución es muy importante. Dios se procesó y nosotros hemos recibido un nuevo elemento constitutivo. Dios se procesó por medio de la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. Hoy en día, el Cristo resucitado es también el Cristo ascendido, el Cristo exaltado y entronizado.

Una persona puede recibir el beneficio de la medicina sin conocer todos los ingredientes que ella contiene. Asimismo, aunque ayuda conocer todos los elementos del Espíritu vivificante todo-inclusivo, podemos beneficiarnos de estos ingredientes aun cuando no los conozcamos. Sencillamente debemos tomar la “dosis” del Espíritu. Entonces los elementos de la muerte y la resurrección operarán dentro de nosotros. A medida que la resurrección opera en nosotros, llegamos a ser celestiales, somos fortalecidos y recibimos autoridad. El ingrediente de la resurrección a menudo actúa en nosotros aun cuando no estamos conscientes de ello. Esto se compara a la manera en que un antibiótico ejerce su acción en nuestro organismo aunque no nos demos cuenta de ello. Ahora mismo el ingrediente de la resurrección está operando en nosotros.

Pablo, en cuanto a su vivir, poseía la humanidad más elevada. De hecho, su humanidad era una expresión del vivir humano de Jesús. La vida de Jesús se había forjado en él, y por tanto, él era un a ser humano apropiado, es decir, llegó a expresar la humanidad de Jesús. Cuando lleguemos a los demás capítulos de este libro, veremos cuán extraordinaria era la humanidad de Pablo.

Hemos señalado que el requisito fundamental que un ministro del nuevo pacto tiene que cumplir es que en él sea forjado el Dios Triuno procesado hasta que Él mismo haya llegado a ser la propia constitución de dicho ministro. La constitución es la base, el fundamento, de los requisitos que tiene que cumplir. Hoy nosotros también necesitamos este fundamento. Para hacer o aprender cualquier cosa, necesitamos una base. Si deseamos ser ministros del nuevo pacto, debe haber en nosotros la debida constitución como requisito fundamental.

El segundo requisito que los ministros del nuevo pacto tienen que cumplir es que ellos se conduzcan de manera que hace resplandecer el evangelio. Su conducta y comportamiento son productos de su constitución. Debido a que poseen cierta constitución, llevan una vida que manifiesta la verdad y que irradia la gloria del evangelio. Los apóstoles no necesitaban hacer nada para resplandecer. No; sin estar conscientes y sin proponérselo, sencillamente por la manera en que vivían, se producía un resplandor que surgía de su ser. Su constitución llegó a ser su resplandor. Por ejemplo, el carbón no puede resplandecer, pero una moneda de oro sí resplandece. Existe una diferencia de constitución entre el carbón y el oro. Los apóstoles, debido a su constitución, irradiaban la gloria del evangelio. No necesitaban predicar, porque su ser resplandecía.

Debido a que este resplandor provenía de su ser, de su propia constitución, la manera en que se conducían no era una actuación. Hoy en día, las personas a menudo se conducen según la ocasión. Esta conducta es una actuación. Por ejemplo, en algunas ocasiones tal vez se conducen con orgullo, como si fuesen dignatarios, y en otras, se conducen humildemente como si fueran subalternos. Todo esto es una actuación. Pero los que están capacitados como ministros del nuevo pacto no se comportan de esta manera. Por el contrario, su comportamiento, basado en su constitución interna, es genuino. Éste es el segundo requisito que un ministro del nuevo pacto tiene que cumplir.

Aspiro a seguir el ejemplo de Pablo. Por la misericordia del Señor, no quiero llevar a cabo ninguna actuación; deseo que mi comportamiento emane de mi constitución.

Tercero, los apóstoles llevaban una vida crucificada. Ellos eran molidos diariamente. Así como Jesús de Nazaret llevó una vida crucificada, los apóstoles también llevaban esa clase de vida. El Señor Jesús fue crucificado durante toda Su vida. Él llevó una vida crucificada desde que nació en el pesebre. Luego, a lo largo de Sus años, se le crucificó continuamente. A Él se le puso en el molino, se le aniquiló, se le dio muerte. Pero este aniquilamiento le brindó la oportunidad de manifestar la vida de resurrección que estaba dentro de Él. Antes de que Cristo fuera clavado en la cruz, ya había llevado una vida crucificada. Asimismo, antes de que fuera resucitado, la vida de resurrección ya se había manifestado en Él.

Los apóstoles, al llevar a cabo su ministerio, por una parte eran cautivos en el desfile triunfal del Señor, y por otra, eran personas crucificadas, personas que llevaban a diario una vida crucificada. A ellos les daban muerte, los crucificaban, no sólo los opositores, sino también los creyentes. Al leer el libro de 1 Corintios podemos ver que los creyentes corintios ponían en la cruz a los apóstoles. Ésta fue la razón por la cual Pablo dijo: “Cada día muero” (1 Co. 15:31). A diario se le daba muerte. Esto es llevar una vida crucificada con miras a manifestar la vida de resurrección y a la verdad de todo lo que ministraban los apóstoles a los demás.

Los apóstoles eran molidos, y a consecuencia de esto, su hombre exterior era consumido. Sin embargo, al mismo tiempo eran renovados en el hombre interior. El Dios Triuno se había forjado en ellos de modo que Él mismo llegó a ser la constitución de ellos, ellos se conducían según esta constitución con miras a hacer resplandecer la gloria del evangelio, y llevaban una vida crucificada que consumía su hombre exterior y renovaba su hombre interior. Éstos eran los requisitos que tenían que cumplir para ser ministros del nuevo pacto.

Espero que estos asuntos dejen una profunda impresión no sólo en los que llevan la delantera en las iglesias, sino también en todos los santos, incluyendo a los jóvenes. No piensen que son demasiado jóvenes como para experimentar estas cosas. Sí, hice notar que se necesitan muchos años para que el Señor se forje en uno, pero también es cierto que el Señor puede usar aun a los que son jóvenes. Puedo testificar que al poco tiempo de ser salvo, el Señor empezó a usarme, pues yo tenía cierta medida de constitución divina. Esta constitución es la base, el fundamento, para que el Señor nos use como ministros del nuevo pacto. Esta constitución afecta nuestro comportamiento. Cuando fui salvo, se produjo un cambio en mi constitución interior, y espontáneamente comencé a comportarme según esa constitución. Aunque nunca me enseñaron a llevar una vida crucificada, empecé automáticamente a llevar esa clase de vida. Como resultado, temprano en mi vida cristiana llegué a ser un pequeño ministro del nuevo pacto.

Ser ministro del nuevo pacto es algo gradual. Todos podemos ser ministros del nuevo pacto, mientras tengamos la debida constitución y nos conduzcamos conforme a ella y llevemos una vida crucificada con los elementos de la resurrección y la ascensión. Entonces, todos nosotros, hermanos y hermanas, podremos ser usados por el Señor como pequeños ministros del nuevo pacto.

Al final del capítulo cuatro, vemos que Pablo ha enumerado plenamente las aptitudes de los ministros del Nuevo Testamento. En 5:1 él expresa su aspiración, su deseo y anhelo, de ser arrebatado. Pablo era una persona madura y, como tal, él estaba listo para ser arrebatado. Era como el trigo maduro que está listo para la cosecha. Este trigo es dorado, ya no es verde, y por tanto, está listo para ser cosechado.

Esta manera de entender el arrebatamiento difiere mucho de las doctrinas “azucaradas” de hoy en día. D. M. Panton señaló en una ocasión que los predicadores de hoy a menudo regalan a la gente “boletos de admisión” que no serán aceptados por los que están a la “puerta” vigilando quién entra. Sí, tal vez usted posea un “boleto”, pero un día se descubrirá que dicho “boleto” no es válido, que es inaceptable. A los cristianos de hoy les dan “boletos” que, según ellos, les garantizan ser arrebatados. Pero un día se darán cuenta de que han sido engañados. El arrebatamiento depende de la madurez. ¿Qué agricultor cosecharía granos que todavía están tiernos y verdes? Ningún agricultor haría eso. Por el contrario, él permitiría que esos granos tiernos permanezcan en el campo y crezcan hasta que estén listos para la cosecha. Pablo era una persona madura en Cristo, madura en vida. Por tanto, él ciertamente estaba listo para ser arrebatado. Sin embargo, en la época de Pablo no muchos creyentes habían alcanzado la madurez. Por esta razón, no se pudo segar la cosecha. Aun después de mil novecientos años, el Señor Jesús aún no ha venido. Este retraso obedece a que no muchos han madurado en vida.

Muchos creyentes no tienen el deseo ni el anhelo sincero de ser arrebatados. Esta falta de deseo se debe a que ellos no están maduros. Por ejemplo, los niños sólo desean jugar y divertirse; pero al crecer y madurar, desean graduarse de la escuela, tener un buen trabajo, casarse y criar una familia. El deseo siempre va relacionado con la madurez. Un niño tiene deseos sencillos porque carece de crecimiento y obviamente de madurez. Pero cuanto más crezcamos y maduremos, más profundos y más elevados serán nuestros deseos. Si usted afirma tener el deseo de ser arrebatado, de ser revestido de un edificio celestial, debe pasar por 2 Corintios 4. Únicamente hasta después de experimentar este capítulo, podremos tener ese deseo. De lo contrario, seremos como niños de kinder que afirman tener el deseo de graduarse de la universidad.

En 5:1, Pablo habla de “nuestra morada terrestre, este tabernáculo”, una expresión muy particular. En la Biblia, la palabra tabernáculo es una expresión especial que alude a la morada de Dios. El hecho de que Pablo usara esta palabra en 5:1 indica que nuestra morada es también la morada de Dios. Además, este tabernáculo no es solamente una morada para Dios y nosotros, sino que también es un lugar donde adoramos a Dios. Hoy nuestro cuerpo físico es un tabernáculo, un templo. Nuestro cuerpo físico, en el cual mora nuestra persona, no sólo nos sirve para vivir, sino también para adorar a Dios. Ésta es la razón por la cual Pablo se refiere a nuestro cuerpo como “nuestra morada terrestre, este tabernáculo”.

El pensamiento de Pablo es profundo y está plenamente saturado de Dios. El ciertamente era maduro; por eso anhelaba ser arrebatado. No deseaba estar desnudo, sino ser revestido de un cuerpo transfigurado. Cuando usted sienta ese anhelo, esa aspiración, entonces será un creyente maduro, un creyente listo para ser arrebatado, para ser cosechado.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top