Información del libro

Estudio-vida de Éxodopor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-0346-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 80 de 185 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE EXODO

MENSAJE OCHENTA

LA VISION DE DIOS EN EL CIELO
Y LA PERMANENCIA CON DIOS BAJO SU GLORIA

Lectura bíblica: Ex. 24:1-2, 9-18

Podemos dividir el libro de Exodo en dos secciones: del capítulo uno al veinticuatro y del capítulo veinticinco al cuarenta. La segunda sección se compone de dieciséis capítulos y es principalmente un relato de las visiones acerca del tabernáculo. Estos capítulos contienen muy poca historia. Aquí vemos los detalles acerca del diseño, los materiales y la construcción del tabernáculo como morada de Dios en la tierra.

Muchos creyentes han leído el libro de Exodo sin darse cuenta de que la meta de la salvación de Dios es introducir a Su pueblo redimido en Su morada terrenal. La meta de Dios en Su salvación es hacernos Su morada. Este asunto crucial debe ser recalcado continuamente hasta que deje una profunda impresión en nosotros. Por consiguiente, necesitamos muchos mensajes que cubran los detalles de las visiones maravillosas y celestiales, descritas en los capítulos veinticinco al cuarenta de Exodo.

Durante el último siglo y medio, los instructores bíblicos en la Asamblea de los hermanos han escrito muchos libros acerca del tabernáculo y sus muebles, incluyendo el arca, el altar del incienso, la mesa de los panes de la proposición, el candelero, el lavacro y el altar de bronce. No obstante, cuando yo estaba con ellos, jamás me dijeron que la iglesia es el tabernáculo de Dios.

En la Biblia, la palabra tabernáculo se usa de tres maneras. Primero se refiere al tabernáculo construido al pie del monte Sinaí. Segundo, denota al Señor Jesús como el tabernáculo de Dios con el hombre. Juan 1:14 afirma que el Verbo, el cual es Dios, “se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros”. Mediante la encarnación, Cristo se hizo el tabernáculo de Dios en la tierra. Por tanto, en Exodo el tabernáculo tipifica a Cristo como el tabernáculo de Dios. Tercero, el tabernáculo se refiere a la Nueva Jerusalén, el tabernáculo final, consumado y agrandado de Dios que incluye al pueblo redimido de Dios del Antiguo Testamento y del Nuevo. El libro de Exodo revela que la meta de la salvación de Dios es introducir a Su pueblo en el tabernáculo como Su morada.

En este mensaje, consideraremos 24:1-2 y 9-18. Cuando llegamos a esta porción de Exodo, estamos en el umbral de las visiones celestiales contenidas en los capítulos siguientes. Si no llegamos a este umbral, no podremos recibir las visiones celestiales.

Para llegar al umbral en Exodo 24, el pueblo de Dios necesitaba experimentar todos los acontecimientos relatados en los capítulos anteriores. El pueblo era esclavo bajo la tiranía de Faraón en Egipto, pero Dios preparó a Moisés y luego lo mandó como apóstol para rescatar al pueblo. En el capítulo doce, tenemos la Pascua; en el catorce, el cruce del mar Rojo; en el quince, las aguas en Mara y los doce arroyos y las setenta palmeras en Elim. En el dieciséis, tenemos el maná celestial, en el diecisiete, el agua viva de la peña golpeada y la guerra contra Amalec; y de los capítulos diecinueve al veintitrés, la promulgación de la ley y de las ordenanzas en el monte Sinaí. El pueblo de Dios debía pasar por todas estas experiencias antes de poder entrar al umbral en el capítulo veinticuatro.

En el capítulo diecinueve, el pueblo fue introducido en la comunión con Dios en el monte Sinaí. No obstante, al principio esta comunión era bastante oscura, pues se produjo en la oscuridad de una nube espesa. Exodo 19:9 dice: “Yo vengo a ti en una nube espesa”, y 20:21 declara: “Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios”.

El pueblo fue introducido en la comunión con Dios en el monte Sinaí, pero no sabían la clase de Dios que El era, y no se daban cuenta de que eran un pueblo caído, pecaminoso y corrupto. No tenían la revelación de Dios ni de ellos mismos. Por el contrario, tenían un concepto natural de Dios y también de ellos mismos. Pero como resultado de su estancia en el monte Sinaí, finalmente mediante la comunión con Dios fueron iluminados.

Ya dijimos que cuando la ley de Dios fue promulgada, Moisés construyó un altar y se ofrecieron sacrificios con derramamiento de sangre. Esta sangre, la sangre del pacto, fue usada luego para rociar a la gente. El altar, los sacrificios y la sangre indican que Dios consideró a Su pueblo escogido como redimido, aniquilado y reemplazado. Luego, como lo indican las doce columnas puestas por Moisés, ellos podían ser columnas que permanecen delante de Dios para reflejarlo a El como Su testimonio viviente.

No creo que el pueblo de Dios se conociera a sí mismo. No conocían el significado del altar, de los sacrificios, de las columnas, ni de la sangre. Hoy en día, cuando los judíos y también los cristianos leen Exodo 24, tienen un velo y no entienden el significado de estas cosas. No obstante, Dios tenía una plena comprensión de lo que estaba sucediendo. El sabía lo que había planeado y lo que El estaba haciendo por medio de la promulgación del pacto. El se dio cuenta de que había ganado un pueblo que fue redimido, aniquilado y reemplazado para ser Su testimonio viviente.

En Primera de Corintios 10:5, Pablo indica que la condición del pueblo de Dios en el desierto en realidad era lamentable. “Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto”. No obstante, cuando Balac contrató al profeta gentil Balaam para maldecir a los hijos de Israel, Balaam declaró: “No ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel” (Nm. 23:21). Balaam dijo también: “¡Cuan hermosas son tus tiendas, oh Jacob, tus habitaciones, oh Israel!” (Nm. 24:5). Balaam fue contratado para maldecir al pueblo de Dios, pero en lugar de hacerlo, él los bendijo. Así podemos ver que a los ojos de Dios, Su pueblo redimido no tenía ninguna falta. Esto debe enseñarnos a no hablar negativamente de los santos. Este tipo de hablar puede ofender al Señor. Nos puede dar la impresión de que los creyentes en una localidad se encuentran en condición lamentable, pero Dios los considera como aquellos que han sido redimidos, aniquilados y reemplazados. A los ojos de Dios, todo Su pueblo redimido ha sido aniquilado por la cruz y sustituido por Cristo y con El. En Exodo 24, vemos a este pueblo redimido, aniquilado y reemplazado.


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