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Estudio-vida de Hechospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1419-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 64 de 72 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE HECHOS

MENSAJE SESENTA Y CUATRO

LA PROPAGACION EN ASIA MENOR Y EUROPA MEDIANTE EL MINISTERIO DE LA COMPAÑIA
DE PABLO

(30)

Lectura bíblica: Hch. 24:22-27; Gá. 1:17; Col. 1:25; 1 Ti. 1:3-4; 2 Ti. 1:14; 2:2, 22

En Hechos 24:1-9 el abogado de los judíos acusa a Pablo, y en 24:10-21, Pablo se defiende ante Félix, el gobernador romano de Judea. Luego, en 24:22-27, vemos que el apóstol permaneció bajo la custodia del político romano injusto y corrupto. Leamos Hechos 24:27: “Pero al cabo de dos años, recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo”. Lucas no revela lo que Pablo hizo durante esos dos años. Por tanto, en este mensaje hablaremos de lo que él probablemente hizo en ese lapso de tiempo.

PABLO RECIBIO REVELACION
POR MEDIO DEL CONOCIMIENTO QUE TENIA
DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Lucas no comenta nada acerca de los dos años que Pablo permaneció bajo custodia en Cesarea, así como tampoco menciona lo que él hizo cuando estuvo en Arabia, después de su conversión. Respecto a su estadía en Arabia, Pablo solamente dijo: “Ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco” (Gá. 1:17). Es difícil determinar a qué lugar de Arabia fue, y cuánto tiempo permaneció allí después de su conversión. De cualquier forma, debe de haber sido un lugar apartado de los cristianos, y el tiempo de su estancia probablemente fue largo. El se refirió a esto para indicar que no había recibido el evangelio de parte de los hombres (Gá. 1:12). Esto indica que durante su estadía en Arabia, Pablo seguramente recibió directamente del Señor alguna revelación acerca del evangelio.

Indudablemente el conocimiento que Pablo poseía del Antiguo Testamento le permitió recibir la revelación divina de parte del Señor mientras estuvo en Arabia. El apóstol era un asiduo estudiante del Antiguo Testamento. Este hecho lo demuestra la forma en que explicó el Antiguo Testamento en las Epístolas a los Romanos, Gálatas y Hebreos. Al leer estas epístolas, vemos que él tenía un conocimiento completo del Antiguo Testamento y, por otra parte, que poseía el debido discernimiento de las Escrituras. Un ejemplo de esto es la alegoría que Pablo presenta acerca de Sara, la esposa de Abraham, y de Agar, la concubina de éste, en donde declara que estas mujeres representan dos pactos (Gá. 4:22-26). De no ser por la alegoría que Pablo presenta en Gálatas 4, podríamos leer Génesis una y otra vez sin ver que Sara y Agar representan dos pactos. Pero el apóstol, quien conocía muy bien la verdad contenida en el Antiguo Testamento, pudo ver esto. Por medio de dicho conocimiento, la luz divina entró en él. Sus escritos demuestran que entendía perfectamente los tipos que se presentan en el Antiguo Testamento acerca de la persona y obra de Cristo. El conocimiento que tenía de las Escrituras fue una de las razones por las que fue capaz de recibir tanta revelación divina.

PABLO RECIBIO REVELACION
DIRECTAMENTE DEL SEÑOR

Aunque el apóstol Pablo recibió muchas revelaciones del Señor con base en su conocimiento del Antiguo Testamento, vemos que hay ciertos aspectos de la revelación que no se basan en el Antiguo Testamento. Un ejemplo de esto es lo que declara en los capítulos siete y ocho de Romanos, donde afirma que existen diferentes clases de ley. En Romanos 8:2, él dijo: “Porque la ley del Espíritu de vida me ha librado en Cristo Jesús de la ley del pecado y de la muerte”. En este versículo Pablo habla de dos leyes: la ley del pecado y de la muerte, y la ley del Espíritu de vida. En Romanos 7, además de mencionar la ley de Dios (v. 22), él habla de: “la ley de mi mente” (v. 23), que consiste en hacer el bien, y en Romanos 7:23, menciona: “la ley del pecado que está en mis miembros”. Por tanto, en estos dos capítulos, Pablo habla de cuatro leyes: la ley escrita de Dios, la ley del bien, la ley del pecado y de la muerte, y la ley del Espíritu de vida. A diferencia de la ley de Dios, las demás leyes, la ley del bien, la ley del pecado y de la muerte, y la ley del Espíritu de vida, no son leyes escritas, sino principios inmutables de vida.

Cada clase de vida tiene su propia ley. La ley del bien es la ley de la vida humana; la ley del pecado y de la muerte es la ley de la vida pecaminosa y satánica, y la ley del Espíritu de vida es la ley de la vida divina. Estas tres leyes se basan en los principios que rigen cada clase de vida. La vida humana tiene su propia ley, la vida satánica tiene su ley pecaminosa, y la vida divina, que es la vida más elevada, indudablemente tiene una ley divina.

¿De dónde obtuvo Pablo la revelación acerca de estas tres leyes? He hecho lo posible por descubrir esto, pero no he podido. Lo más probable es que Pablo recibiera esta revelación directamente del Señor. Además, su conocimiento de estas leyes se basaba en su experiencia. Pablo había experimentado la ley de la mente, la ley del bien. También experimentó la ley del pecado y de la muerte. Al respecto, él declaró: “Pero veo otra ley en mis miembros, que está en guerra contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros” (Ro. 7:23). Antes de esto, en el mismo capítulo, Pablo había declarado: “Pues yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso practico. Mas si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que yo, queriendo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está conmigo” (vs. 18-21). Por tanto, basado en su propia experiencia, Pablo descubrió que existe una ley llamada la ley del pecado y de la muerte. Además, a partir de su experiencia cristiana, Pablo descubrió que existe una ley más elevada dentro de él: la ley de la vida divina. Sin duda alguna él recibió la revelación acerca de la ley del bien, de la ley del pecado y de la de la muerte, y de la ley del Espíritu de vida.

Gracias a la revelación que el Señor le dio, él pudo ministrar a los demás las riquezas de estas revelaciones cada vez que predicaba. Dicha revelación lo capacitó para escribir cartas como 1 y 2 Tesalonisenses, Romanos, Gálatas y 1 y 2 Corintios. Todos los escritos de Pablo están llenos de la revelación divina. Lo que queremos subrayar es que Pablo debió haber recibido mucha revelación de parte del Señor durante su estancia en Arabia.


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