Información del libro

Estudio-vida de Deuteronomiopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-6649-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 11 de 30 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE DEUTERONOMIO

MENSAJE ONCE

EL LUGAR ESCOGIDO POR DIOS:
EL TERRENO ESPECÍFICO
PARA LA ADORACIÓN A DIOS

Lectura bíblica: Dt. 12:1-32

En este mensaje quisiera decir algo más acerca del encargo que Moisés hizo a los hijos de Israel con respecto a la manera de adorar a Dios.

ACEPTAR LO QUE DIOS HA ESCOGIDO

La ley proclamada nuevamente en 5:1—11:32 es un tanto general, pero en 12:1-32 es muy específica. Este capítulo hace hincapié en el requisito de aceptar lo que Dios ha escogido en cuanto al centro de adoración. Una y otra vez se nos dice que vayamos al “lugar que Jehová vuestro Dios escoja” (vs. 5, 11, 14, 18, 21, 26). En lugar de aferrarnos a nuestras preferencias, debemos aceptar el lugar que Dios ha escogido, el cual constituye el terreno único, el lugar apropiado para adorar a Dios.

GUARDAR LA UNIDAD DEL PUEBLO DE DIOS

¿Por qué fue Moisés tan específico en el capítulo 12 con respecto al requisito de ir al lugar que Dios había escogido? Moisés fue muy específico en este asunto porque esto se relaciona con guardar la unidad del pueblo de Dios. Si no hubiese habido tal terreno específico para la adoración a Dios, los hijos de Israel se habrían dividido. Supongamos que cada una de las doce tribus hubiera tenido la libertad de escoger un lugar de adoración. Sin duda alguna, cada tribu habría escogido un lugar dentro de su propio territorio, y espontáneamente se habrían producido doce divisiones. Ésta fue la razón por la que a los hijos de Israel les fue terminantemente prohibido escoger el lugar para la adoración a Dios. Moisés les dijo repetidas veces que ellos debían ir al lugar que Dios había escogido y adorar a Dios allí. “El lugar que Jehová vuestro Dios escoja de entre todas vuestras tribus para poner allí Su nombre, es decir, Su habitación, ése buscaréis, y allí iréis. Allí llevaréis vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos y la ofrenda elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas voluntarias y los primogénitos de vuestras vacas y de vuestras ovejas” (vs. 5-6).

Los hijos de Israel tenían que ir al lugar que Dios había escogido, aun cuando, para muchas tribus, el trayecto era largo y difícil. Tres veces al año los israelitas, con sus familias, tenían que ir al lugar que Dios había escogido. Además, ellos tenían que llevar allí sus diezmos y sus ofrendas, incluyendo el ganado. Según lo que se narra en el Antiguo Testamento, la unidad entre los hijos de Israel fue resguardada por el hecho de venir al centro de adoración escogido por Dios.

El salmo 133 nos habla acerca de guardar la unidad. Este salmo es uno de los cánticos de ascenso gradual (Sal. 120—134), cánticos que los hijos de Israel cantaban mientras ascendían el monte Sion para adorar a Dios. Mientras ascendían, cantaban: “¡Mirad cuán bueno y cuán agradable es / habitar los hermanos en unidad!” (133:1). A esta unidad se le compara con “el aceite fino sobre la cabeza / el cual descendió sobre la barba, / la barba de Aarón, / que bajó hasta el borde de sus vestiduras” (v. 2). También se le compara con el “rocío del Hermón / que descendió sobre los montes de Sion” (v. 3). El salmo 133 nos presenta un hermoso cuadro de la unidad del pueblo de Dios, la unidad que ellos debían guardar al venir a adorar a Dios en el lugar de Su elección.


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