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Estudio-vida de Jacobopor Witness Lee

ISBN: 0-7363-3277-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 2 de 14 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE JACOBO

MENSAJE DOS

LAS VIRTUDES PRÁCTICAS
DE LA PERFECCIÓN CRISTIANA

(2)

Lectura bíblica: Jac. 1:1-12

En el versículo 2 del capítulo 1, Jacobo nos exhorta a tener por sumo gozo cuando nos hallemos en diversas pruebas. En el versículo 3 él añade: “Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce perseverancia”. Aquí la palabra fe se refiere a la fe cristiana, la cual Dios dio en Cristo (2:1; Ef. 2:8).

LA PRUEBA DE LA FE PRODUCE PERSEVERANCIA

Jacobo dice en el versículo 3 que la prueba de nuestra fe, el examen y evaluación de nuestra fe, produce perseverancia. Puedo testificar que mi perseverancia ha aumentado como resultado de la oposición y la prueba. Las pruebas que sufrimos producen perseverancia.

La perseverancia es diferente de la paciencia. Es posible ser pacientes y no tener mucha perseverancia. Tal vez nuestra paciencia sea frágil. Por consiguiente, lo que necesitamos es una paciencia duradera. Esta paciencia duradera es la perseverancia.

Cuando alguien nos maltrata, es posible que al principio ejercitemos paciencia. Pero pronto nos damos cuenta de que la paciencia por sí sola no es suficiente, ya que al sufrir las pruebas también necesitamos perseverancia. La perseverancia es producida por la prueba, la evaluación, el examen, de nuestra fe.

PERFECTOS Y CABALES

En el versículo 4 Jacobo continúa diciendo: “Mas tenga la perseverancia su obra perfecta, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. Aunque es posible que Jacobo no haya tenido una visión clara en cuanto a la diferencia que existe entre la gracia y la ley, su epístola se distingue y destaca en su presentación de la conducta cristiana, pues da énfasis a la perfección cristiana práctica a fin de que los creyentes sean “perfectos y cabales, sin que [les] falte cosa alguna”. Éste puede considerarse el tema principal de esta epístola. Tal perfección en el comportamiento cristiano requiere las pruebas de la disciplina gubernamental de Dios y la perseverancia de los creyentes por la virtud del nacimiento divino, obtenido mediante la regeneración por la palabra implantada (vs. 18, 21).

¿Cuál es la diferencia entre ser perfecto y ser cabal? Para contestar esta pregunta, usemos el ejemplo de un rompecabezas. Afirmamos que un rompecabezas es perfecto si tiene todas las piezas. Si tan sólo le faltara una, no sería perfecto. Por consiguiente, ser perfecto significa que se tiene todas las piezas de una unidad completa. Nuestro cuerpo no sería perfecto si le faltara algún miembro. Así, pues, ser perfecto significa tener todas las partes o piezas de cierta unidad.

¿Qué significa ser cabal? Usando el ejemplo del rompecabezas, podríamos afirmar que cuando se juntan todas las piezas, el resultado es una unidad íntegra y cabal. Supongamos que el rompecabezas es de cien piezas. Si tenemos todas las piezas, diríamos que el rompecabezas es perfecto. Pero si después juntamos las piezas y las ponemos en el lugar correcto, podremos decir que el rompecabezas es una unidad entera y cabal. Por lo tanto, la palabra cabal, que aparece en 1:4, denota el todo, la totalidad, de una unidad.

En 1:4 Jacobo no usa las palabras perfectos y cabales como sinónimos. Lo que Jacobo quiere decir aquí es que necesitamos tener todos los elementos de la perfección cristiana práctica. Si tenemos todos estos elementos, seremos perfectos. Luego, una vez que tengamos esto, tendremos la perfección cristiana en un sentido cabal; es decir, tendremos la perfección cristiana práctica como un todo.

Al referirse a la perfección cristiana práctica, la Epístola de Jacobo es muy descriptiva y detallada. Por un lado, esta perfección debe ser perfecta, es decir, debe contar con todos los elementos; por otro, debe ser una unidad completa, una unidad cabal. Ésta es la razón por la cual Jacobo concluye el versículo 4 con las palabras “sin que os falte cosa alguna”. Su deseo era que los destinatarios de su epístola fuesen perfectos y cabales en cuanto a su perfección cristiana práctica, sin que les faltase cosa alguna.

PEDIR A DIOS SABIDURÍA

En el versículo 5 Jacobo dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos con liberalidad y sin reproche, y le será dada”. Fue en Su sabiduría que Dios en Cristo concibió y llevó a cabo Su plan eterno (1 Co. 2:7; Ef. 3:9-11; Pr. 8:12, 22-31). Asimismo, en Su economía neotestamentaria, Dios hizo que Cristo fuera hecho primeramente nuestra sabiduría (1 Co. 1:24, 30). La sabiduría de Dios es necesaria para alcanzar la perfección cristiana práctica. Por lo tanto, debemos pedírsela a Dios.

Según el contenido de esta epístola, parece que Jacobo no tenía una visión clara con respecto a la economía neotestamentaria de Dios. No obstante, sí tuvo sabiduría para presentar los asuntos relacionados con la vida cristiana práctica.

Jacobo era considerado un hombre de oración. Aquí él exhorta a los destinatarios de su epístola a orar pidiendo sabiduría, lo cual da a entender que Dios le dio sabiduría en respuesta a la oración. En su epístola, Jacobo recalca la oración (5:14-18). La oración es una de las virtudes de la perfección cristiana práctica.

En el versículo 5 Jacobo nos dice que si nos falta sabiduría, se la pidamos a Dios. Para alcanzar perfección en cuanto a nuestro comportamiento, la necesidad básica es tener sabiduría. Una persona necia no puede alcanzar perfección. Pero si estamos llenos de sabiduría, en cada actividad de nuestra vida diaria nos conduciremos de manera perfecta. Esto nos muestra que la perfección se obtiene primordialmente mediante la sabiduría. Una persona sabia puede alcanzar perfección; pero si nos falta sabiduría, es posible que ofendamos a los demás con palabras necias. Nuestras palabras pueden dar a conocer que no tenemos la debida sabiduría. Así que, si estamos faltos de sabiduría, debemos pedírsela a Dios.

Jacobo dice que si le pedimos sabiduría a Dios, Él nos la dará con liberalidad y sin reproche. Dar con liberalidad es dar con simplicidad, generosamente, sin reserva (Ro. 12:8; 2 Co. 8:2).

Lo que dice Jacobo aquí da a entender que él es una persona piadosa y que conoce a Dios. En este versículo Jacobo no dijo: “Si les falta sabiduría, deben aprender de mí. Déjenme darles algunas pláticas o algunos libros para leer. Entonces tendrán sabiduría”. En vez de hablar así, Jacobo, una persona piadosa, animó a los que leerían su epístola a pedírsela a Dios. Él conocía a Dios y en particular sabía que Dios es generoso. Por eso dijo en este versículo que cuando Dios da, da sin reproche. En contraste con esto, un hombre mezquino no desea dar nada; si diera algo, lo daría con reproches, con palabras que demuestran su mezquindad. El Dios generoso no es como tal hombre; Él da con liberalidad y sin reproche alguno. Puesto que Jacobo era un hombre piadoso, un hombre que conocía a Dios, sabía esto.


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