Información del libro

Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 65 de 68 Sección 1 de 5

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS

MENSAJE SESENTA Y CINCO

LA NUEVA JERUSALEN
(7)

XVIII. SU CENTRO

Toda nación tiene un centro, y éste es su capital, su sede de gobierno. La Nueva Jerusalén también tiene un centro, que es el trono de nuestro Dios redentor, es decir, el trono de Dios y del Cordero (22:1).

Ya dimos a entender que en la primera sección de este libro (1:1—11:19) el centro es el trono de Dios, y en la segunda (12:1—22:21) es el templo de Dios. También examinamos la expresión “salió una gran voz del templo desde el trono” (16:17, véanse los mensajes cuarenta y nueve y cincuenta, páginas 552-554, 556-557, 559-560). Al final del libro de Apocalipsis, el trono de Dios está en el templo. Así que el trono y el templo se han hecho uno solo.

Nuestro Dios no sólo lleva a cabo Su administración en el trono ni sólo se expresa en el templo, sino que es el mismo Dios que está en el trono y en el templo expresándose en Su administración. Desde el trono Dios efectúa Su administración, y desde el templo El se expresa. El hecho de que el trono esté en el templo significa que la administración de Dios lo expresa a El. Dios lo administra todo con el fin de expresarse. En la eternidad futura el trono de Dios estará en el centro de la Nueva Jerusalén, y Su expresión se extenderá a la circunferencia. Por consiguiente, nuestro Dios es tanto el Dios que administra como el Dios que se expresa.

A. El trono de Dios y del Cordero

Apocalipsis 22:1 dice: “Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle”. El trono de Dios y del Cordero, un solo trono compartido por ambos, indica que Dios y el Cordero son uno solo, el Dios-Cordero, el Dios que redime, Dios el Redentor. En la eternidad el propio Dios que se sentará en el trono es nuestro Redentor, de cuyo trono brotará el río de agua de vida, que nos abastecerá y satisfará. Esto muestra cómo el Dios Triuno —Dios, el Cordero y el Espíritu—, representado por el agua de vida, se imparte en Sus redimidos bajo Su gobierno (implícito en la autoridad del trono) por la eternidad.

Observe que no hay dos tronos, uno para Dios y otro para el Cordero. Según los términos tradicionales usados en la cristiandad, la alusión a Dios y el Cordero, significa que hay dos personas distintas en el trono. ¿Cómo pueden sentarse Dios y el Cordero en el mismo trono? ¿Acaso están sentados el uno al lado del otro? En 21:23 encontramos un indicio de la respuesta correcta a estas preguntas. En este versículo Dios es comparado con la luz, y el Cordero con una lámpara. La luz y la lámpara no pueden separarse, y tampoco pueden estar la una junto a la otra. La luz brilla desde la lámpara. Por lo tanto, Dios, la luz, está en el Cordero, la lámpara. Dios y el Cordero no están sentados el uno al lado del otro, sino que el mismo Dios está en el Cordero como la lámpara y brilla en El.

Me gustaría oír lo que dirían los que se oponen a nosotros basándose en la enseñanza tradicional sobre la Trinidad, para explicar cómo es posible que Dios y el Cordero estén en el mismo trono. Es mejor no usar el término persona, pues al usarlo nos confundiríamos y no entenderíamos bien la Biblia de acuerdo con la palabra pura. La Biblia revela que Dios es la luz y que el Cordero es la lámpara. Puesto que la luz está en la lámpara, no son entidades separadas, sino una sola entidad con dos aspectos. Es muy difícil explicar la Trinidad con palabras humanas, debido a que simplemente no tenemos el vocabulario ni la terminología para expresarlo como es debido. Aunque no tenemos las palabras apropiadas, tenemos un cuadro donde Dios es la luz y Cristo, el Cordero, es la lámpara. El hecho de que los dos estén sentados en un solo trono indica que no son dos, sino uno solo.

El que está sentado en el trono es tanto el Dios que creó como el Cordero que redime. De modo que podemos llamarlo el Dios-Cordero, lo cual significa que es el Dios redentor, y El está en el trono llevando a cabo Su administración para poder impartirse en Sus redimidos.

B. En la cumbre de la montaña de oro

El trono que se halla en la Nueva Jerusalén está en la cumbre de la montaña de oro. La calle de la ciudad conduce al trono. El Señor Jesús vino a la tierra desde Su trono para introducir a Dios en el hombre. Este es el Dios Triuno que brota de Sí mismo para llegar a la humanidad. Cuando lo recibimos, fuimos bautizados en El. El bautismo es la verdadera entrada en el Dios Triuno (Mt. 28:19), y la entrada al Dios Triuno es el acceso inicial a la Nueva Jerusalén. Inmediatamente después que pasamos por las puertas de perla, nos encontramos en la calle de oro que nos guía hacia arriba, al trono de Dios.


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