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Estudio-vida de 2 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-2362-8
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ESTUDIO-VIDA DE 2 CORINTIOS

MENSAJE TREINTA Y SIETE

LA NUEVA CREACIÓN EN CRISTO
LLEGA A SER LA JUSTICIA DE DIOS POR MEDIO
DEL SEGUNDO PASO DE LA RECONCILIACIÓN

(2)

Lectura bíblica: 2 Co. 5:1-21

En el mensaje anterior abarcamos varios asuntos importantes de 2 Corintios 5, los cuales son: aspirar a tener un cuerpo transfigurado, empeñarse uno en serle de agrado al Señor, vivir para el Señor y ser una nueva creación. En el versículo 17, Pablo habla de la nueva creación: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron; he aquí son hechas nuevas”. La vieja creación no posee la vida y la naturaleza divinas, pero la nueva creación, constituida de los creyentes, quienes renacieron de Dios, sí posee la vida y la naturaleza divinas (Jn. 1:13; 3:15; 2 P. 1:4). Por tanto, los creyentes son una nueva creación (Gá. 6:15), no según la vieja naturaleza de la carne, sino según la nueva naturaleza de la vida divina. Las palabras “he aquí” del versículo 17 nos llaman a observar el cambio maravilloso de la nueva creación.

EL MINISTERIO DE LA RECONCILIACIÓN

En los versículos del 18 al 20, Pablo habla del ministerio de la reconciliación: “Mas todo proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; a saber, que en Cristo Dios estaba reconciliando consigo al mundo, no imputándoles a los hombres sus delitos, y puso en nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, exhortándoos Dios por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”. Debemos leer estos versículos detenidamente. Las palabras “así que” del versículo 20 unen el versículo 20 a los versículos anteriores. Según el versículo 20, los embajadores de Cristo son uno con Dios; son semejantes a Dios, y exhortan como Dios. Su palabra es la palabra de Dios, y lo que hacen es la acción de Dios. Además, las palabras “en nombre de Cristo” significan en representación de Cristo. Como personas que representan a Cristo, los apóstoles eran embajadores de Él. Hoy en día un embajador es una persona autorizada para representar su gobierno. Asimismo, los apóstoles eran autorizados por Cristo para representarle y realizar la obra de la reconciliación.

La forma en que Pablo redacta 5:20 no es común. Después de decir que son “embajadores”, declara que Dios exhorta por medio de ellos. Es como si Pablo dijera: “Somos embajadores de Cristo y estamos realizando una obra de reconciliación. Es como si Dios os exhortara a vosotros por medio de nosotros. Nosotros somos uno con Cristo y uno con Dios. Cristo es uno con nosotros, y Dios también es uno con nosotros. Por tanto, Dios, Cristo y nosotros, los apóstoles, todos somos uno”. El ministerio del nuevo pacto es un ministerio en el que Dios, Cristo y los ministros son uno.

Lo que Pablo dice en el versículo 20 es fuerte y enfático. Él declara: “Somos embajadores..., exhortándoos Dios por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”. Dios, Cristo y los apóstoles eran uno en llevar a cabo el ministerio de la reconciliación.

LOS DOS PASOS DE LA RECONCILIACIÓN

Lo que escribe Pablo en el versículo 20 acerca de ser reconciliados con Dios no está dirigido a los pecadores, sino a los creyentes que estaban en Corinto. Estos creyentes ya habían sido reconciliados con Dios, pero sólo en parte; no habían sido reconciliados plenamente. No sería cierto afirmar que los creyentes corintios no habían sido reconciliados con Dios en absoluto. En el primer capítulo de 1 Corintios Pablo se refiere a ellos como santos, como personas que habían sido llamadas por Dios a la comunión de Su Hijo. Así que, ciertamente ellos habían sido reconciliados con Dios hasta cierto grado; probablemente habían sido reconciliados con Él a medias.

Los libros de 1 y 2 Corintios demuestran que los creyentes de Corinto, después de ser reconciliados parcialmente con Dios, seguían viviendo en la carne, en el hombre exterior. Entre ellos y Dios quedaba el velo separador de la carne, del hombre natural. Este velo corresponde al velo que estaba en el tabernáculo, el velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo; no se refiere al velo que se hallaba a la entrada del Lugar Santo. Los creyentes de Corinto quizás se hallaban en el Lugar Santo, mas no estaban en el Lugar Santísimo. Esto significa que todavía estaban separados del lugar donde se encontraba a Dios. Por tanto, no habían sido reconciliados con Dios de manera completa.

En el versículo 19, es el mundo el que debe reconciliarse con Dios, mientras que en el versículo 20, son los creyentes, aquellos que ya habían sido reconciliados con Dios, los que debían ser aún más reconciliados con Él. Esto indica claramente que se requieren dos pasos para que los hombres sean completamente reconciliados con Dios. El primer paso consiste en que los pecadores sean reconciliados con Dios de tal modo que sean separados del pecado. Con este propósito Cristo murió por nuestros pecados (1 Co. 15:3), dando por resultado que Dios nos perdonara los pecados. Éste es el aspecto objetivo de la muerte de Cristo. En este aspecto Él llevó nuestros pecados en la cruz para que Dios los juzgara en Cristo por causa de nosotros. El segundo paso consiste en que los creyentes que viven en la vida natural, sean reconciliados con Dios de tal modo que ya no vivan en la carne. Con este propósito Cristo murió por nosotros, dando por resultado que vivamos para Él en la vida de resurrección (2 Co. 5:14-15). Éste es el aspecto subjetivo de la muerte de Cristo. En este aspecto, Él fue hecho pecado por nosotros para ser juzgado y eliminado por Dios a fin de que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él. Por medio de los dos aspectos de la muerte de Cristo, Él ha reconciliado completamente con Dios al pueblo escogido de Dios.

Estos dos pasos de reconciliación son representados claramente por los dos velos del tabernáculo. El primer velo es llamado “la rejilla” (Ex. 26:36, heb.). Un pecador era llevado a Dios mediante la reconciliación de la sangre propiciatoria para que entrara en el Lugar Santo a través de esta rejilla. Esto tipifica el primer paso de la reconciliación. El segundo velo (Ex. 26:31-35; He. 9:3) todavía lo separaba de Dios, quien estaba en el Lugar Santísimo. Este velo tenía que ser rasgado para que el pecador pudiera ser traído a Dios, quien estaba en el Lugar Santísimo. Éste es el segundo paso de la reconciliación. Los creyentes corintios habían sido reconciliados con Dios, habiendo pasado el primer velo y entrado en el Lugar Santo. No obstante, todavía vivían en la carne. Tenían que pasar el segundo velo, el cual ya había sido rasgado (Mt. 27:51; He. 10:20), para poder entrar en el Lugar Santísimo y vivir con Dios en su espíritu (1 Co. 6:17). La meta de esta epístola es conducir a los corintios hasta este punto para que sean personas que vivan en el espíritu (1 Co. 2:14), en el Lugar Santísimo. Esto es lo que el apóstol quería decir con la expresión: “Reconciliaos con Dios”.

En el Antiguo Testamento, cuando un pecador se presentaba ante Dios, él primero tenía que ir al altar para que sus pecados fueran perdonados por medio de la sangre de la ofrenda por el pecado. Después de experimentar el perdón de los pecados, él podía entrar al Lugar Santo. Éste es el primer paso de la reconciliación, el paso por el cual un pecador empieza a ser reconciliado con Dios. Ésta era la situación de los creyentes de Corinto, y es también la situación de la mayoría de los cristianos genuinos de hoy. Sólo en parte hemos sido reconciliados con Dios por medio de la cruz sobre la cual Cristo murió como nuestra ofrenda por el pecado, y donde derramó Su sangre para lavarnos de nuestros pecados. Cuando creímos en Él, fuimos perdonados por Dios, reconciliados con Él y devueltos a Él. Anteriormente, nos alejamos de Dios y nos descarriamos, pero mediante el arrepentimiento, volvimos a Él y fuimos reconciliados con Él. Sin embargo, fuimos reconciliados con Dios sólo en parte, a medias.


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