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Estudio-vida de Romanospor Witness Lee

ISBN: 0-7363-2929-3
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ESTUDIO-VIDA DE ROMANOS

MENSAJE DIECISIETE

LA SANTIFICACIÓN EN VIDA

Antes de llegar a la sección sobre la glorificación, tengo la carga de dar un mensaje adicional sobre la santificación en vida.

LA JUSTICIA, LA SANTIDAD Y LA GLORIA DE DIOS

Pablo era un escritor excelente, y sus pensamientos eran muy profundos. En el libro de Romanos, Pablo primero presenta el tema de la condenación y luego continúa con la justificación, la santificación y la glorificación. En todo lo que Dios hace con nosotros, Él siempre tiene presente tres de Sus atributos divinos: Su justicia, Su santidad y Su gloria. Dios es justo, Dios es santo y es un Dios de gloria. La justicia se relaciona con los hechos de Dios, con Sus caminos, Sus actos y Sus actividades. Todo lo que Dios hace es justo. La santidad es la naturaleza de Dios; no se trata de la conducta de uno, sino de su propia naturaleza. Así como la madera es la naturaleza de una mesa, y el papel, la de un libro, así también la santidad es la naturaleza de Dios. Los hechos de Dios se rigen por la justicia, y Su naturaleza, por la santidad; pero, ¿qué es la gloria? La gloria es la expresión de Dios. Cuando Dios se expresa, se ve la gloria. Por lo tanto, en la justicia vemos los caminos de Dios; en la santidad vemos Su naturaleza; y en la gloria vemos Su expresión. Tres de las secciones de Romanos —las que tratan sobre la justificación, la santificación y la glorificación— fueron escritas en conformidad con estos tres atributos divinos: la justificación que está en conformidad con la justicia de Dios, la santificación que está en conformidad con la santidad de Dios, y la glorificación que está en conformidad con la gloria de Dios.

En la primera etapa de la salvación que Dios nos otorga, participamos de la justicia de Dios. Ésta es la justificación en la que obtenemos la justicia de Dios. En la segunda etapa nos encontramos en el proceso de la santificación, en el cual Dios forja Su naturaleza divina en nosotros. En la justificación, la justicia de Dios es contada como nuestra, pero no es forjada en nosotros. Pero, en la santificación que Dios realiza en nosotros, Su santidad es forjada en nuestro ser. Aunque externamente ya obtuvimos la justicia de Dios y participamos de ella, nos hace falta que la santidad de Dios sea forjada internamente en nuestro ser. La segunda etapa de la salvación que Dios nos otorga consiste en que Dios forje Su naturaleza divina en nuestro ser.

A fin de efectuar esto, Dios pasó por un proceso y se hizo disponible a nosotros como el Espíritu de vida (8:2). Antes de ser procesado, Él no estaba disponible para efectuar la obra subjetiva de la santificación. Antes de pasar por este proceso, Él había creado todo el universo, pero no pudo entrar en Su criatura. Aunque Él podía hacer muchas cosas fuera de nosotros, no pudo entrar en nosotros, sino hasta que hubo pasado completamente por los procesos de encarnación, crucifixión y resurrección. Habiendo sido procesado, Él llegó a estar disponible para nosotros en calidad de Espíritu de vida. Ahora, como el aire que se puede respirar (Jn. 20:22), Él fácilmente entra en nosotros. Dios, como Espíritu de vida, el Espíritu que está tan disponible para nosotros, entró en nuestro espíritu y lo hizo vida. Ya que Cristo, el Espíritu vivificante, está en nosotros, nuestro espíritu es vida a causa de la justicia (8:10). Es por medio de la regeneración que el Señor ha hecho que nuestro espíritu sea vida. Ahora, el Señor, quien es el Espíritu de vida que está en nuestro espíritu, se está extendiendo de nuestro espíritu a nuestra alma, es decir, a nuestra mente, a nuestra parte emotiva y a nuestra voluntad. Finalmente, Él se extenderá a nuestro cuerpo mortal. Ésta es la forma en la que Dios nos satura consigo mismo. Esta saturación es llamada la santificación. Es por medio de esta saturación que Dios se forja a Sí mismo con Su naturaleza santa en todo nuestro ser, es decir, en nuestro espíritu, en nuestra alma y en nuestro cuerpo (1 Ts. 5:23). Así que, con Su naturaleza santa Él completamente impregnará y santificará todo nuestro ser. Actualmente nos encontramos en este proceso de santificación, que es la segunda etapa de la salvación que Dios nos otorga.

En la próxima etapa seremos arrebatados y glorificados, lo cual será la redención de nuestro cuerpo. La glorificación es la etapa en la que nuestro cuerpo vil será transfigurado en un cuerpo glorioso (Fil. 3:21). En ese tiempo seremos inmersos completa y absolutamente en el propio Dios que es nuestra gloria. Entonces seremos plenamente glorificados.

La primera etapa de la obra salvadora de Dios, la justificación, se relaciona con nuestro espíritu. La segunda etapa, la santificación, principalmente tiene que ver con nuestra alma y efectúa una pequeña cantidad de saturación en nuestro cuerpo. Y la tercera etapa, la glorificación, se relaciona principalmente con nuestro cuerpo físico. En Romanos 8:10 Pablo dice que si Cristo está en nosotros, nuestro espíritu es vida a causa de la justicia, lo cual quiere decir que en la etapa de la justificación realizada por Dios hemos obtenido la justicia. Por medio de esta justicia nuestro espíritu ha sido vivificado y en realidad llega a ser vida. Sin embargo, la vida divina aún no ha saturado nuestra alma. Por lo tanto, necesitamos cooperar con el Cristo que mora en nuestro interior al poner nuestra mente en el espíritu, lo cual permitirá que el Espíritu de vida sature nuestra mente consigo mismo. Entonces nuestra mente será vida. Si continuamos cooperando con este Dios que nos satura y se propaga, Él se extenderá desde nuestro espíritu hasta nuestro cuerpo mortal. Entonces, sólo necesitaremos esperar el tiempo en que nuestro cuerpo sea introducido plenamente en Su gloria, lo cual será nuestra glorificación.

Ahora podemos entender por qué Pablo escribió Romanos en el orden en que lo hizo, presentando primero la justificación, después la santificación y, por último, la glorificación. Estas tres secciones abarcan las tres etapas de la salvación completa y corresponden a las tres partes de nuestro ser. En la justificación nuestro espíritu es vivificado; en la santificación nuestra alma es hecha vida; y en la glorificación aun nuestro cuerpo estará lleno de vida. Cuando este proceso se haya completado, no sólo seremos justificados y santificados, sino también glorificados. Actualmente nos encontramos en el proceso de la santificación. Ésta es la razón por la cual tengo la carga de dar este mensaje acerca de la santificación en vida. Aunque usted nunca haya oído la expresión santificación en vida, es un hecho innegable.

Desde el inicio del libro de Romanos hasta el versículo 13 del capítulo 8, se presentan dos temas principales: la justificación y la santificación. En la justificación Dios nos concede Su justicia, la cual es Cristo mismo. Dios ha hecho a Cristo justicia para nosotros. Sin embargo, esto es un hecho objetivo, porque la justicia es Cristo como nuestra cubierta. Por lo tanto, la justicia es objetiva; es semejante a un techo que nos protege. Pero en la segunda etapa, la santificación, Dios forja a Cristo en nosotros para hacer que Él sea nuestra santificación subjetiva. Finalmente, todo nuestro ser será saturado con la naturaleza santa de Dios. En esto consiste la santificación en vida.


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