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Estudio-vida de Hechospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1419-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 48 de 72 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE HECHOS

MENSAJE CUARENTA Y OCHO

LA PROPAGACION
EN ASIA MENOR Y EUROPA MEDIANTE
EL MINISTERIO DE LA COMPAÑIA DE PABLO

(14)

Lectura bíblica: Hch. 18:1-22

En Hechos 18, Pablo llega a Corinto, donde conoce a Aquila y Priscila (vs. 1-4), les predica a los judíos y encuentra oposición de parte de ellos (vs. 5-17). En 18:18-21a, Pablo viaja a Efeso, y en 18:21b-22, regresa a Antioquía, concluyendo así su segundo viaje ministerial.

A CORINTO

Conoce a Aquila y Priscila

Leamos Hechos 18:1 y 2: “Después de estas cosas, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer, por cuanto Claudio había mandado que todos los judíos saliesen de Roma”. Claudio era un César del Imperio Romano. Lo que este César hizo fue usado por el Señor para llevar a cabo Su ministerio de edificar Su iglesia, tal como el decreto de César Augusto fue usado para cumplir la profecía acerca del lugar de nacimiento de Cristo (Lc. 2:1-7).

Leamos el versículo 3: “Y como era del mismo oficio, se quedó con ellos y trabajaba; pues el oficio de ellos era hacer tiendas”. Esto indica que Pablo trabajaba, y a la vez llevaba a cabo el ministerio del Señor. El se refiere a esto en 1 Corintios 4:12, donde dice: “Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos”. Además, en 1 Tesalonicenses 2:9 y 2 Tesalonicenses 3:8, el apóstol declara que laboraba día y noche para no ser gravoso a ninguno de los santos.

La práctica de Pablo era muy distinta a de la de muchos obreros cristianos de hoy. A menudo cuando una persona llega a ser un ministro o un misionero, piensa que ya no tiene que sostener un empleo; sin embargo, en contraste con esto, vemos que Pablo ministraba la palabra y a la vez trabajaba con sus propias manos para ganarse el sustento, y no sólo eso, sino que además, él sostenía a sus colaboradores. En Hechos 20:34 y 35 declara al respecto: “Vosotros mismos sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he dado ejemplo, mostrándoos cómo, trabajando así, se debe sostener a los débiles, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir”. Una vez más, vemos que Pablo nos dejó un buen ejemplo.

En pasajes como 1 Corintios 9:3-15 vemos que las iglesias y los santos no cuidaron fielmente de las necesidades de Pablo, un siervo del Señor, y debido a ello, él se vio obligado a trabajar. Algunos creyentes de Corinto incluso lo acusaron de buscar ganancias aprovechándose de ellos, a lo cual Pablo respondió que prefería morir antes que tomar algo de los corintios (1 Co. 9:15).

Aquellos que sirven al Señor de tiempo completo, no deben tomar su servicio al Señor como una profesión. De hecho, siempre que sea necesario, deben trabajar para sostenerse. Todo depende de cuánto tiempo nos demande la obra que realizamos. Si la carga de la obra se agolpa sobre usted y lo ocupa completamente, y las circunstancias le proveen para su sustento, en tal caso debe laborar tiempo completo para el Señor. De lo contrario, deberá trabajar para sostenerse a sí mismo e incluso a sus colaboradores, especialmente a los más jóvenes.

Si ni siquiera Pablo recibía el apoyo económico necesario, ¿cómo podrían recibirlo sus colaboradores más jóvenes? Así que, debido a la necesidad de obtener el sustento para sí mismo y para otros, Pablo se vio obligado a trabajar en la fabricación de tiendas. Esto constituye un buen modelo para nosotros hoy en día.

En cuanto al apoyo económico, la situación de Pablo y de sus colaboradores en el Nuevo Testamento difería de la de los sacerdotes y levitas del Antiguo Testamento. Según las regulaciones levíticas, los sacerdotes y levitas debían vivir de las ofrendas del pueblo de Dios, pero en el Nuevo Testamento, esta regulación terminó.

Conforme a Lucas 8:1-3, vemos que un grupo de hermanas ministraba de sus bienes al Señor Jesús y a los doce. Los doce discípulos seguían al Señor todo el tiempo, y necesitaban apoyo financiero. Así que, algunas mujeres que amaban al Señor y tenían los medios, suministraban al Señor y a Sus seguidores, cubriendo así sus necesidades materiales.

En los primeros años de la iglesia en Shangái, el apoyo financiero provino principalmente de las hermanas. Muchas de ellas eran enfermeras en un hospital importante, y apoyaban a la iglesia y a los colaboradores de Shangái. He observado lo mismo en otros lugares.

Es un hecho real que las hermanas aman al Señor mucho más que los hermanos. Entre los doce discípulos estaba Judas, pero no hubo ningún “Judas” entre las hermanas. Judas no sabía cómo amar al Señor, pero sí sabía contar el dinero. Los que aman el dinero jamás apoyarán a los demás; cuanto más lo cuentan, más lo aman y desean conservarlo para sí mismos.

El Señor dispuso soberanamente que algunas mujeres de la Biblia se casaran con hombres adinerados. Tomemos el caso de Ester, que se casó con un rey gentil. Ella ejerció influencia sobre su marido, y de ese modo apoyó al pueblo judío.

Entre las mujeres de Lucas 8:1-3 se encontraba “Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes” (v. 3). Los políticos romanos perseguían al Señor Jesús, pero la esposa de un oficial romano usó el dinero de su esposo para apoyarlo. He conocido casos de hermanas que han usado el dinero de su esposo para apoyar la obra del Señor.

En Hechos 18:3 queremos subrayar que aquellos que tengan la carga de servir al Señor a tiempo completo, deben hacerlo siempre y cuando el entorno y la situación económica se los permita. De otro modo, deben ser diligentes en trabajar para cubrir sus necesidades, sin abandonar su carga, sino llevándola a cabo, tal como lo hizo Pablo en Hechos.


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