Sacerdocio, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0324-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La mesa del pan de la proposición es para el candelero porque la mesa es para la vida y el candelero es para la luz. Juan 1:4 dice: “En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. La vida es la luz. En la mesa del pan de la proposición hay suministro de vida, y es de esta vida que se produce la luz. La luz viene de la vida. Cuanto más suministro de vida disfrutemos, más estaremos en la luz. La vida produce luz. Si no participamos y disfrutamos a Cristo como nuestro suministro de vida estaremos en tinieblas. Cuando somos llenos del suministro de vida de Cristo, tenemos la luz. El disfrute del suministro de vida nos dará la luz.
Algunas personas reciben luz cuando leen la Biblia, pero esto depende, en cierto grado, del disfrute de vida. Cuanto más vida tengamos, más luz recibiremos de la Biblia. Cuanto más crezcamos y maduremos en vida, más luz recibiremos. La luz depende del crecimiento en vida. Y cuanto más disfrutamos a Cristo como nuestro suministro de vida más luz tendremos.
Quemar el incienso requiere la luz y para tener luz necesitamos el suministro de vida. Para poder quemar el incienso de una forma apropiada, necesitamos la luz, pero para tener luz necesitamos la vida. Necesitamos aprender a alimentarnos de Cristo como el pan de la proposición, que es el suministro de vida. Esto no es simplemente recibirlo una sola vez, sino debemos nutrirnos de El continuamente, día tras día. Nunca nos podemos graduar de alimentarnos de Cristo. Debemos comer continuamente de El para recibir el suministro de vida, y esto se convertirá en luz. La vida es la luz, la cual es necesaria para quemar el incienso a Dios. Quemar el incienso depende de la luz y la luz depende del suministro de vida.
¿De dónde proviene el pan de la proposición? Hemos visto que el altar tiene la sangre que redime y la carne que satisface. Después de que la sangre era derramada, el sacerdote se alimentaba de la carne. El pan de la proposición, en el sentido espiritual, proviene de la carne de la ofrenda.
Alguien puede preguntar ¿cómo llega la carne a ser el pan? En Juan 6 el Señor Jesús dijo: “ Yo soy el pan de vida”. En el mismo capítulo dice que Su sangre se podía beber y su carne se podía comer; allí mismo están el pan y la carne. En un sentido espiritual, la carne del Cordero redentor es nuestro pan, lo cual significa que el Redentor no sólo nos redime, sino que también nos satisface y nos nutre. Por un lado, El nos redime, y por otro, nos alimenta. El es nuestro alimento, y viene no solamente para redimirnos, sino también para darnos vida, a fin de nutrirnos consigo mismo.
Cuando vamos al altar de las ofrendas no lo hacemos directamente sino que tomamos una curva. Del altar de las ofrendas vamos a la mesa del pan de la proposición y de allí giramos hacia el candelero. Después del candelero, proseguimos al altar del incienso para entrar al Lugar Santísimo y encontrarnos con Dios en el propiciatorio. No es un camino recto sino curvo.
Decir que podemos orar con base únicamente en el hecho de que somos salvos y rociados con la sangre no es exacto. Es posible que oremos neciamente. Para orar de tal forma que seamos aceptos a Dios, debemos dar algunas curvas. Después de aplicar la sangre, debemos de ir a la mesa del pan de la proposición y quedarnos allí un momento. Esto significa que debemos permanecer con Cristo como nuestro suministro. Debemos nutrirnos de El día tras día como el pan de la proposición y disfrutarle delante de Dios. Entonces recibiremos el suministro de vida que nos llevará al candelero para producir la luz y después, por medio de esta luz, en esta luz y con esta luz seremos capaces de ofrecer el incienso; esto es, que podremos orar con Cristo como incienso de una forma adecuada en la luz. Y nuestra oración será como algo que emana de Cristo; algo muy dulce, como incienso fragante para Dios.
En la mañana cuando nos levantamos, lo primero que debemos hacer es orar. Pero si vamos a hacer una oración que sea aceptable a Dios, que tenga el incienso aromático de Cristo, no podemos empezar a orar inmediatamente. El camino no es muy recto. Primeramente debemos aplicar la sangre, en otras palabras, debemos venir al altar de las ofrendas a confesar todas nuestras faltas, pecados y suciedad. Después de confesar todas estas cosas, debemos aplicar la sangre para ser limpiados.
Cuando confesamos y aplicamos la sangre, disfrutamos a Cristo quien nos nutre. El Cristo redentor se convertirá en el pan de la proposición que nos abastece, nos nutre y nos alimenta. Cuando nos alimentamos de Cristo y le disfrutamos así, somos satisfechos. Espontáneamente, de esta satisfacción interior, algo resplandecerá e iluminará, lo cual es la iluminación de la lámpara. Entonces sabremos qué decir y expresar a Dios. Cualquier cosa que le digamos en ese caso, será un dulce incienso que emanará del Espíritu con Cristo como el elemento fragante. Nuestra oración será como el incienso para Dios.
No tengo la intención de darles enseñanzas de tipologías. Mi carga es mostrarles la forma correcta de tener contacto con Dios. Esto no es una enseñanza sino una instrucción para mostrarles la forma apropiada de tener contacto con Dios a fin de disfrutar y experimentar todas las riquezas de Cristo en la presencia de Dios.
Ya vimos el camino. Debemos empezar en el altar de las ofrendas por medio de la confesión. Cuando un sacerdote entra en el Lugar Santo, no puede evitar pasar por el altar de las ofrendas. No podemos decir que como ayer pasamos, hoy no necesitamos hacerlo. Ayer pasamos y hoy necesitamos volver a pasar. Cuando vayamos a entrar en el Lugar Santo, no necesitamos solamente pasar por el altar de las ofrendas, sino también permanecer allí y aplicar la sangre para que nuestro Redentor llegue a ser nuestro disfrute. Si nosotros confesamos todos nuestros pecados, fracasos, errores, maldades, faltas y debilidades, y aplicamos la sangre redentora de Cristo para limpiarnos, inmediatamente tenemos el sentir interior de que el Cristo redentor ha llegado a ser nuestro disfrute y alimento.
Cuando nos alimentamos de El de esta forma, llega a ser nuestro pan de la proposición. Esta mesa indica un festín. Debemos quedarnos ahí para disfrutar a Cristo por algún tiempo. No debemos empezar a orar muy rápidamente, sino que primero debemos comer de El, entonces este alimento, que es el Cristo que hemos ingerido, tiene que ser asimilado por nosotros. Hacer esto toma cierto tiempo.
Después de disfrutar la comida en la mesa, Cristo como nuestro suministro nos llevará al candelero. La nutrición de Cristo como nuestra vida producirá la luz que necesitamos. Algo por dentro nos ilumina y nos trae a la presencia de Dios. Entonces, cualquier cosa que expresemos o digamos será algo de Cristo. Es el olor fragante de los diferentes aspectos del dulce Cristo. Cuando lo asimilamos en nuestro ser, tenemos algo precioso y dulce de Cristo que decir a Dios. Entonces nuestra oración estará en el altar de incienso ascendiendo a los cielos para ser aceptada por Dios.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.