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Estudio-vida de Génesispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1420-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 69 de 120 Sección 1 de 4

ESTUDIO-VIDA DE GENESIS

MENSAJE SESENTA Y NUEVE

BAJO LA MANO DE DIOS
(3)

Génesis 28:10-22 constituye una porción muy crucial en la revelación de Dios. Si conocemos la Biblia, nos daremos cuenta de que esta porción contiene un cambio radical, un nuevo comienzo, en la revelación divina. En los primeros veintisiete capítulos de Génesis, no se usa la expresión la casa de Dios (Bet-el, en hebreo); sólo se revela en este capítulo. La casa de Dios no es simplemente un lugar, sino una entidad viva compuesta de un pueblo viviente. Dondequiera que está este pueblo, allí también está la casa de Dios. Por consiguiente, lo importante no es el lugar, sino el pueblo. Si el pueblo se traslada, entonces el lugar donde estaban deja de ser la casa de Dios. ¿Cómo puede un lugar ser llamado la casa de Dios? Sólo porque la casa verdadera y viva de Dios, una colectividad viviente de personas vivas, se encuentra allí.

Génesis 1:26 dice que el hombre fue hecho a la imagen de Dios. Esto es maravilloso. El hombre es el hombre; no es Dios. No obstante, él tiene la imagen de Dios. En otras palabras, el hombre es semejante a Dios. Es correcto decir eso. Si alguien tiene su imagen, él ciertamente se parece a usted. Resulta muy significativo el hecho de que Dios hizo al hombre a Su propia imagen.

En 2:7 vemos que el hombre hecho a la imagen de Dios fue formado del polvo. ¿Se da cuenta usted de que fue hecho de polvo? No hay ninguna excepción. No fuimos hechos de oro ni de diamantes ni de acero; todos fuimos hechos de polvo. ¿Es el polvo valioso? ¿Pondría usted un puñado de polvo en su bolsillo y lo guardaría allí? Nadie haría eso. Pero nosotros fuimos hechos de polvo. Romanos 9:21 revela que somos vasijas de barro. El polvo y el barro son casi lo mismo. Cuando se añade agua al polvo, éste se convierte en barro. En nuestra constitución material, no somos preciosos.

En el capítulo veintiocho la terminología cambia y pasa de polvo a piedra. En este capítulo, la piedra llega a ser el reposo para el hombre de polvo (v. 11), pues la piedra ahora sostiene el polvo. Resulta bastante significativo que Jacob, un hombre de polvo, descansara sobre una piedra. Considere el cuadro del capítulo veintiocho. Allí vemos a un hombre cansado, solo, desilusionado, un hombre de polvo, sin ninguna seguridad en su futuro. El necesitaba descansar al anochecer, y “tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar” (v. 11). Se puede conocer la Biblia por medio de ella misma. Si leemos solamente Génesis 28, no sabremos lo que significa. Pero cuando leemos la Biblia entera con la luz celestial, vemos lo que significa la piedra de este capítulo. Cuando Pedro vino por primera vez al Señor, éste cambió su nombre y le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir: Pedro [una piedra])” (Jn. 1:42). Después de unos tres años de este primer encuentro con el Señor, Pedro contestó a una pregunta que le hizo el Señor, y dijo: “Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente” (Mt. 16:16). Entonces el Señor Jesús le dijo: “Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia” (Mt. 16:18). El Señor parecía decir: “Pedro ¿te acuerdas que la primera vez que viniste a Mí te di por nombre piedra? Este no era simplemente un nombre; debe ser un hecho. Pedro, tú eres una piedra. Edificaré Mi iglesia sobre esta roca”. Por consiguiente, Mateo 16:18 revela que la roca sirve para edificar la iglesia.

¿Qué es la iglesia? En 1 Timoteo 3:15 se afirma que la iglesia es la casa del Dios viviente. Finalmente, en la eternidad, la casa del Dios vivo será la Nueva Jerusalén. En Apocalipsis 21 vemos que la Nueva Jerusalén no es edificada con barro ni con polvo, sino con piedras preciosas. Apocalipsis 21:11 habla de la Nueva Jerusalén en estos términos: “Su resplandor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”. Esta no es una alegoría, sino la revelación divina.

Debemos considerar la Biblia con una visión panorámica. En Génesis 1 y 2 vemos que el hombre fue hecho a la imagen de Dios, pero que fue hecho de polvo. La imagen de Dios lo expresa a El, pero el polvo sin duda alguna no corresponde a la expresión de Dios. Por consiguiente, se necesita la transformación. La transformación no es simplemente un cambio de forma, sino también un cambio de naturaleza, pues la palabra transformación denota un cambio metabólico. Debemos pasar por un cambio de naturaleza a fin de que nuestra naturaleza y apariencia dejen de ser las del polvo. En Génesis 2 el hombre es de polvo, pero en Apocalipsis 21, es una piedra preciosa. En la eternidad, no habrá necesidad de limpieza. Mientras estemos en esta tierra de polvo, debemos limpiarnos cada día. Pero en la Nueva Jerusalén no habrá necesidad de limpieza, porque allí no habrá polvo. Todo el polvo será transformado en piedras preciosas.

En Génesis 2 vemos a un hombre de barro, y en Génesis 28 tenemos a un hombre de barro que descansa sobre una piedra. La Biblia ciertamente fue escrita por Dios. En ningún otro libro encontramos una porción semejante a Génesis 28:10-22. Esta porción es corta, pero crucial, profunda y llena de significado, e incluye toda la Biblia. En el versículo 11 vemos la piedra que Jacob usó de almohada. Como todos sabemos, una almohada se usa para descansar. En el versículo 18 la piedra puesta a su cabecera se convierte en una columna. Una almohada sirve para descansar, pero una columna se utiliza como apoyo de un edificio. En el templo que construyó Salomón, había dos columnas principales (1 R. 7:21). Gálatas 2:9 declara que Jacobo, Pedro y Juan eran columnas de la iglesia. Además, Apocalipsis 3:12 afirma que los vencedores serán columnas en el templo de Dios. En Génesis 28 vemos la piedra, la almohada y la columna. Pero esto no es todo. Finalmente, esta columna se convierte en Bet-el, la casa de Dios. Además, en esta porción corta de la Palabra, vemos una escalera apoyada en tierra, cuya parte superior llega a los cielos (v. 12). Le habría resultado imposible a cualquier hombre escribir este relato. ¿Cómo pudo Jacob recibir tal sueño? Según la historia humana, nadie ha tenido jamás un sueño semejante. No obstante, Jacob vio la escalera sobre la cual los ángeles de Dios ascendían y descendían. Esto indica que los ángeles ya esperaban el momento de ascender. Es posible que cuando Jacob vio la escalera en su sueño, los ángeles hayan ascendido inmediatamente a los cielos para dar la noticia de que Jacob había venido y había visto la escalera. Después de despertar de su sueño, Jacob se dio cuenta de que ese lugar no era solamente la casa de Dios, sino también la puerta de los cielos (v. 17).

Aparte de todas estas cosas maravillosas, este capítulo contiene otro punto importante: nuestra supervivencia. Con frecuencia cuando predicamos el evangelio, los pecadores preguntan: “Si yo creo en Jesús, ¿se ocupará El de mis necesidades básicas?” Algunos santos hacen una pregunta similar: “Si amo al Señor y vivo por El, ¿cómo voy a sobrevivir? ¿No necesito ocuparme de este asunto?” Todos tenemos el problema de ocuparnos de nuestra supervivencia. Sin embargo, en este relato corto, vemos que Dios se encarga de nuestro sustento. Como veremos, lo relacionado con nuestra supervivencia es secundario. En el versículo 15 el Señor dijo a Jacob: “He aquí, Yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres”. Aquí el Señor parecía decir: “Jacob, estaré contigo y me encargaré de tu vivir. Te daré pan que comer y ropa que vestir”. Esto corresponde a lo dicho por el Señor en Mateo 6:33: “Buscad primeramente Su reino y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Si buscamos el reino de Dios, ciertamente El se ocupará de nuestro sustento.

Aunque Dios había prometido estar con Jacob y guardarlo, éste hizo un trato con El, diciendo: “Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios” (vs. 20-21). Observe la palabra “si” en el versículo 20. Sólo si Dios hacía todo esto por Jacob, éste lo tomaría como su Dios. Pero si Dios no hacía estas cosas, entonces no habría negocio. Jacob parecía decir: “Si Tú me das comida y vestido y te encargas de mi sustento, entonces te tomaré como mi Dios, esta columna será Tu casa, y te devolveré la décima parte de todo lo que me hayas dado”. Este era un convenio muy lucrativo para Jacob. Jacob decía: “Señor, Tú primero debes darme, y luego yo te daré. Si me das un dólar, te devolveré la décima parte”. Dios dice que si buscamos Su reino, El nos dará pan. Pero nosotros le decimos que El debe darnos el pan primero, y luego nosotros buscaremos Su reino. No necesitamos negociar así con el Señor. Sea simplemente un pedazo de barro y permita que el Señor trabaje en usted, y El le añadirá todo lo que usted necesite. En Mateo 6:33 la palabra añadir implica que algo fundamental ya ha sido dado y que otras cosas son simplemente añadidas a nosotros. Veremos luego que Dios nos da la tierra, la semilla y la bendición. A todo eso El añade alimento, abrigo y las demás cosas que necesitamos para sobrevivir.

Me agrada esta porción de la Palabra, pues abarca toda la Biblia, desde Génesis 1 hasta Apocalipsis 22. Esta es la razón por la cual digo que esta porción es tan crucial. Lo abarca todo desde el polvo hasta la piedra, desde la creación hasta la edificación de la casa de Dios. Incluye el pan, el vestido, la casa de Dios, la escalera y las cosas celestiales.

En este pasaje, Jacob primero encontró descanso, y al final recibió la promesa de que no tendría ningún problema con la comida ni con el vestido. Todos deseamos descansar. El descanso siempre incluye satisfacción. Si no estamos satisfechos, no podremos estar en paz. Cuando llegamos al Señor, lo primero que recibimos es reposo. Como personas solitarias y desilusionadas que no saben adónde van, necesitamos descanso. Como personas aparentemente sin esperanza, sin futuro y que lo han perdido casi todo, anhelamos descansar. ¡Alabado sea el Señor por Su reposo! Este descanso se produce sobre la piedra, y esta piedra se encuentra en el mismo lugar donde se encuentra la casa de Dios. Allí está nuestro lugar de reposo.


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