Información del libro

Conclusión del Nuevo Testamento, La (Mensajes 079-098)por Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7011-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 82 de 20 Sección 3 de 4

N. UN SELLO

En 2 Corintios 1:22 vemos que Dios nos selló, y Efesios 1:13 y 4:30 dicen que, por ser creyentes, fuimos sellados con el Espíritu Santo. La unción mencionada en 2 Corintios 1:21 es el sellar mencionado en el versículo 22. Puesto que Dios nos ungió con Cristo, también nos selló en Él. Ser sellado con el Espíritu Santo significa ser marcado con el Espíritu Santo como un sello vivo. Hemos sido designados como herencia de Dios (Ef. 1:11). Cuando fuimos salvos, Dios puso en nosotros el Espíritu Santo como sello para marcarnos, con lo cual indica que pertenecemos a Dios. El Espíritu Santo, quien es Dios mismo que entra en nosotros, nos imprime la imagen de Dios, representada por el sello, con lo cual nos hace semejantes a Dios.

No debiéramos considerar el sellar como algo separado del ungir. En realidad, la acción de ungir ya implica la acción de sellar. En la medida que estamos bajo la unción, ésta se convierte en un sellar. Es de este modo que somos hechos distintos a los demás. Además, el sello hace que tengamos la apariencia de Dios. Cuando Dios unge, este ungir es el sellar. La unción introduce la esencia divina en nosotros. Primero, mediante la unción Dios añade Su esencia a nosotros. Luego esa unción nos sella con la esencia de Dios, con lo cual el elemento divino da forma en nuestro ser a una impresión que expresa la imagen de Dios, y así nos hace la imagen de Dios.

El sello del Espíritu denota pertenencia. Tal sello significa que Dios es nuestro dueño y que le pertenecemos. La unción en nuestro interior, al operar como este sellar, declara al universo entero que pertenecemos a Dios. Dios nos posee y se puso sobre nosotros como un sello.

El Espíritu como sello de Dios sobre nosotros lleva la imagen de Dios. Esto implica que el sello del Espíritu Santo es la expresión de Dios e introduce la imagen de Dios en nuestro ser. Cuando tenemos al Espíritu Santo como sello de Dios sobre nosotros, somos portadores de la imagen de Dios y de la expresión de Dios. La unción que opera en nosotros se convierte en el sello, y este sello lleva la imagen misma de Dios. De este modo, tenemos la imagen de Dios. Esto significa que expresamos a Dios al ser ungidos y ser sellados. Por tanto, el sello del Espíritu Santo denota tanto pertenencia como expresión.

O. ARRAS —GARANTÍA— ANTICIPO

El Nuevo Testamento también habla del Espíritu como arras (2 Co. 1:22; 5:5; Ef. 1:14). En 2 Corintios 1:22 Pablo dice que Dios nos ha dado en arras el Espíritu en nuestros corazones. Las arras del Espíritu son el Espíritu mismo como arras. El sello del Espíritu es una señal que nos marca como herencia de Dios, Su posesión, como personas que pertenecen a Dios. Las arras del Espíritu constituyen una prenda dada en garantía de que Dios es nuestra herencia o posesión que nos ha sido legada. El Espíritu dentro de nosotros es las arras, la prenda, de Dios como nuestra porción en Cristo.

Efesios 1:14 dice que el Espíritu Santo es “las arras de nuestra herencia”. Necesitamos del Espíritu como sello y como arras debido a que, en la obra que Dios realiza en nosotros, se encuentran involucradas dos clases de herencia. Efesios 1:11 indica que nosotros fuimos designados herencia de Dios, y el versículo 14 indica que Dios es nuestra herencia. En la economía de Dios nosotros somos una herencia para Dios, y Dios es una herencia para nosotros. Ésta es una mutua herencia. Puesto que nosotros somos la herencia de Dios, debemos tener el sello. Somos propiedad de Dios y Él, como nuestro dueño, ha puesto un sello sobre nosotros. Debido a que Dios es nuestra herencia, también debemos tener las arras del Espíritu como garantía. Hemos de heredar todo lo que Dios es. Con miras a tal herencia, el Espíritu Santo es para nosotros las arras, la prenda dada en garantía.

La palabra griega traducida “arras” en Efesios 1:14 también significa anticipo, garantía, un adelanto dado para garantizar el pago completo, un pago parcial dado por adelantado. Debido a que Dios es nuestra herencia, el Espíritu Santo es para nosotros las arras de esta herencia. Dios nos da Su Espíritu Santo no solamente como una garantía de que recibiremos nuestra herencia, de modo que ésta nos ha sido asegurada, sino también a manera de un anticipo de lo que heredaremos de Dios.

En tiempos antiguos, la palabra griega que aquí se traduce “arras” se usaba en la compra de tierras. El vendedor daba al comprador una porción del suelo, una muestra tomada de la tierra. Por tanto, según el griego antiguo, las arras también son una muestra. El Espíritu Santo es la muestra de lo que heredaremos de Dios en plenitud. Por ser aquellos que hemos de heredar a Dios, tenemos al Espíritu Santo como arras, garantía y pago por adelantado de nuestra herencia. Al mismo tiempo, el Espíritu también es para nosotros una muestra y un anticipo. Este anticipo nos permite tener un sabor anticipado de Dios; el pleno sabor está por venir.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top