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NN. EL JASPE Y LAS OTRAS PIEDRAS PRECIOSAS

Ahora abarcaremos el último, culminante y más notable símbolo neotestamentario de los creyentes: el jaspe y las otras piedras preciosas. Los creyentes pueden ser piedras vivas (1 P. 2:5) sin llegar a ser piedras preciosas. A la postre, todos los creyentes serán transformados en piedras preciosas. Por naturaleza somos de barro; pero desde que fuimos regenerados comenzamos a ser transformados. Gradualmente, somos transformados en piedras preciosas.

1. El jaspe representa la apariencia del Dios
que resplandece con la gloria de Dios
como luz de la Nueva Jerusalén
para la expresión de Dios

El jaspe representa la apariencia del Dios que resplandece con la gloria de Dios como luz de la Nueva Jerusalén para la expresión de Dios. En Apocalipsis 4:3 se nos dice claramente que Dios, quien está sentado en el trono, es semejante al jaspe, el cual, según 21:11, es “una piedra preciosísima [...] diáfana como el cristal”. Su color debe de ser un verde oscuro, que representa la vida en sus riquezas. El jaspe aquí, según lo indica 21:11, representa la gloria que Dios transmite en Su vida rica (Jn. 17:22, 2). Ésta es la apariencia de Dios, que también será la apariencia de la Nueva Jerusalén. El muro de la ciudad y su primer cimiento están edificados con este jaspe (Ap. 21:18-19).

Puesto que el jaspe es la apariencia de Dios, Su expresión, y puesto que nosotros hemos de ser transformados en jaspe, esto significa que hemos de ser la expresión corporativa del Dios Triuno. Que el muro de la Nueva Jerusalén sea de jaspe significa que toda la ciudad, la cual es la expresión corporativa del Dios Triuno en la eternidad, tiene la apariencia de Dios mismo. Dios, Aquel que está sentado en el trono en el centro de la Nueva Jerusalén, tiene la apariencia de jaspe; el muro, la circunferencia, de la ciudad está hecho de jaspe; y la luz de la ciudad es como de jaspe, diáfana como el cristal. Por tanto, toda la ciudad tiene la apariencia de Dios, Su expresión. Esto corresponde a lo dicho en 1 Juan 3:2: “Sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es”. Dios y los creyentes tendrán la misma apariencia: la apariencia del jaspe. Éste será el cumplimiento final de Génesis 1:26, pues ésta será la espléndida expresión corporativa del Dios Triuno.

2. Las otras piedras preciosas
representan las riquezas de la hermosura
de Cristo en diferentes aspectos
para los cimientos de la morada eterna de Dios

En Apocalipsis 21:19 y 20 los creyentes son simbolizados por otras once piedras preciosas además del jaspe. Las otras piedras preciosas representan las riquezas de la hermosura de Cristo en diferentes aspectos para los cimientos de la morada eterna de Dios. Cristo es la piedra de fundamento del edificio de Dios en la eternidad, y todas las piedras preciosas son los diferentes aspectos de las riquezas de Cristo como fundamento.

Los colores de las piedras preciosas descritas en 21:19 y 20 tienen la apariencia de un arco iris. Esto significa que la ciudad de la Nueva Jerusalén está edificada sobre la fidelidad de Dios para cumplir Su pacto y está asegurada por dicha fidelidad (Gn. 9:8-17). Debido a que el cimiento es edificado sobre la fidelidad con la cual Dios cumple Su pacto, este cimiento es fidedigno y confiable. Por tanto, el cimiento de la Nueva Jerusalén será un arco iris eterno que garantiza la fidelidad de Dios. Nada puede destruir o conmover la fidelidad de Dios. La fidelidad de Dios es el cimiento firme y seguro sobre el cual la Nueva Jerusalén es edificada.