Busqueda del cristiano, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4158-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La característica principal de la iglesia original era su simplicidad. Pero la iglesia hoy, después de haber sido alterada, ya no es sencilla. Según el principio de simplicidad, cuando surgió la iglesia primitiva, no había en ella muchas de las cosas que vemos en el cristianismo actual, ni siquiera tenía un lugar físico para adorar, como una catedral, que es algo que se valora tanto hoy en día. Los creyentes se reunían a veces en las plazas públicas, otras veces en el pórtico de Salomón y en otras ocasiones en sus hogares. Básicamente, no había capillas ni catedrales. El concepto de construir lugares físicos para adorar a Dios era inexistente hasta que se produjo la degradación de la iglesia bajo el catolicismo romano. La Iglesia Católica Romana introdujo en el cristianismo costumbres y prácticas paganas, incluyendo la idolatría. Los eruditos de la arquitectura estarán de acuerdo en que los mejores edificios y estructuras de Europa son las catedrales. Por ejemplo, se ha dicho que la Catedral de San Pedro, en el Vaticano, se construyó a un costo de 90,000,000 de libras esterlinas, una cantidad que en dólares habría que multiplicar varias veces más. Esto nos muestra en cuanta estima se tienen las catedrales en el cristianismo degradado.
El templo en el Antiguo Testamento era un edificio físico, y los templos o santuarios de los ídolos gentiles también eran construcciones físicas. Los judíos consideraban que el templo santo era la mejor construcción que tenían. El templo original fue destruido, y el segundo templo tardó cuarenta y seis años construirlo. Asimismo la mejor obra de arquitectura en cualquier parte de China se puede ver en los templos o santuarios. Sin embargo, cuando originalmente la iglesia fue establecida, la adoración a Dios no se llevaba a cabo “ni en este monte ni en Jerusalén”, sino “en espíritu” (Jn. 4:21, 23). Lo único que le interesa a Dios es nuestro espíritu. Por esta razón, la Biblia nos dice que, individualmente, nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo. Eso significa que Dios mora en nosotros (1 Co. 6:19; Ef. 2:22). Corporativamente, la iglesia es la casa de Dios, la morada de Dios. Esto significa que Dios mora en la iglesia (1 Ti. 3:15). Por lo tanto, la iglesia no es un edificio físico para adorar de forma religiosa.
Según el concepto religioso del hombre, una casa que es usada para las reuniones de la iglesia es diferente de cualquier otra casa. Una vez conocí a un grupo de creyentes de Tientsin que llamó a su local de reuniones “salón de asamblea santo”. Me preguntaba si estas personas no llamarían también sus hogares “residencias santas”. Por supuesto, un salón de reuniones y una casa común y corriente son distintas, pero la diferencia estriba únicamente en el propósito para el cual se usan, no en el hecho de que sean lugares santos o comunes. Cuando el Señor empezó Su obra de recobro en China, surgieron cristianos que siguieron el camino del recobro en muchas ciudades importantes. En aquel tiempo hubo un grupo de creyentes jóvenes que estaban estudiando medicina en la universidad de Ch’i-Lu. Después de que vieron la luz del Señor, empezaron a amarlo fervorosamente. Debido a que eran estudiantes que vivían en dormitorios, no tenían una casa o lugar donde reunirse. Por consiguiente, su primera reunión de la mesa del Señor tuvo lugar en un cementerio. Ellos pusieron el pan y la copa en una mesa donde se ofrecían sacrificios, y de esta manera ellos adoraron al Señor y lo recordaron. Sin embargo, todos los que asistieron a aquella reunión testificaron que nunca antes habían tocado la realidad de los cielos ni sentido lo precioso que es el Señor, tanto como ese día.
La iglesia es verdaderamente sencilla. Es tan sencilla que pareciera no tener nada que ver con reglas o preceptos. Sin embargo, hoy en día tal parece que no podemos partir el pan ni adorar al Señor a menos que tengamos un piano y una mesa. Recuerden que ésta es una situación degradada y deformada. Es posible que alguien diga que las catedrales de la Iglesia Católica son imponentes, que los cánticos sagrados son solemnes y que los obispos inspiran reverencia. Esto muestra que jamás se le ha ocurrido que estas cosas corresponden a una situación deformada. En contraste, el local de reuniones de la iglesia en Shanghái no tenía ningún atractivo por fuera ni por dentro, pero aun así, el lugar se llenaba cada vez que había una reunión. Una vez, dos hermanos chinos del exterior asistieron a una reunión allí y se quedaron atónitos. Uno de ellos dijo: “Vi muchos lugares de adoración en los Estados Unidos, pero nunca estaban llenos. Jamás me imaginé que cuando regresara a mi tierra iba a ver a tanta gente apiñada en un lugar sin atractivo como este”. Esto le pareció muy maravilloso a él, pero no a nosotros porque la iglesia primitiva era igual: consideraba las cosas físicas como algo secundario.
Como hijos de Dios, tenemos que comprender que todas las cosas físicas finalmente serán destruidas. Debemos edificar únicamente con las cosas que son espirituales. Al cristianismo degradado siempre le gusta mostrar a las personas un piano de cola, un púlpito hermoso y una fachada bellísima. No debemos ser así. La iglesia no necesariamente recibirá más de las bendiciones de Dios si logra conseguir un espléndido edificio; en lugar de ello, la verdadera bendición de Dios es cuando la iglesia tiene la presencia de Dios con Su vida, poder y fuerza. A veces los creyentes tienen el deseo de reunirse al aire libre, pero a algunos les preocupa que no haya podio ni piano. En realidad, la iglesia originalmente no tenía estas cosas. Las cosas físicas son secundarias porque lo que estamos edificando no es algo físico, sino algo espiritual, donde las personas son fortalecidas en su interior. Ésta es la intención de Dios.
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