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Estudio-vida de Lucaspor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1203-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 31 de 79 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LUCAS

MENSAJE TREINTA Y UNO

EL SALVADOR-HOMBRE LLEVA A CABO
SU MINISTERIO EN SUS VIRTUDES HUMANAS
CON SUS ATRIBUTOS DIVINOS
DE GALILEA A JERUSALEN

(9)

Lectura bíblica: Lc. 13:1-35

En este mensaje estudiaremos el pasaje 13:1-35.

ENSEÑA EN CUANTO AL ARREPENTIMIENTO

Lucas 13:1 dice: “Ahora bien, en este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos”. La expresión griega traducida ahora bien también puede traducirse “aún”, “y” o “además”. Usamos la expresión ahora bien no para trasmitir el elemento de tiempo sino para indicar continuación. Ahora bien indica que 13:1-9 es la continuación de los últimos versículos del capítulo doce, que trata más ampliamente el asunto del arrepentimiento. El Señor usa los dos incidentes mencionados en 13:1-5 para recordarles a los judíos que ése era el momento en que ellos debían arrepentirse; de no ser así, todos perecerían como las víctimas de aquellos dos incidentes.

Lo que el Señor dijo al final del capítulo doce indicaba que El quería que los judíos se arrepintieran. Ahora en el capítulo trece El habla más acerca del arrepentimiento. Referente al caso de los galileos, cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos, El dijo a los que estaban presente: “¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (vs. 2-3). Luego prosiguió al segundo caso, el de “aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató” (v. 4). Otra vez el Señor advertía a la gente que se arrepintiera. Parecía decirles: “No penséis que aquellas personas eran pecadoras, y los demás no lo eran. Antes si no os arrepentís, todos pereceréis”.

En los versículos del 6 al 9 el Señor cuenta la parábola de un hombre que tenía una higuera plantada en su viña. La palabra y al principio del versículo 6 indica que estos versículos son la continuación de los versículos precedentes, en los que se habla del arrepentimiento.

Esta parábola indica que Dios, el dueño de la viña, vino en el Hijo a los judíos, quienes fueron comparados con una higuera (Mt. 21:19; Jer. 24:2, 5, 8) plantada en la tierra prometida, o sea la viña (Mt. 21:33), para buscar fruto de ellos. El había buscado fruto por tres años (Lc. 13:7) y no había encontrado nada. El deseaba cortarlos, pero Dios el Hijo, el viñador, oró por ellos, pidiendo que Dios el Padre los tolerara hasta que El muriera por ellos (cavara la tierra alrededor de la higuera y abonara la higuera), esperando que se arrepintieran y produjeran fruto; de otro modo, serían cortados. Los sucesos mencionados en 11:29-32 y 42-52 que revelan al pueblo judío como una generación maligna, confirman esta interpretación.

En esta parábola los judíos son considerados por Dios como una higuera. Cuando Dios no encontró fruto en el árbol, decidió cortarlo. Pero el viñador, el Señor Jesús, rogó que no lo hiciera hasta que por medio de Su muerte, El cavara alrededor del árbol. Luego, si el árbol aún no daba fruto, podría cortarlo. Esto fue lo que en realidad sucedió. Puesto que los judíos no se arrepintieron, aun después de que el Señor Jesús murió y resucitó, y el Espíritu vino, la higuera fue cortada. Esto sucedió en el año 70 d. de C. cuando Tito condujo el ejército romano a Jerusalén y la destruyó. Dicha destrucción estaba implícita en el hecho de que la higuera fue cortada.

SANA Y LIBERA EN SABADO
A UNA MUJER QUE ANDABA ENCORVADA
Y A QUIEN SATANAS HABIA ATADO

En 13:10-17 el Salvador-Hombre sana y libera en sábado a una mujer que andaba encorvada y a quien Satanás había atado. Los versículos 10 y 11 dicen: “Enseñaba Jesús en una de las sinagogas en sábado; y he aquí, había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar”. Este “espíritu” era un demonio, uno de los espíritus de los seres vivientes que existieron en la era preadamítica y que fueron juzgados por Dios cuando se unieron a la rebelión de Satanás. Los ángeles caídos obran con Satanás en el aire (Ef. 2:2; 6:11-12), y los espíritus inmundos, estos demonios, se mueven con él en la tierra. Ambos operan en el hombre de modo maligno a favor del reino de Satanás.

Debido a un espíritu de enfermedad, esta mujer andaba encorvada. La expresión griega traducida andaba encorvada significa “toda doblada”. Es posible que esto se refiera a la opresión extrema que el demonio ejerce sobre una persona, de modo que permanezca inclinada sólo hacia el mundo satánico y sea incapaz de enderezarse para mirar al cielo.

El Señor Jesús vio que la mujer andaba encorvada y que no podía enderezarse de ninguna manera y así estaba obligada a mirar hacia la tierra, puesto que Satanás operaba en ella por medio de los demonios. El Señor le dijo: “Mujer, eres libre de tu enfermedad. Y le impuso las manos; y ella se enderezó al instante, y se puso a glorificar a Dios” (vs. 12-13). Aquí vemos que la mujer no pidió al Señor que la sanara; más bien, El tomó la iniciativa y liberó a la mujer que andaba encorvada y a quien Satanás había atado.

El versículo 14 dice: “Pero el principal de la sinagoga, indignado porque Jesús hubiese sanado en sábado, dijo a la multitud: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en el día de sábado”. Aquí vemos que Satanás no solamente usa al espíritu maligno para poseer a la mujer, sino también al líder religioso para oponerse a la mujer que el Señor había liberado. El usurpador emplea mucho la religión para mantener oprimido al pueblo escogido de Dios. Al principal de la sinagoga, quien era un religioso, le interesaban los preceptos religiosos y no el sufrimiento de esta mujer, quien era descendiente de Abraham.

En los versículos 15 y 16 el Señor contestó al principal de la sinagoga: “¡Hipócritas! ¿No desata cada uno de vosotros en sábado su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de sábado?” El hecho de que la mujer era una hija de Abraham muestra que era parte del pueblo escogido de Dios. Sin embargo, Satanás la tenía atada. Esto indica que cuando los demonios poseen a las personas, en realidad es Satanás quien las ata. Por eso, echar fuera al demonio es derrotar a Satanás (Mt. 12:29). Fue correcto desatar a esta mujer de la ligadura en el día de sábado, ya que el reposo sabático fue ordenado por Dios para que el hombre descansará (Gn. 2:3), y no para que el hombre permaneciera en el cautiverio.

¿Por qué pone Lucas este caso aquí? Para responder a esta pregunta, debemos recordar que este suceso tuvo lugar cuando el Salvador-Hombre iba hacia Jerusalén, donde la atmósfera era extremadamente religiosa. Yo creo que el Señor Jesús entró en la sinagoga y sanó a esta mujer para mostrar a Sus discípulos que El no tenía la intención de guardar los formalismos muertos de la religión ni los preceptos sabáticos distorsionados. El quebrantó deliberadamente aquellos preceptos para que Sus discípulos supieran que El no había venido a guardar los preceptos que sujetaban a la gente al sufrimiento, sino a quebrantarlos de manera que los que sufrieran pudieran ser librados por la bendición del jubileo.

Cuando el Señor Jesús sanó a la mujer que Satanás había atado y que andaba encorvada, El la condujo al jubileo. En el capítulo cuatro El proclamó el jubileo, en el cual los cautivos y los oprimidos serían liberados. Por lo tanto, dicho caso es el cumplimiento de la proclamación del jubileo hecha en el capítulo cuatro. La intención del Señor era mostrarles a los discípulos que El iba a Jerusalén, no para observar los preceptos religiosos, sino para quebrantarlos, de manera que el pueblo fuera introducido en el jubileo.


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