Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7796-6
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el primer capítulo de Juan, Juan el Bautista presentó al Señor Jesús a la gente. Después de esto, dos de los discípulos de Juan siguieron al Señor Jesús. Uno de ellos fue Andrés, el hermano de Simón Pedro. Luego Andrés trajo a su hermano para que conociera al Señor. “Le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)” (v. 42). Es sorprendente que cuando Jesús miró a Simón, le diera un nuevo nombre. Esto significaba que iba a cambiarlo y a reordenar su vida para que fuera algo diferente. El Señor iba a hacer de él una piedra apta para el edificio de Dios.
Es muy notoria la diferencia entre las palabras claras de Jesús y el concepto que tienen los cristianos de hoy. No somos salvos para un propósito secundario; no, somos salvos a fin de ser piedras útiles para el edificio de Dios. Sin lugar a dudas, Simón Pedro nunca olvidó estas palabras. Es por ello que en su Epístola nos dice que nosotros somos piedras vivas para ser edificados como casa espiritual: “Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual hasta ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 P. 2:5).
Hay otro asunto relacionado con el edificio de Dios en el primer capítulo de Juan. Felipe trajo a Natanael al Señor, y el Señor le dijo: “De cierto, de cierto os digo: Veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y descender sobre el Hijo del Hombre” (Jn. 1:51). Jacob tuvo un sueño en Génesis 28:12-19, y en ese sueño vio una escalera apoyada sobre la tierra, cuyo extremo tocaba el cielo, y los ángeles de Dios subían y descendían por ella. Esto significaba que la escalera conectaba los cielos y la tierra. Jacob llamó el nombre de aquel lugar Bet-el, que significa “la casa de Dios”. Jesús le dijo a Natanael que vería los ángeles de Dios subir y descender sobre el Hijo del Hombre. Esto significa que Jesús mismo es la escalera que conecta la tierra con el cielo, y que Él va hacernos a todos nosotros piedras para la edificación de Bet-el, la casa de Dios en la tierra.
En Juan 2 el Señor les dijo a los judíos: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y Tú en tres días lo levantarás? Mas Él hablaba del templo de Su cuerpo” (vs. 19-21). Jesús quería decir que los judíos lo matarían, pero que Él se levantaría en resurrección. Ellos mataron a Jesús, un solo individuo, pero en resurrección millones fueron resucitados juntamente con Él. Un solo individuo fue muerto en la cruz, pero millones se levantaron en resurrección. Cuando Jesús fue resucitado, todos nosotros fuimos resucitados en Él y con Él (Ef. 2:6), y es por medio de esta resurrección que Jesús edificará una casa espiritual para Dios. Es en la vida de resurrección que somos edificados conjuntamente como Bet-el, la casa de Dios.
Juan 3 es un pasaje muy conocido por muchos. Todos saben que habla del asunto de la regeneración, pero muy pocos cristianos se dan cuenta de que este capítulo revela que la regeneración tiene como meta producir la novia. Después que Juan el Bautista había recomendado a Jesús, la gente empezó a seguir al Señor. Sin embargo, Juan el Bautista aún practicaba su ministerio del bautismo. Debido a esto había dos grupos: uno de los que seguían a Jesús, y otro de los que seguían a Juan el Bautista. Esto causó problemas. En cuanto a Juan no había problema, pues Él entendía perfectamente lo que estaba haciendo, pero sus discípulos no entendieron. Fue por esa razón que vinieron a Juan y se quejaron de que los seguidores de Jesús estaban aumentando cada vez más en número. Ellos se sentían celosos por Juan (vs. 22-27). Entonces Juan dijo: “Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de Él. El que tiene la novia, es el novio; mas el amigo del novio, que está allí y le oye, se goza grandemente de la voz del novio; así pues, éste mi gozo se ha colmado. Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe” (vs. 28-30). Juan entendía claramente que todo el mundo debía seguir a Jesús. Él era el Novio, Aquel que había venido por la novia. Así que todos debían acudir a Él. De este modo podemos ver que la regeneración en Juan 3 tiene por finalidad producir la novia. Me temo que muchas personas hoy no han entendido claramente por qué han sido salvas, por qué fueron regeneradas. La razón por la que somos salvos y regenerados no es otra que seamos edificados para ser Su novia. El Señor nos está preparando por causa de la novia. Él es el Novio, y nosotros somos la novia que está siendo preparada.
El Señor no prepara Su novia de una forma externa; es decir, esta preparación no tiene que ver con enseñanzas e instrucciones externas ni con una corrección o mejoría externa; no es así como el Señor prepara la novia. ¡El Señor nos prepara al estar en nosotros! Él es inescrutablemente rico en nosotros, y como tal realiza una obra de transformación. Él no nos cambia externamente, sino en nuestro interior. Esto es una especie de cambio metabólico, en el que algo de Su elemento se forja en nuestro ser para reemplazar toda nuestra vejez. De este modo seremos renovados y transformados con miras a la edificación de Su novia. Esta novia que el Señor prepara será muy gloriosa. No será preparada por medio de enseñanzas ni correcciones, sino mediante un cambio metabólico interno.
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