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Estudio-vida de 1 Corintiospor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1445-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

Actualmente disponible en: Capítulo 46 de 69 Sección 1 de 3

ESTUDIO-VIDA DE LA PRIMERA
EPISTOLA A LOS CORINTIOS

MENSAJE CUARENTA Y SEIS

LO TOCANTE A COMER
DE LO SACRIFICADO A LOS IDOLOS

(3)

Lectura bíblica: 1 Co. 9:16-27

Hicimos notar que en 9:1-15 se revela cuán puro era Pablo. Empleamos la palabra puro en el sentido bíblico. Por ejemplo, el Señor dijo: “Bienaventurados los de corazón puro, porque ellos verán a Dios” (Mt. 5:8). Ser puro significa tener un solo propósito al buscar a Dios. Si tenemos una sola meta, somos puros, de lo contrario, somos impuros. Al decir que Pablo era puro y que los corintios eran impuros queremos decir que en éste había un solo propósito al buscar a Dios, mientras que ellos tenían diversas intenciones. Debido a que no eran puros, pusieron en duda el apostolado de Pablo y querían examinarle. En 2 Corintios 12:16 vemos que algunos creyentes corintios pensaban que Pablo se estaba aprovechando astutamente de los bienes materiales de ellos, lo cual comprueba que sus intenciones no eran puras.

Nuestras intenciones determinan si somos puros o no. Estas pudieran estar relacionadas con nuestro beneficio personal. Los problemas que suceden en las iglesias a menudo están ligados a la búsqueda de beneficios personales. Si se beneficia de algún aspecto de la vida de iglesia, usted estará contento y se dará a la iglesia. Pero si no halla ningún beneficio, tal vez se sentirá insatisfecho y le hallará defectos. Cuando no recibimos lo que esperamos, tal vez estaremos insatisfechos con la iglesia, los ancianos o los santos. Esto muestra que no somos puros y que nuestra intención es buscar el beneficio propio.

Todos nosotros amamos al Señor y valoramos Su recobro. Tal vez hasta nos levantamos en las reuniones y declaramos que nos consagramos a Cristo y la iglesia. Incluso podemos decir que Cristo es maravilloso y la iglesia también. Pero si nuestras intenciones no son puras, es posible que empecemos a tener problemas con la iglesia inmediatamente después de haber hecho estas afirmaciones. En cuanto a nuestras intenciones, debemos ser crucificados juntamente con Cristo. Necesitamos que la cruz afecte nuestras intenciones.

Pablo era puro porque sabía por experiencia lo que era estar crucificado juntamente con Cristo y ser un solo espíritu con El. Esto es lo que experimentaba en su vida cotidiana. Así que, sus intenciones no giraban en torno a su beneficio personal, sino que estaban fundadas en Cristo y en torno a El. A esto se debe que fuera tan puro y que pudiera hablar con denuedo, franqueza y firmeza en 9:1-15. Como el cirujano que se limpia de toda bacteria antes de intervenir a una persona, así Pablo pudo intervenir a los corintios. Si él no hubiera estado puro, les habría trasmitido su impureza. Pero como era puro, pudo intervenir espiritualmente a los creyentes corintios sin contaminarlos.

C. Su fidelidad

1. Le es impuesta necesidad

Después de ver la pureza de Pablo en 9:1-15, examinemos los versículos 16-23 y veamos su fidelidad. En el versículo 16 él escribe: “Pues si predico el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no predico el evangelio!” Al usar la palabra necesidad, Pablo se refiere a una carga que se convierte en presión. Esta necesidad, esta carga que presiona, la cual le fue impuesta, es la prédica del evangelio. Por esto podía decir: “¡Ay de mí si no predico el evangelio!” A Pablo no le importaba cómo lo trataban los corintios, ni cómo reaccionaban a sus palabras, lo que pesaba sobre él era el deseo de llevar a cabo la obra de su ministerio, la predicación del evangelio, la cual le era una necesidad. Pablo sabía que si no predicaba, sufriría pérdida. Esto muestra su fidelidad.

La fidelidad, así como el amor, nos ciega. Si estamos muy conscientes de la actitud y la reacción de los demás para con nosotros, eso podría indicar que no somos fieles. Predicar el evangelio sólo cuando los demás nos favorecen no es un acto de fidelidad. Si somos fieles en predicar el evangelio, no nos preocupará la reacción de los demás ni la manera en que nos traten, porque sentimos la carga y la necesidad de cumplir nuestro ministerio. Esta fidelidad ciega a la persona para que no vea la reacción de los demás.


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