Manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-87083-329-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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La palabra de conocimiento (1 Co. 12:8b) imparte el conocimiento general de lo concerniente a Dios y al Señor (8:1-7). La palabra de conocimiento habla de modo general acerca de que el Señor Jesús murió por nosotros, de que realizó la redención por nosotros y de Su relación con nosotros. La palabra de conocimiento trasmite lo concerniente a Dios y lo concerniente a Cristo el Señor de modo general. La Primera Epístola a los Corintios, 8:1-7, es un ejemplo de la palabra de conocimiento. Esta palabra es principalmente algo de nuestro entendimiento por medio de la enseñanza (1 Co. 14:26). Cuando yo leo a alguien una porción de la Palabra con algo de explicación y definición para impartirle conocimiento por medio de mi enseñanza, mi palabra es una palabra de conocimiento.
La palabra más profunda y más alta es la palabra de sabiduría; la palabra menos profunda y menos alta es la palabra de conocimiento. Sin embargo, la palabra de conocimiento ayuda como un factor básico para las reuniones cristianas. Muchas veces obtenemos la palabra de conocimiento primero en nuestro entendimiento. Luego, cuando oramos, cuando tenemos contacto con Dios y hablamos con El, esta palabra de conocimiento puede convertirse en la palabra de sabiduría.
La revelación, el conocimiento y la enseñanza, todos siendo de la palabra, son necesarios en las reuniones de la iglesia (1 Co. 14:6). Necesitamos la palabra de conocimiento y la palabra de enseñanza, pero finalmente debemos tener la palabra de revelación. La palabra de conocimiento y la palabra de enseñanza pueden convertirse en la palabra de revelación. Recibir la palabra de conocimiento es algo superficial. Recibir la palabra de revelación, la palabra de sabiduría, es algo más profundo. Por eso, necesitamos tener más contacto con el Señor, o sea, estar con el Señor por más tiempo. Al estar con el Señor, nuestro espíritu estará ejercitado. Entonces la palabra que conocemos en nuestro entendimiento se convertirá en la palabra en nuestro espíritu, la palabra de sabiduría. Esta palabra nos ministrará vida, nos traerá luz, y hará entrar en nuestro ser espiritual la energía divina. Tenemos que aprender a conocer la palabra de conocimiento y la palabra de enseñanza y dejar que estas palabras se conviertan en palabras de sabiduría en nuestro espíritu. Cuando la palabra llega a ser la palabra de sabiduría en nuestro espíritu, es espíritu y vida (Jn. 6:63). Puede ser que lo que leemos en la Biblia simplemente permanezca en nuestro ser como la palabra de conocimiento y la palabra de enseñanza. Pero si duramos más tiempo en la presencia del Señor, esta palabra llegará a ser la palabra de sabiduría en nuestro espíritu para ser nuestro propio suministro de vida.
Como creyentes, necesitamos ser llenos de la palabra y estar empapados en ella. Colosenses 3:16a dice que necesitamos dejar que la palabra de Cristo habite en nosotros ricamente. Necesitamos recibir la palabra de Dios dentro de nosotros como agua que se bebe para ser llenos de la palabra, y necesitamos meternos de lleno en la palabra como el agua en que se baña para estar empapados en la palabra. Cuando estamos llenos de la palabra y empapados en ella, somos uno totalmente con la palabra. Por dentro y por fuera tenemos la palabra. Necesitamos estar completamente envueltos con la palabra: empapados en la palabra exteriormente y saturados con la palabra interiormente. Este empapar y llenar nos hará uno con la palabra para ser hombres de la palabra de Dios.
Se necesita también que la palabra se convierta en el cantar de los creyentes (Col. 3:16b). La palabra debe convertirse en nuestro cántico o nuestro himno. No es necesario que tengamos una melodía escrita para cantar la palabra. Podemos componer una melodía natural y espontánea. Necesitamos cantar la palabra según nuestra propia melodía. Si pudiéramos conseguir una melodía para la palabra, sería mejor. Pero cuando gastamos tiempo para componer una melodía, eso tal vez mate nuestro disfrute. Cuando la palabra es revelada dentro de nosotros como la palabra de sabiduría, estamos felices y entonces necesitamos cantar esa misma palabra. No tenemos que ser cantores melodiosos para poder cantar la palabra. Podemos aclamar alegres al Señor (Sal. 100:1) y regocijarnos en el Señor cantando Su palabra.
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