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Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 15 de 68 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS

MENSAJE QUINCE

LA IGLESIA EN FILADELFIA:
ARREBATADA ANTES DE
LA GRAN TRIBULACION
Y PUESTA COMO COLUMNA
EN EL TEMPLO DE DIOS

En este mensaje llegamos a la iglesia en Filadelfia, la iglesia en proceso de ser recobrada (3:7-13). En griego, Filadelfia significa amor fraternal. La iglesia en Filadelfia prefigura la vida adecuada de iglesia recobrada por los Hermanos, a quienes el Señor levantó en Inglaterra a principios del siglo diecinueve. Tal como la iglesia reformada, representada por la iglesia en Sardis, fue una reacción a la Iglesia Católica apóstata, representada por la iglesia en Tiatira, así también la iglesia del amor fraternal fue una reacción a la iglesia reformada muerta. Esta reacción continuará como testimonio contra el catolicismo apóstata y el protestantismo degradado hasta que el Señor regrese.

I. EL QUE HABLA

A. El Santo, el Verdadero

El versículo 7 dice: “Esto dice el Santo, el Verdadero”. Para la iglesia del amor fraternal, el Señor es el Santo, el Verdadero, por quien y con quien la iglesia recobrada puede ser santa, separada del mundo, veraz y fiel a Dios.

B. El que tiene la llave de David

Para la iglesia recobrada, el Señor también es el que tiene “la llave de David” (v. 7), la llave del reino, con la cual puede abrir y cerrar. Pocos conocen el significado de la expresión “la llave de David”. De acuerdo con Génesis 1, cuando Dios creó al hombre, le dio dominio sobre todas las criaturas. Esto indica que en el propósito de Dios, el hombre sería el poder que representaría a Dios en la tierra. Sin embargo, debido a la caída, el hombre perdió este poder y nunca lo ha recobrado completamente. El hombre no ha recuperado el dominio en la tierra para poder representar a Dios. En las vidas de Adán, Abel, Enós, Enoc y Noé no vemos este poder. Tampoco lo vemos en las vidas de Abraham, Isaac y Jacob. Sólo lo vemos cuando el pueblo escogido, los hijos de Israel, entró en la buena tierra y construyó el templo. Aparentemente el templo fue construido por Salomón; pero en realidad fue construido por David. Recuerde lo que se revela en Génesis 1:26. Dios hizo al hombre a Su propia imagen para que éste lo expresara y le dio Su dominio para que pudiera representarlo. El templo está relacionado con la imagen de Dios, puesto que por ser Su casa es Su expresión. El templo fue construido en la ciudad. El templo representa la expresión de Dios, y la ciudad representa el dominio de Dios. La imagen y el dominio revelados en Génesis 1 se cumplen, en cierta medida por lo menos, en el templo y la ciudad. En el templo tenemos la presencia de Dios, Su expresión, y en la ciudad tenemos el dominio de Dios. El rey de Dios gobierna la ciudad en representación del gobierno de Dios sobre la tierra.

Este es el trasfondo necesario para entender lo que significa la llave de David. La llave que tiene David es la llave de todo el dominio de Dios. El dominio de Dios incluye el universo entero, especialmente el género humano. Este dominio tiene una llave, que está en manos de la persona que peleó por el reino e hizo los preparativos para el templo. El nombre de esta persona es David. David representaba a Dios en cuanto al establecimiento del reino de Dios en la tierra. Por consiguiente, él tiene la llave del dominio de Dios en el universo. Sin embargo, David era solamente el tipo, no la realidad. El verdadero David es Cristo, el gran David. Cristo construyó el templo de Dios, la iglesia, y estableció el reino de Dios. De manera que hoy en la iglesia tenemos la casa y el reino, o sea, la expresión y la representación de Dios. Cristo como el gran David construyó la casa de Dios, el templo verdadero, y estableció el reino de Dios, el dominio en el cual ejerce completa autoridad para representar a Dios. Así que El tiene la llave de David. La llave de David representa a Dios y abre todo el universo para El. Cristo tiene la llave de David. Esto significa que Cristo es el centro de la economía de Dios. El representa y expresa a Dios, y tiene la llave para abrir todo lo que hay en el dominio de Dios.

C. El que abre y cierra

El versículo 7 también dice que Cristo es “el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre”. Debido a que la llave del universo, la llave de la economía de Dios, está en Sus manos, El abre y cierra.

Como ya dijimos, casi nada de lo que encontramos en el libro de Apocalipsis es nuevo; la mayor parte es el cumplimiento de cosas reveladas en el Antiguo Testamento. Esto también es cierto al referirnos a la llave de David. Isaías 22:22-24 es una profecía acerca de Cristo como el que tiene la llave de David. El pensamiento profundo de lo que significa la llave de David se halla en Isaías. En Isaías 22 se profetizó que Cristo no solamente tenía la llave de David, sino que también sería un clavo o una clavija. Pocos cristianos han oído que Cristo es un clavo. Si usted considera el contexto de Isaías 22 y si lee el contexto de lo que se dice en Apocalipsis 3 acerca de Cristo como el que tiene la llave de David, comprenderá que Cristo tiene la llave de David para abrir la casa de Dios, para abrir el edificio de Dios. El tema crucial de Isaías 22 es la casa de Dios. La epístola a la iglesia en Filadelfia, en realidad habla de la Nueva Jerusalén. Los vencedores que hay en la iglesia de Filadelfia serán columnas en el templo de Dios, y el templo de Dios finalmente vendrá a ser la Nueva Jerusalén. De acuerdo con Apocalipsis 21:22, en la Nueva Jerusalén no hay templo, y esto se debe a que en la eternidad, el templo será agrandado hasta convertirse en una ciudad, cuyas tres dimensiones son iguales (21:16), y será el agrandamiento del Lugar Santísimo. Esto es la consumación de la casa de Dios. Cristo tiene la llave de David, pelea la batalla por Dios, edifica el templo y establece el reino de Dios, con miras al edificio de Dios.

Cristo tiene la llave de David, con la cual abre y cierra, no para que seamos santos y espirituales, sino para que seamos edificados. El no se preocupa por lo que nosotros llamamos espiritualidad y santidad, sino por nuestra edificación. En estos dos siglos, algunas personas han afirmado ser santas y espirituales. Aunque tuvieron cierta visión, el alcance de su vista era bastante corto. La santidad no tiene como fin que uno sea santo, y el objeto de la espiritualidad no es que uno sea espiritual. Tanto la santidad como la espiritualidad son útiles para hacernos columnas en el templo de Dios. Al final no se nos va a llamar espirituales ni santos, sino la Nueva Jerusalén. En 3:12 el Señor no dijo: “Escribiré sobre él santidad”, ni “Escribiré sobre él espiritualidad”; El dijo: “Escribiré sobre él el nombre de Mi Dios, y el nombre de la ciudad de Mi Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de Mi Dios, y Mi nombre nuevo”. Lo que tenemos aquí no es santidad ni espiritualidad, sino a Dios y a la Nueva Jerusalén. El propósito de Dios no consiste en hacernos santos o espirituales, sino en hacernos parte de la Nueva Jerusalén. Dios ya tiene toda la santidad que necesita, pero aún no tiene la Nueva Jerusalén. El deseo de Dios no es tener más espiritualidad; El busca la Nueva Jerusalén. Dios desea una iglesia edificada. El quiere la Bet-el de hoy, la casa de Dios, la cual tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén. ¿Está usted dispuesto a recibir esta visión?

Cuando vi esta luz hace dieciocho años, recalqué firmemente que Dios no quiere espiritualidad. Algunos opositores sacaron esta expresión de su contexto y dijeron: “Escuchen, Witness Lee dice que no necesitamos espiritualidad y que Dios no quiere espiritualidad”. En ese mensaje repetí una y otra vez que la espiritualidad que no edifique la casa de Dios no es genuina. Nuestra espiritualidad debe ser probada por la vida de la iglesia. Si nuestra espiritualidad no encaja dentro de la vida de la iglesia, entonces es una espiritualidad anormal. No suministra nada al Cuerpo, y por ende, es un cáncer. Muchas de las personas que consideramos espirituales son como el cáncer. El cáncer es una enfermedad de las células del cuerpo. Las células, a diferencia de los microbios, son parte del cuerpo, y no tienen nada malo. Pero si las células no conservan el equilibrio y se concentran en un solo sitio, constituirán un cáncer. La espiritualidad que no puede ser probada, corregida, equilibrada, y que no encaja dentro de la edificación de la iglesia es un cáncer.

El que habla a la iglesia en Filadelfia tiene la llave de David, no para hacernos santos y espirituales, sino para juzgarnos a fin de transformarnos y edificarnos. Una vez que hayamos sido edificados, Cristo se hará como un clavo para nosotros, y seremos los vasos colgados de El. Primero Cristo tiene la llave de David, y al final nos tendrá a nosotros. Cristo usó la llave para abrir la puerta de nuestra prisión. Antes de venir a la vida de la iglesia, estábamos encarcelados. Algunos, por ejemplo, estaban encerrados en el calabozo del catolicismo. Pero dondequiera que hubiésemos estado, Cristo, el que tiene la llave de David, abrió nuestra cárcel y nos libertó. En nuestra experiencia todas las puertas que Cristo abrió eran puertas de cárceles. Aunque los opositores hacen lo posible por encarcelarnos y hacer de la iglesia una cárcel, la llave que está en la mano de Cristo nos libra. Por ser el David de hoy, El tiene la llave para abrir cualquiera cosa que Dios desee abrir. Una vez que abre la puerta y nos liberta, nosotros entramos en la casa de Dios donde formamos parte de la familia y junto con muchos vasos estamos sostenidos por Cristo como el clavo. Si permanecemos metidos en nuestra mente, no nos daremos cuenta de que estamos sostenidos de esta manera. De manera que Cristo es el clavo en la casa de Dios, y como tal nos sostiene por encima de la tierra.

En primer lugar, Cristo usa la llave para libertarnos de la cárcel. Después de libertarnos y de introducirnos en la casa de Dios, El viene a ser el clavo que nos sostiene sobre la tierra. El hace esto con el fin de que podamos ser transformados en una columna de la casa de Dios. Al final nosotros, las columnas, seremos parte de la Nueva Jerusalén. Como veremos más adelante, el hecho de que Cristo escriba el nombre de la Nueva Jerusalén sobre nosotros, significa que hemos sido transformados en parte de la Nueva Jerusalén. Si usted ve esto, su perspectiva cambiará. Es posible que anteriormente hayamos buscado espiritualidad o santidad, pero lo hacíamos sin ninguna meta. Dios no era nuestra meta. No habíamos visto que el objeto de la santidad y la espiritualidad es el edificio de Dios. En la actualidad, Cristo, el verdadero David, usa la llave para sacarnos de la cárcel. Luego nos conduce a la casa de Dios para que seamos transformados en columnas y en parte de la Nueva Jerusalén. En esto consiste la vida de la iglesia, y éste es el templo de Dios. En este templo nuestro Cristo es un gran clavo que nos sostiene pendiendo sobre la tierra para que Dios obtenga Su edificio.


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