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Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 74 de 120 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE SETENTA Y CUATRO

BAJO LA MANO DE DIOS
(8)

Génesis 32 y 33 contienen una experiencia muy extraña en la vida de Jacob, el escogido. Ya hicimos notar que Jacob no confiaba en el Señor. Desde que nació, se valió de su habilidad natural y obró por su propia cuenta. En el capítulo treinta y uno, huyó de Labán, y Dios lo libró de la mano usurpadora de éste. Labán contó a Jacob que Dios le había advertido que no le hiciera ningún daño; por esta razón, Jacob se aprovechó para reprender audazmente a Labán (31:24, 36). No obstante, el Señor lo hizo pasar por estas dificultades. Sin embargo, Jacob tenía que enfrentarse a otro problema grave: su hermano Esaú.

15) Jacob teme a Esaú

Jacob se encontraba en un dilema. Detrás de él estaba Labán y en el frente se encontraría con Esaú. Creo que mientras Jacob huía de Labán y regresaba a la tierra de sus padres, estaba muy turbado por estos dos hombres. Le resultaba difícil permanecer con Labán, e igualmente difícil le era regresar al lugar donde se encontraba Esaú. Por la misericordia de Dios, Jacob fue librado de Labán, pero ahora tenía que enfrentarse a Esaú.

a) Salieron a su encuentro ángeles de Dios

Dice en Génesis 32:1 y 2: “Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es éste; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim”, que significa dos campamentos. Durante el viaje Jacob probablemente pensaba en la manera en que iba a enfrentarse a su hermano. Quizá se haya dicho: “He sido librado de mi tío, pero ¿qué haré con mi hermano Esaú?” Los ángeles de Dios le salieron sorpresivamente al encuentro, lo cual indica que lo iban a proteger. Los ángeles de Dios acompañan siempre de manera invisible al pueblo escogido. En este caso, los ángeles se aparecieron a Jacob, y él los vio. El no vio a unos pocos ángeles, sino que vio dos campamentos de ángeles. Esto nos recuerda Salmos 34:7, donde leemos: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”. La presencia de dos campamentos de ángeles debe de haber sido un gran aliento para Jacob, quien se encontraba en dificultades. No obstante, persistía en él el temor de que su hermano lo matara.

b) Todavía confiaba en sus propios esfuerzos

Después de ver los dos campamentos de ángeles, Jacob debió sentirse confortado. No obstante, él no confió en estos dos campamentos de ángeles. Dios, al mostrarle a Jacob esta visión de los ángeles, tenía el propósito de confortarlo, fortalecerlo e imprimirle confianza en Sus ejércitos celestiales. Sin embargo, Jacob no confió en lo que vio, sino que, confiando en sus propios esfuerzos (vs. 3-8), imitó a los dos campamentos de ángeles de Dios al dividir a su pueblo en dos compañías. En vez de poner su confianza en lo que había visto, copió la técnica. Sólo podemos especular acerca de lo que pensaba Jacob cuando hizo eso (quizá pensaba que cada uno de los campamentos de su casa sería protegido por los dos campamentos de ángeles), pero algo queda claro: Jacob no confió en Dios ni en la visión que tuvo, la de los ángeles; por el contrario, usó su tiempo y sus energías en su habilidad natural. Los versículos 7 y 8 declaran: “Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. Y dijo: si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará”. Esta era la astucia de Jacob. Pero en realidad, dicha acción no fue inteligente, pues si Esaú hubiera atacado el primer campamento de mujeres y de niños, ¿por qué no habría de hacer lo mismo con el segundo? Sin embargo, esta división de su pueblo fue lo único que Jacob pudo hacer.

c) También invocó al Señor

Después de hacer estos preparativos, es probable que Jacob todavía no tuviera paz. Por tanto, hizo algo que no solía hacer: oró (vs. 9-12). Esta es la primera vez que se menciona una oración de Jacob en toda su vida (en Génesis 28:20-22 hizo un voto a Dios, y no una oración). Durante los veinte años en los cuales Jacob estuvo bajo la mano opresora de Labán, no existe ningún relato de que él hubiese orado. Pese a que Labán cambió su salario diez veces, Jacob no oró. En principio, todos somos como Jacob. Recibimos la promesa de Dios y llegamos a conocerlo, pero aun así no oramos. No oramos en ninguna circunstancia. En lugar de ejercitar nuestro espíritu para orar, ejercitamos nuestra mente para considerar, y nuestra fuerza natural para enfrentar cada problema. Jacob no oraba cuando vivía con Labán, sino que se valía de su fuerza natural para controlar la situación. Pero ahora frente a Esaú, Jacob fue llevado a una situación donde no tenía más habilidad. Todas sus habilidades, sus técnicas y su fuerza se habían agotado. Cuando se enteró de que Esaú venía con cuatrocientos hombres, tuvo miedo. Lo único que podía hacer era dividir su pueblo en dos grupos, pensando que si el primer grupo era aniquilado, el segundo podría escapar. Puesto que eso era todo lo que podía hacer Jacob, se vio obligado a orar.

Jacob elevó una muy buena oración a Dios. Su oración fue mucho mejor que las oraciones de la mayoría de los cristianos actuales. Dijo: “Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien” (v. 9). Aquí vemos que Jacob oraba asiéndose de la Palabra del Señor. La mejor manera de orar consiste en tomar la Palabra de Dios como base. Jacob parecía decir: “Señor, ¿no dijiste que me harías bien? Ahora me apoyo en Tu palabra y te pido que actúes al respecto”. Este versículo parece indicar que Jacob tenía bastante experiencia en la oración, pero no se menciona en el relato que él orase hasta esta ocasión.

En el versículo 10 Jacob dijo: “Menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con Tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos”. Me agrada esta expresión de Jacob. El parecía decir: “Señor, mi capacidad es tan pequeña que no puede contener toda Tu misericordia y Tu fidelidad”. Aquí, Jacob fue humilde en la presencia de Dios, y confesó que no era digno de la rica misericordia de Dios ni de Su fidelidad para con él y que él había cruzado el Jordán usando solamente su cayado, pero que el Señor lo había multiplicado hasta hacer de él dos campamentos. Aquí vemos un cuadro patente de dos campamentos en los cielos y dos campamentos en la tierra. Por esta razón, el escogido debía estar perfectamente en paz. En el siguiente versículo, Jacob dice: “Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos”. Aquí vemos que Jacob temía a Esaú.

El punto culminante de la oración de Jacob se halla en el versículo 12: “Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud”. En esta porción de su oración, Jacob tocó la economía de Dios, pues habló de la descendencia. Orar de esta manera no consiste solamente en asirse de la Palabra de Dios sino también en tocar Su corazón. Dios había escogido a Jacob con el propósito de tener una simiente con la cual cumplir Su propósito: tener una expresión corporativa de Sí mismo en la tierra. Jacob probablemente no lo entendía, pero de todos modos oró muy bien. Cuando estudiamos esta oración, vemos que fue maravillosa en todos aspectos. Espero que todos oremos de esta manera.


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