Estudio-vida de Isaíaspor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6375-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En este mensaje abordaremos otros dos puntos secretos y misteriosos hallados en el libro de Isaías. Estos dos puntos, que son mucho más elevados que los temas abordados en los mensajes anteriores, están relacionados con Cristo como Dios-hombre y con Israel. Como veremos, el juicio humillante de Jehová ejecutado sobre las naciones introduce al Dios-hombre, Cristo, lo cual resulta en la restauración de la nación de Israel. Tanto la venida de Cristo como la restauración de Israel son producto del justo juicio de Jehová ejecutado sobre las naciones. Cuanto más juzga Dios a las naciones, más viene Cristo; y cuanto más viene Cristo, más la restauración de Israel es producida. La venida de Cristo y la restauración de Israel redundarán finalmente en el reino milenario. Al final, el milenio alcanzará su consumación en la última era de la economía de Dios, esto es, en el cielo nuevo y la tierra nueva.
Si nuestro entendimiento del libro de Isaías se limita a asuntos tales como el hecho de que nuestros pecados quedan blancos como la nieve (1:18), dicho entendimiento es muy deficiente. El punto más elevado hallado en el libro de Isaías es el referente a la venida del Dios-hombre, Cristo, lo cual resulta en la restauración de la nación de Israel, y esto, a su vez, trae el reino y consuma en el cielo nuevo y la tierra nueva.
Debido a que las naciones eran tan altivas, fue necesario que Jehová las humillase, las abatiese, por medio de Su juicio.
En 2:7-9 encontramos la acusación de Isaías contra las naciones altivas. Isaías estaba disgustado con las naciones y trajo su caso ante el tribunal celestial acusando a las naciones delante de Jehová.
Las naciones eran extremadamente ricas (v. 7). Su tierra estaba llena de plata y oro, y sus tesoros no tenían fin. Su tierra también estaba llena de caballos, y sus carros no tenían fin.
Su tierra estaba llena de ídolos; ellos se inclinaban ante la obra de sus manos, ante lo que habían hecho sus dedos (v. 8). Ellos no sólo eran ricos en dinero, sino también en ídolos. Los ídolos y el dinero siempre van juntos. Esto se cumple en la gente mundana de hoy. Cuando estas personas poseen mucho dinero, también tienen muchos ídolos. Ésta es la razón por la cual al dinero se le llama mammon (Mt. 6:24; Lc. 16:9, 11, 13).
Debido a que las naciones pusieron su confianza en los ídolos, Dios las juzgó a fin de humillarlas. Por tanto, el hombre común fue humillado, y el hombre distinguido fue abatido (Is. 2:9a).
Al acusar a las naciones altivas, Isaías pidió a Jehová que no perdonara a dichas naciones (v. 9b).
En 2:10-22 vemos que Jehová juzga a las naciones altivas humillándolas.
El primer objeto del juicio de Dios es la mirada altiva del hombre y su altanería (vs. 11a, 17a). Toda persona tiene su propia clase de mirada. Por ejemplo, un banquero tiene la mirada propia de un banquero, y un profesor tiene la mirada propia de un profesor. Los que tienen una mirada altiva hacen gala de su dignidad; lo mismo sucede con aquellos que son altaneros.
Dios juzga todo lo soberbio y altivo y todo lo enaltecido (v. 12). Si estudiamos la historia, veremos que a lo largo de las eras Dios ha juzgado a quienes son soberbios, altivos y se enaltecen.
También son objeto del juicio de Jehová todos los cedros altos y erguidos del Líbano y todas las encinas de Basán (v. 13). Estos cedros y encinas tipifican a las personas altaneras, las que se exaltan a sí mismas. Todos los que se enaltecen y se hacen altivos serán “talados” por medio del juicio de Dios.
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