Información del libro

Estudio-vida de Apocalipsispor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1446-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 68 de 68 Sección 1 de 2

ESTUDIO-VIDA DE APOCALIPSIS

MENSAJE SESENTA Y OCHO

EXPERIMENTAMOS LAS SIETE LAMPARAS,
LOS SIETE OJOS Y LOS SIETE ESPIRITUS

EL EDIFICIO DE DIOS, LA NUEVA JERUSALEN

En la eternidad pasada existía el Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Génesis 1:26 revela que Dios creó al hombre a Su imagen. Pese a que el hombre fue creado a la imagen de Dios, en el momento en que fue creado no tenía la vida de Dios dentro de sí. Cuando leemos toda la Biblia, de Génesis 1 a Apocalipsis 22, vemos que después del transcurso de muchas dispensaciones, generaciones y edades, Dios continuará existiendo en la eternidad futura. Sin embargo, El ya no estará solo. Aunque seguirá existiendo el Dios Triuno descrito en 22:1 como Dios, el Cordero y el río que fluye (el símbolo del Espíritu), en ese entonces El será el centro de la Nueva Jerusalén. En la eternidad pasada Dios estaba solo, pero en la eternidad futura, el Dios Triuno será el centro de la Nueva Jerusalén y llenará por completo la ciudad. El cuadro de la Nueva Jerusalén que vemos en los capítulos veintiuno y veintidós es una señal que indica que Dios se mezclará con Sus redimidos como Su agrandamiento. Finalmente, este pueblo será un edificio, el cual está constituido de lo divino y lo humano, y será la habitación de Dios y el hombre. Esta es la revelación clara presentada en la Santa Biblia.

Esta revelación incluye tres entidades principales: el Dios único, el hombre creado y la Nueva Jerusalén edificada. Estas tres entidades abarcan la Biblia en su totalidad. Cuando Dios entra en el hombre, lo regenera y lo transforma, se mezcla con él. Dios se agranda al mezclarse con el hombre, y el resultado de dicha mezcla es el edificio, la Nueva Jerusalén. Por consiguiente, la Nueva Jerusalén como edificio de Dios es la mezcla de Dios con el hombre creado, redimido y regenerado. Todos necesitamos tener una visión de este maravilloso edificio.

INTRODUCIDOS
EN EL EDIFICIO INMUTABLE DE DIOS

Recientemente un hermano testificó que desde que fue salvo ha pasado por muchos cambios. Por un tiempo él estaba contento, y después hubo un cambio; hasta cierto punto pensó que ya había llegado a tener una vida victoriosa. Entonces las cosas cambiaron otra vez. Piense cuántos cambios ha habido y habrá desde Adán hasta la Nueva Jerusalén. La razón por la cual usted ha experimentado tantos cambios es que no ha sido introducido en el edificio inmutable. Todos nosotros seguiremos cambiando hasta que hayamos entrado en el edificio de Dios. Sólo entonces, cesarán los cambios. Apocalipsis 3:12 dice: “Al que venza, Yo lo haré columna en el templo de Mi Dios, y nunca más saldrá de allí”. Esto significa, que solamente después de haber sido edificados como templo de Dios cesaremos de cambiar. Mientras tanto, cuanto más cambiamos, más nos acercamos al edificio. Nuestro destino eterno es estar en el edificio de Dios. Sin embargo, entre muchos cristianos de la actualidad no hay edificación. En lugar de edificación, se ve una inestabilidad continua.

TRECE COSAS

En el libro de Génesis tenemos ocho hombres importantes: Adán, Abel, Enós, Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob. Al final, el resultado de estos ocho hombres fue el edificio de Dios. En el Antiguo Testamento este edificio fue tipificado por el tabernáculo y el templo. En el Nuevo Testamento tenemos la realidad de dicho edificio. Jesús es el tabernáculo (Jn. 1:14), la iglesia es el templo (1 Co. 3:16), y la Nueva Jerusalén es la consumación final. En total son trece cosas: los ocho hombres mencionados en Génesis, los tipos del tabernáculo y el templo, la realidad de Jesús y la iglesia, y la Nueva Jerusalén.

EL CANDELERO Y LAS SIETE LAMPARAS

El candelero era crucial en el tabernáculo debido a que conducía la gente al arca que estaba en el Lugar Santísimo. Note la disposición de los muebles en el tabernáculo y en el atrio. En primer lugar, en el atrio estaban el altar y el lavacro de bronce. En el Lugar Santo estaban la mesa de los panes de la proposición y el candelero con sus siete lámparas. El candelero dirigía a la gente al Lugar Santísimo; señalaba el camino hacia la ley de vida que estaba en el arca del testimonio.

Si sólo tuviéramos el libro de Exodo, no podríamos entender el significado del candelero y las siete lámparas. Pero en Zacarías 3 y 4 el candelero y sus lámparas aparecen de nuevo como un desarrollo del candelero de Exodo 25. En Zacarías 3:9 tenemos los siete ojos sobre la piedra, y en 4:10 vemos que estos siete ojos son los ojos del Señor “que recorren toda la tierra”. Cuando juntamos Zacarías 4:10 y 4:2, vemos que las siete lámparas del candelero también son los siete ojos del Señor. Así que, en Zacarías las siete lámparas de Exodo son desarrolladas como los siete ojos de Jehová el Señor. Además, estas siete lámparas son los siete ojos de la piedra. De modo que, en Zacarías las siete lámparas han llegado a ser siete ojos, y el candelero ha venido a ser la piedra que es Jehová, el Señor. Aquí no sólo tenemos las siete lámparas, sino también los siete ojos; no sólo el candelero, sino también la piedra, Jehová. Esto implica que las siete lámparas son los siete ojos y que el candelero es Jehová.


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