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Estudio-vida de Efesiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0334-7
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

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ESTUDIO-VIDA DE EFESIOS

MENSAJE CUARENTA Y OCHO

UNA VIDA QUE NO CONTRISTA
AL ESPIRITU SANTO DE DIOS

En este mensaje llegamos a 4:25-32. En 4:17-24 Pablo presenta los principios básicos de la vida que debemos llevar en nuestro andar diario. En los versículos 22 y 24 vemos que el requisito para aprender a Cristo es despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo. Una vez satisfecha esta condición, podremos llevar una vida llena de realidad, una vida que expresa a Dios al irradiar Su luz.

I. UNA VIDA EN LA QUE APRENDEMOS A CRISTO

En los versículos del 25 al 32 se da la descripción de la vida diaria práctica en la que se aprende a Cristo. Al hablar de esta vida, Pablo entra en muchos detalles. Menciona cosas tales como el enojo, el robo, la amargura, la ira, la gritería, la maledicencia, la malicia, la ternura y el perdón. Aunque es fácil ver estos detalles, resulta difícil discernir dos asuntos importantes sobre los cuales Pablo basa lo que dice, a saber, la verdad y la gracia. La exhortación de Pablo en los versículos 17-32 tiene la verdad y la gracia como elementos básicos (vs. 21, 24, 25 y 29). Pablo deseaba que lleváramos una vida como la de Jesús, llena de gracia y de realidad (Jn. 1:14, 17). La gracia es el Dios que nos es dado como nuestro disfrute, y la verdad es el Dios que se revela a nosotros como nuestra realidad. Cuando vivimos y hablamos la verdad (Ef. 4:21, 24), expresamos a Dios como nuestra realidad, y otros lo reciben como gracia para su deleite (v. 29).

En el Nuevo Testamento, la gracia y la verdad van juntas. Juan 1:14 declara que el Verbo se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros, lleno de gracia y de realidad [verdad], y el versículo 17 dice que la gracia y la realidad [verdad] vinieron por medio de Jesucristo.

La gracia y la verdad forman un par, lo mismo que el amor y la luz. La gracia y la verdad aparecen en el Evangelio de Juan, mientras que el amor y la luz se revelan en 1 Juan (4:16; 1:5). La gracia es la expresión del amor, y el amor es la fuente de la gracia. Según el mismo principio, la verdad es la expresión de la luz, y la luz es la fuente de la verdad. En el corazón de Dios hay amor; cuando este amor se expresa, se convierte en gracia. Asimismo, en Dios hay luz, y cuando esta luz resplandece, se convierte en verdad. Cuando trazamos el origen de la gracia y de la verdad, el cual es Dios mismo, entramos en el amor y en la luz.

Ya mencionamos que la exhortación de Pablo en 4:17-32 incluye tanto la verdad como la gracia. La verdad se menciona claramente [como la realidad], mientras que la gracia está algo escondida; está implícita en los detalles que Pablo abarca con relación al diario vivir. Si nos falta la gracia, no podremos satisfacer la norma relacionada con dichos detalles. Los principios por los cuales aprendemos a Cristo están relacionados con la verdad, con la realidad, mientras que los detalles tienen que ver con la gracia. Si deseamos ser conformados a la imagen de Cristo, es decir, si vamos a aprender a Cristo, necesitamos tanto los principios como los detalles. Si tenemos la verdad, tenemos los principios, y si tenemos la gracia, alcanzaremos la norma en todos los detalles.

Pablo dice que aprendemos a Cristo conforme a la realidad que está en Jesús (4:21). El patrón, el molde, establecido por el Señor Jesús, es la verdad, la realidad. La verdad es el principio básico; el principio básico es el patrón; y el patrón tiene que ver con el hecho de que nos despojamos del viejo hombre y nos vestimos del nuevo. En los versículos del 17 al 24 tenemos el principio básico del vivir renovado necesario para aprender a Cristo. Este principio es la verdad y la realidad, que alude a la vida que el Señor Jesús vivió cuando estuvo en la tierra. Este vivir fue uno en el que el Señor siempre se despojaba de Su propia vida y se vestía de la vida del Padre. Así era la vida de Jesús, y esta vida es la verdad que constituye el principio que rige una vida de aprender a Cristo. Según este principio, nos despojamos del viejo hombre y nos vestimos del nuevo.

Cada aspecto de nuestro vivir cotidiano debe ser gobernado por este principio, y no por una norma ética. Por ejemplo, nuestras conversaciones no deben ser gobernadas por normas éticas, sino por el principio neotestamentario que consiste en que nos despojamos del viejo hombre y nos vestimos del nuevo. Este principio debe regir aun nuestra risa y nuestro llanto. Este principio es mucho más elevado que cualquier norma ética.

Cuando fuimos bautizados nos despojamos del viejo hombre y nos vestimos del nuevo, el cual es la vida de iglesia. Ahora nuestro vivir diario en la vida de iglesia debe conformarse al principio de la verdad, al molde de la vida de verdad que el Señor Jesús estableció con Su vivir. Según este principio, fuimos enseñados conforme a la realidad que está en Jesús.

Los detalles de nuestra vida diaria están relacionados con la gracia. En cada aspecto de nuestro diario vivir necesitamos la gracia. La gracia es Dios mismo en Cristo como nuestro disfrute. Debemos permitir que este disfrute quite de nosotros todos los elementos negativos mencionados en el versículo 31, uno de los cuales es la amargura. Sin la gracia, no podremos librarnos de la amargura. Pero si tenemos a Dios en Cristo como nuestro disfrute, la amargura desaparecerá. Cuando tenemos suficiente gracia, podemos decir: “Estoy lleno del Cristo que es mi disfrute. Puesto que estoy rebosando de gracia, en mí no tiene cabida ningún tipo de amargura”.

Sólo cuando estamos llenos de gracia podemos eliminar de nosotros las cosas negativas. Tomemos como ejemplo el chisme. Si nos gusta chismear, se debe a que nos falta más gracia. Si estuviéramos llenos de gracia, no buscaríamos deleitarnos en el chisme; al contrario, estaríamos contentos con el gozo que se halla en Cristo. Cuando estamos llenos de gracia, y Cristo es todo para nosotros, no tenemos necesidad de buscar satisfacción en otras cosas.

Sólo por medio de la gracia podemos llevar una vida conforme a la norma divina en todos los detalles que Pablo menciona en estos versículos. Si estamos llenos de gracia, en lugar de amargura, ira, enojo y gritería, tendremos bondad, paciencia, misericordia, perdón y amor. Estas cualidades no son el fruto de nuestro propio esfuerzo, sino que proceden de Cristo, quien es nuestro disfrute. Cuando disfrutamos a Cristo, no tenemos ganas de pensar en la amargura, la ira, el enojo o la gritería; más bien, deseamos tener bondad, paciencia, perseverancia, ternura, misericordia, amor, y otras virtudes y cualidades. ¡Qué diferente es nuestra vida diaria cuando estamos contentos y satisfechos como resultado de disfrutar a Dios en Cristo como gracia!


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