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Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 39 de 185 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE TREINTA Y NUEVE

LA DIETA CELESTIAL: EL MANA
(5)

Lectura bíblica: Ex. 16:13b-15, 31-36; He. 9:4; Ap. 2:17

B. En una vasija de oro

En Exodo 16:33, vemos que se colocaba un gomer de maná en una vasija y se presentaba delante del Señor para ser recordado por las generaciones futuras. Hebreos 9:4 habla de “la urna de oro que contenía el maná”. Por tanto, el maná escondido estaba en una urna de oro. El maná escondido en la urna de oro significa que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. En Colosenses 3:3, Pablo nos dice que nuestra “vida está escondida con Cristo en Dios”. El Cristo escondido en Dios es el maná escondido en la urna.

En la Biblia, el oro representa la naturaleza divina. Según 2 Pedro 1:4, somos participantes de esta naturaleza divina. Sólo la naturaleza de Dios, la naturaleza divina, puede preservar a Cristo como nuestro maná escondido. Alabado sea el Señor porque dentro de nosotros tenemos una urna de oro, es decir, tenemos la naturaleza divina. No podemos preservar a Cristo en nuestra mente ni en nuestras emociones. Podemos preservarlo unicamente en la naturaleza divina que obtuvimos por medio de la regeneración. En realidad, la naturaleza divina en nosotros es Dios mismo. El maná en la urna de oro indica que el Cristo que disfrutamos como nuestro suministro de vida está preservado en la naturaleza divina que se encuentra ahora en lo más profundo de nuestro ser. Cristo es nuestra porción especial del alimento escondido en la naturaleza divina. Cuando tocamos la naturaleza divina, la urna de oro, disfrutamos a Cristo como el maná escondido dentro de ella.

C. Dentro del arca del testimonio
que estaba en el Lugar Santísimo

La urna de oro con el maná escondido se encontraba dentro del arca del testimonio en el Lugar Santísimo (He 9:3-4). La mayoría de nosotros nos damos cuenta de que el arca tipifica a Cristo. Cristo como el maná está preservado en la naturaleza divina, y la naturaleza divina está en Cristo tipificado por el arca. Este Cristo está en nuestro espíritu, el cual es el Lugar Santísimo en nuestra experiencia.

Una vez más vemos que esto es difícil de entender doctrinalmente. No obstante, si aplicamos este cuadro del maná, de la urna de oro, y del arca a nuestra experiencia espiritual, podremos entenderlo. Todos podemos testificar que ciertamente hemos disfrutado a Cristo. También hemos visto que el Cristo que disfrutamos se convierte en el Cristo que preservamos. Disfrutamos de un solo gomer de maná, y también lo preservamos. El Cristo que disfrutamos está preservado en la naturaleza divina que se encuentra en nosotros. Esta naturaleza divina está completamente en Cristo, la realidad del arca. Además, Cristo está en nuestro espíritu. Al permanecer en el espíritu, tomamos contacto con Cristo. En el Cristo que contactamos se halla la naturaleza divina que preserva el Cristo que disfrutamos como el maná escondido.

Nuestro espíritu está destinado a la iglesia, está en la iglesia y con la iglesia. La iglesia no se compone de nuestro cuerpo y alma, sino de nuestro espíritu. Efesios 2:22 declara que la morada de Dios está en nuestro espíritu. Aún podemos afirmar que nuestro espíritu mezclado con el Espíritu divino es la iglesia. Cuando disfrutamos a Cristo, preservamos la naturaleza divina que está en Cristo, quien a su vez está en nuestro espíritu. Puesto que nuestro espíritu es para la iglesia, con la iglesia, y en la iglesia, en experiencia, somos en realidad el tabernáculo de Dios hoy.

D. Delante del testimonio

En Exodo 16:34 vemos que Aarón presentó la urna con un gomer de maná “delante del testimonio para guardarlo”. Algunos traductores de la Biblia consideran que este testimonio se refiere al arca. Nosotros nos oponemos firmemente a esta interpretación. En el Antiguo Testamento, el testimonio no se refiere al arca, sino a la ley de Dios, los Diez Mandamientos. El arca era llamada el arca del testimonio porque las dos tablas de la ley estaban colocadas dentro del arca. Además, el tabernáculo fue llamado el tabernáculo del testimonio porque contenía el testimonio que estaba dentro del arca. Por consiguiente, el arca era el arca del testimonio, y el tabernáculo, el tabernáculo del testimonio. Dentro del arca, en el tabernáculo, se hallaba el testimonio de Dios, la ley. Si decimos que el testimonio mencionado en Exodo 16:34 se refiere al arca, entonces la urna de oro con el maná escondido debe haber estado fuera del arca, pues este versículo afirma que la urna estaba colocada delante del testimonio. Pero al leer las Escrituras detenidamente, veremos que la urna de oro se encontraba dentro del arca junto con “la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto” (He 9:4). La urna de oro debe haber estado directamente en frente de las dos tablas dentro del arca.

Este cuadro de la urna de oro delante de las tablas del testimonio indica que el maná escondido en la urna corresponde a los Diez Mandamientos. Esto significa que el maná corresponde a la ley de Dios. El maná contenido en la naturaleza de Dios corresponde con el testimonio de Dios, el cual describe la naturaleza de Dios y testifica de ella. La ley es un testimonio de lo que es Dios. Como hemos mencionado muchas veces, la ley testifica que Dios es santo y justo, y que El es luz y amor. Estos cuatro atributos son los principales aspectos de la descripción de la naturaleza de Dios proporcionados por la ley. La naturaleza de Dios es santa y justa y Dios mismo es luz y amor. Los Diez Mandamientos describen estos atributos y testifican de ellos. El hecho de que el maná escondido en la urna de oro esté colocado delante del testimonio indica que el maná corresponde al testimonio de Dios y satisface sus requisitos.

Debemos aplicar esto a nuestra experiencia cristiana. La revelación en la Biblia indica que nosotros como quienes hemos regenerados tenemos el testimonio de Dios dentro de nosotros. Tenemos la ley de vida (Ro. 8:2), y tenemos una conciencia. En nuestra experiencia, hemos aprendido que nuestros esfuerzos en la vida natural para cumplir los requisitos de Dios siempre resultan ser un fracaso. En la vida natural, no hay nada que corresponda con el testimonio de Dios. No obstante, cuando compartimos del maná como nuestro suministro de vida, éste llega a ser el maná escondido. Este maná escondido, preservado en la naturaleza divina dentro de nosotros corresponde a la ley de vida y satisface sus requisitos. En las palabras de Romanos 8:4, los justos requisitos de la ley se cumplen en aquellos que andan conforme al espíritu.

Las tablas del pacto en el arca indican que el testimonio de Dios está en Cristo. Este testimonio nos exige y requiere de nosotros ciertas cosas. Por nosotros mismos, no podemos cumplir estas exigencias y requisitos, pues no tenemos nada dentro de nosotros que corresponda con el testimonio de Dios. Sin embargo, cuando tomamos a Cristo dentro de nosotros como nuestro alimento y como nuestro suministro de vida, el Cristo escondido, Cristo como el maná escondido, nos pone a la par del testimonio de Dios.

Vimos que según Exodo 16:34, la urna con el maná fue puesta “delante del testimonio”. Muchas versiones ponen la palabra testimonio con mayúscula. Si el testimonio denota el arca, entonces la urna de oro con el maná escondido estaban fuera del arca. Pero Hebreos 9:4 afirma claramente que la urna de oro con el maná estaban en el arca. Por consiguiente, el testimonio en 16:34 no debe referirse al arca, sino a las tablas de la ley que estaban en el arca. ¡Cuán significativo es esto cuando lo vemos a la luz de nuestra experiencia! El Cristo que disfrutamos ahora no está fuera de nosotros, correspondiendo a la ley de Dios. Por el contrario, está dentro de nosotros. Además, este Cristo interior corresponde a la ley que también está dentro de nosotros. Alabado sea el Señor por la ley de vida dentro de nosotros. Esta ley pone exigencias, pero tenemos a Cristo como el maná interior y escondido para corresponder al testimonio de Dios y satisfacer Sus requisitos. El Cristo que comemos y asimilamos nos hace coincidir con la ley interna de vida. Por consiguiente, tenemos tres puntos cruciales: el alimento, el testimonio, y la correspondencia del alimento con el testimonio. ¡Aleluya por el maná escondido en la naturaleza divina, que corresponde con las exigencias de la ley interna de vida! Debido a esta correspondencia maravillosa, podemos ser liberados de todo esfuerzo, lucha y combate interno. Podemos estar en paz. Por una parte, tenemos la ley con sus exigencias; por otra parte, tenemos a Cristo como nuestro suministro de vida que corresponde a la ley. Como resultado, podemos estar en paz.

En este punto, debemos recordar que esta experiencia está relacionada con la iglesia y se produce en ella misma. Ya vimos que la iglesia es el tabernáculo actual. Dentro de la iglesia como tabernáculo de Dios, morada de Dios, tenemos tres asuntos internos: el maná escondido, el testimonio y la paz correspondiente. Al experimentar estas cosas en el tabernáculo, servimos a Dios, y El acepta nuestro servicio. Además, éste es el lugar del hablar de Dios, el lugar de Su oráculo.

Los diferentes aspectos de la experiencia del maná escondido van más allá de lo que puede decir el hombre. Es mejor no hablar demasiado al respecto. Es suficiente tener un mapa que nos guíe en nuestra experiencia espiritual. Al leer este mapa, entenderemos nuestra experiencia y sabremos dónde estamos en cuanto al maná escondido.


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