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Gran misterio: Cristo y la iglesia, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8704-0
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CAPÍTULO OCHO

EL ESPÍRITU CON NUESTRO ESPÍRITU

Lectura bíblica: Ef. 6:11-18

Oración: Señor, te alabamos desde lo más recóndito de nuestro ser. Te alabamos reconociéndote como Dios, como el Señor, como el Espíritu y como la Palabra. Te alabamos porque Tú eres el misterio y has hecho de nosotros Tu misterio. Te alabamos porque nos has abierto Tu misterio, separándonos así de todos los hombres. Te alabamos porque nos has equipado y llenado contigo mismo para hacernos Tu testimonio. Te alabamos porque tienes la iglesia aquí en la tierra y nosotros somos Tu iglesia. Señor, te alabamos a Ti; aquí hay miles de corazones, y cada uno de ellos te ama y se vuelve a Ti. Te alabamos porque Tu deseo es ganarnos y llenarnos. Te damos gracias desde lo más recóndito de nuestro ser. Queremos que hables las palabras que llevas en Tu corazón; habla las palabras que atan y destruyen al enemigo. Háblanos de nuevo. Al hablarnos así Tú eres un solo espíritu con nosotros. Te alabamos por ser el Espíritu y la Palabra. Tu palabra es el Espíritu, y Tu Espíritu es la palabra. Otra vez decimos que te amamos. Te damos gracias. Te alabamos. Amén.

Los primeros cinco capítulos de Efesios hablan extensamente de que la iglesia es el misterio de Cristo, de la edificación de la iglesia y de que la iglesia es el Cuerpo de Cristo, el nuevo hombre y el complemento de Cristo. Aunque Pablo sabía que Cristo era el misterio de Dios y que la iglesia era el misterio de Cristo, él también sabía que nuestro viejo hombre y la vida que llevamos en el viejo hombre, en el yo y en nuestra constitución natural está en contra de la iglesia. Por tanto, en los capítulos 4 y 5 él habla de estos asuntos para ponerlos al descubierto y mostrarnos cómo despojarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo hombre.

El capítulo 3 habla de que las inescrutables riquezas de Cristo llegan a ser nuestro contenido y de que Cristo hace Su hogar en nuestros corazones para que seamos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. El capítulo 4 habla de despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo hombre al ser renovados en el espíritu de nuestra mente. El capítulo 5 habla de que Cristo se ofrece a Sí mismo en la cruz a fin de liberar Su vida, la cual está corporificada en la palabra de Dios. En la palabra de Dios está el agua de vida, la cual es la vida de Cristo que contiene todas las riquezas de Cristo. Cuando contactamos la palabra de Dios en nuestro espíritu, somos lavados por el agua en la palabra y somos sustentados y cuidados con ternura por el rico suministro hallado en la palabra. Al disfrutar el agua de vida, llegamos a ser el complemento de Cristo.

Sin embargo, Pablo no olvida que el Señor tiene un enemigo, el diablo. Por tanto, en el capítulo 6 Pablo habla de este enemigo, que incluye los principados y autoridades en las regiones celestes. Por un lado, éstos operan en el corazón del hombre a fin de corromperlo y oponerle resistencia, con lo cual invalidan el Cuerpo de Cristo; por otro, intentan frustrar la voluntad de Dios para que no se lleve a cabo. Por consiguiente, en el capítulo 6 Pablo nos dice cómo enfrentarnos con el poder de las tinieblas.

EL ESPÍRITU ES LA PALABRA

Efesios 6:17 dice: “Recibid el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios”. En los Evangelios el Señor Jesús dijo que Sus palabras son espíritu (Jn. 6:63). En Efesios 6:17 Pablo dice que el Espíritu es la palabra de Dios. Por tanto, la palabra es el Espíritu, y el Espíritu es la palabra. Muchos cristianos saben que la Biblia es la palabra de Dios, pero muy pocos cristianos saben cómo recibirla. Debemos entender que la palabra de Dios no es meramente letras, sino el Espíritu. No podemos separar la palabra de Dios del Espíritu de Dios. La palabra de Dios es el Espíritu, y el Espíritu es la palabra de Dios. En otras palabras, la palabra es el Espíritu, y el Espíritu es la palabra. Cuando la palabra penetra en nosotros, llega a ser el Espíritu; cuando el Espíritu sale de nosotros, Él es la palabra. La palabra en la Biblia es la palabra; la palabra que entra en nuestro espíritu es el Espíritu. Estos dos son uno solo.

Nunca deberíamos olvidarnos de dos versículos del Nuevo Testamento: Juan 6:63, que dice: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu” y Efesios 6:17, que dice: “Espíritu, el cual es la palabra de Dios”. El Espíritu es interior y la palabra es exterior. La palabra que entra en nuestro espíritu es el Espíritu, y el Espíritu que sale de nuestro espíritu es la palabra.

Todas las riquezas de Cristo se hallan en la palabra, y esta palabra es el Espíritu, el cual sólo puede ser contactado por el espíritu humano. Efesios 6:18 dice: “Orando en todo tiempo en el espíritu”. Por tanto, los versículos 17 y 18 nos muestran varias cosas claves: el Espíritu, nuestro espíritu humano y la oración. El Espíritu es la palabra, y la palabra es el Espíritu. A fin de entrar en contacto con la palabra y el Espíritu, necesitamos orar en todo tiempo en nuestro espíritu humano, y no en nuestra mente ni en nuestra parte emotiva.


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