Fe cristiana normal, Lapor Watchman Nee
ISBN: 978-0-87083-779-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos visto que al incluirnos en Cristo, Dios consumó la redención. Esta identificación con Cristo es la obra de Dios solo. La presente pregunta es: ¿Cómo puede Cristo ser forjado dentro de nosotros? En otras palabras, ¿cómo puede El relacionarse con nosotros personal y subjetivamente?
La esencia de la vida cristiana consiste en la obra de Cristo de forjarse en nosotros y en la relación vital que tenemos con El. En el Evangelio de Juan, Cristo repitió una y otra vez la frase: “Vosotros en Mí, y Yo en vosotros”. Siendo uno mutuamente, el uno dentro del otro, es la realidad y la esencia de la unión. Solamente en esta unión puede Dios consumar lo que se ha propuesto para nosotros.
Dios ya nos ha incluido en Cristo. Ahora tenemos que ver cómo Cristo puede ser forjado en nosotros. Sólo cuando Cristo está en nosotros nuestra unión puede ser real y completa, y sólo entonces todo lo que El tiene será forjado en nosotros. La relación que tenemos con Cristo es la unión en su sentido último y más pleno.
Un día estaba observando a un herrero que estaba trabajando. Al colocar un gran pedazo de hierro dentro del fuego, encendió la llama y empezó a martillar sobre el metal rojo ardiente. Un aprendiz estaba junto a él tratando de agarrar algo del fuego. Enrolló un pedazo de papel y en lugar de meterlo dentro del fuego tocó el hierro candente con la orilla del papel. En un instante, ardió. Yo estaba sumamente sorprendido de ver el fuego salir del hierro. Este pedazo de hierro ahora era diferente del otro hierro. Se podía decir que era hierro, pero también se le podría considerar como una bola de fuego. El fuego estaba dentro del hierro y el hierro dentro del fuego. Tenía la naturaleza del hierro y la apariencia del fuego. Cuando se le acercó un pedazo de papel, el papel ardió. Dios quiere que nuestra unión con Cristo sea íntima como la del fuego y el hierro. Dios ha perdonado nuestros pecados y dio fin a nuestro viejo hombre en Cristo. Mas El no se detuvo allí. El quiere que seamos completamente uno con Cristo al igual que el hierro era uno con el fuego. Cada molécula del hierro estaba mezclada con el fuego, y cada rasgo del fuego estaba manifestado en el hierro. Este es el grado al que Dios quiere forjar a Cristo dentro de nosotros.
Aún tenemos que examinar el papel de Dios en esta obra. Por el momento, no diremos lo que tenemos que hacer de nuestra parte. Queremos ver cómo Dios ha forjado a nosotros y a Cristo en un pieza. Lo que vimos hasta ahora fue la obra de Dios poniéndonos en Cristo y Su obra de redimirnos. A fin de que Cristo sea forjado dentro de nosotros en una unión que se asemeje a la del hierro y el fuego, Dios ha dado un paso muy importante en Cristo. Este paso es lo que estamos por explicar en este capítulo.
Todos sabemos que Jesús de Nazaret es Dios encarnado. En otras palabras El es Dios vestido con humanidad. Si Dios no se hubiera vestido con la carne, nunca hubiera podido consumar la redención. Por esta razón El se encarnó. Pero al momento que se vistió con carne, se limitó en dos formas. El se limitó en tiempo y espacio. Si hubiera permanecido simplemente como Dios, no hubiera estado dentro de los límites del tiempo y el espacio. Mas en el momento que El entró en la humanidad, fue atrapado por estos dos factores. Se hizo lo mismo que nosotros.
¿Cómo está la carne atada al tiempo y al espacio? Si uno está en Tientsin, no puede estar en Pekín al mismo tiempo. Si se aparece en China no puede aparecer simultáneamente en Inglaterra. Mientras que usted tenga un cuerpo, está confinado por la distancia. Puede estar sólo en un lugar a la vez. Los seres humanos están atados al cuerpo.
Aún más, usted está limitado por el tiempo. No puede existir simultáneamente en dos ocasiones diferentes. Yo sólo puedo saber cómo usted es. No puedo ver lo que llegará a ser mañana o el año que viene. Con frecuencia hablo con alguien momentáneamente. Al siguiente instante él ya no está accesible a mí. Esa persona con la que estaba hablando estaba limitada; sólo se me puede aparecer en una ocasión pero no en otra. Este es el límite que pone el tiempo a nuestra carne. Podemos estar juntos, pero no para siempre. El tiempo pone un fin a todas las relaciones humanas.
Jesús de Nazaret, el Cristo que se vistió con la carne humana, también estuvo confinado por las dos condiciones de tiempo y de espacio. Todo lo que Dios pudo hacer entonces era aceptarnos como apegados a Cristo y consumar de esta manera la redención. Hasta entonces no había manera de que nosotros estuviéramos realmente en El, porque no podíamos introducirnos en otro cuerpo de carne. Para estar nosotros en Cristo o Cristo en nosotros, era necesario que El llegara a ser algo más que mera carne. El tenía que venir en otra forma antes de que pudiera ser uno con nosotros. El fuego llega a ser uno con el hierro porque es algo que ha “procedido hacia adelante”. Es imposible mezclar un pedazo de madera en el hierro. El tuvo que aparecer en otra forma antes que pudiera entrar en nosotros.
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