Información del libro

Estudio-vida de Hebreospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-3845-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

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ESTUDIO-VIDA DE HEBREOS

MENSAJE VEINTITRÉS

EL REPOSO SABÁTICO
QUE QUEDA PARA EL PUEBLO DE DIOS

(6)

XXIV. EL JUICIO SOBRE LA CASA DE DIOS

En 1 Pedro 4:17 leemos: “Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?”. En este versículo podemos ver que en el gobierno de Dios se ejerce disciplina de diferentes maneras. Dios juzga a Su casa, esto es, a Sus hijos, de una manera y en un determinado tiempo; y juzga de otra manera y en otro tiempo a aquellos que no obedecen al evangelio. A pesar de que ya somos salvos y hemos venido a ser la casa de Dios, la familia de Dios, eso no significa que nunca más seremos juzgados por Dios. Por el contrario, este versículo dice que el juicio de Dios comenzará por Su casa. Si Dios fuera injusto en la manera en que disciplina a Sus propios hijos, ¿cómo podría juzgar a los incrédulos y a aquellos que se oponen a Él? El principio que vemos aquí es que Dios, a fin de ser justo al juzgar a los incrédulos, debe primero juzgar a Sus hijos con justicia.

XXV. DEBEMOS CRECER EN VIDA
PARA QUE SE CUMPLA EL PROPÓSITO DE DIOS

Dios no tiene la intención de tener en el universo un sinnúmero de personas decentes, limpias, justas y sin pecado. Como hemos visto, el propósito de Dios consiste en sembrarse a Sí mismo en Su pueblo escogido y en hacerlos hijos Suyos. Una vez que venimos a ser hijos de Dios mediante la regeneración, una vez que tenemos Su vida como nuestra simiente y contenido, debemos crecer con Dios y en Dios, y ser plenamente transformados al ser empapados de todos Sus elementos divinos. La intención de Dios no es obtener un grupo de personas puras y justas, sino obtener un pueblo que haya sido saturado de Él y edificado en Él. Satanás intervino para frustrar la obra de Dios principalmente por medio del pecado, el mundo y el yo. Por tanto, si hemos de crecer en la vida divina, tenemos que aborrecer el pecado, renunciar al mundo y negarnos a nosotros mismos. El propósito de tratar con el pecado no es sólo deshacernos de él, sino eliminar la frustración que Satanás puso para impedirnos crecer en vida. Lo más importante no es ser perdonados de nuestros pecados, sino ser liberados de la frustración del pecado para que podamos crecer en la vida divina, es el asunto más importante. Si usted ha pecado pero se arrepiente y desea avanzar en el Señor, Dios ciertamente perdonará su pecado basándose en la redención efectuada por Cristo. No se preocupe por esto. No obstante, la intención de Dios no consiste simplemente en perdonar sus pecados, sino en hacerlo que avance para que pueda crecer en Su vida. Todos somos humanos y fácilmente podemos cometer pecados. Pero mientras busquemos crecer en vida, Dios espontáneamente se hará cargo de nuestros pecados y nos limpiará con la sangre de Jesús. Sin embargo, si no estamos dispuestos a crecer, y aun así le pedimos a Dios que nos perdone de nuestros pecados, Él será fiel para perdonarnos, pero no tendremos parte en el cumplimiento de Su propósito. El propósito de Dios no se cumple simplemente por el hecho de que nuestros pecados sean perdonados, sino que además es necesario que crezcamos y entremos en el reposo sabático.

XXVI. LA VIDA Y OBRA NECESARIAS
PARA ENTRAR EN EL REINO MILENARIO

Me gusta el cuadro que nos presenta Mateo 24 y 25. Como indicamos en el mensaje anterior, en Mateo 24:40-41 vemos a los dos que aún están vivos; y en Mateo 25:1-4 vemos a los diez que ya murieron. De los dos que aún permanecen vivos, uno es tomado y el otro es dejado, y de los diez que ya murieron, cinco son aceptados y cinco son rechazados temporalmente. Aquellos que han sido salvos no pueden ser rechazados por Dios eternamente, pero sí pueden ser rechazados dispensacionalmente, al igual que el hijo que, por no rendir bien en la escuela, no le permiten compartir de la cena especial que sus padres tenían planeada como premio después de la graduación, sino que se llevan solamente a los otros hermanos y hermanas que obtuvieron buenas calificaciones. Este hijo no será rechazado para siempre por sus padres, pero sí puede ser rechazado temporalmente. Si creemos lo que dice Mateo 1, debemos creer también en lo que dice Mateo 24 y 25. No debemos escoger los versículos que más nos agradan y pasar por alto aquellos que no nos gustan. Tanto Mateo 24 como Mateo 25 son cruciales con respecto a nuestra vida y obra cristiana.

Mateo 25 presenta dos parábolas relacionadas con nosotros: la parábola de las diez vírgenes y la parábola de los talentos. La parábola de las diez vírgenes describe la vida que debemos llevar, y la parábola de los talentos nos muestra la obra que debemos realizar. Debemos vivir como vírgenes sabias, y realizar la obra de un siervo fiel. En la parábola de las diez vírgenes vemos que debemos llevar una vida vigilante, una vida que continuamente da testimonio y sale del mundo para encontrarse con el Señor. Esta parábola también revela que no sólo necesitamos que nuestro espíritu sea alumbrado por el Espíritu de Dios, sino también que nuestro vaso, esto es, nuestra alma, sea transformada con la porción adicional del Espíritu vivificante.

Por otro lado, la parábola de los talentos revela que nuestra obra debe ser semejante a la que realiza un siervo fiel, “negociando” con los dones que el Señor nos ha dado para obtener ganancias para Su economía. De acuerdo con lo que se revela en Mateo, es crucial que llevemos una vida que vela y que laboremos fielmente para que seamos recompensados con el reposo sabático venidero en el reino milenario. Esto es diferente del reposo que disfrutamos al recibir la salvación, la cual simplemente se obtiene al creer en el Señor.


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