Práctica de las reuniones de grupo, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0266-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Por causa de las reuniones de grupo, nosotros debemos estar siempre liberados, vivientes y frescos. Nunca debemos estar bajo ningún cautiverio. Casi todo el mundo está aprisionado con alguna clase de “grillos”. Es posible que todos los días estemos encadenados. Tal vez no seamos personas libres, personas que han sido liberadas, vivientes y frescas. Como resultado, somos deudores al Señor. Le debemos alabanzas, cantos, palabras y testimonios. Si somos personas libres, vivientes y frescas, el Espíritu dentro de nosotros tiene la plena libertad de moverse. Sin embargo, muchas veces cuando nos reunimos, parece que no tenemos al Espíritu. En lugar de eso, esperamos a que el Espíritu venga y nos libere. La Biblia nos dice que tenemos un espíritu humano (Job 32:8; Zac. 12:1) y al Espíritu divino (Ro. 8:9, 11, 16). Es incorrecto esperar algo que ya tenemos. Tenemos al Espíritu divino en nuestro espíritu humano, así que debemos ejercitar nuestro espíritu mezclado. No importa si sentimos nuestro espíritu o no. No es necesario sentir nuestro espíritu; sólo es necesario usarlo.
Hace varios años, al dar mensajes, muy a menudo no usaba un bosquejo al hablar. Cuando llegaba la hora de hablar, simplemente me acercaba al podio. No tenía preparado ningún versículo, pero cuando llegaba la hora de la lectura de la Biblia, los versículos que yo necesitaba para mi mensaje me venían. De la misma manera, cuando comenzaba a hablar, el mensaje mismo me venía. Si ejercitamos nuestro espíritu, el Espíritu dentro de nosotros se levanta, porque el Espíritu es uno con nuestro espíritu. Nadie puede separar a los dos. El Espíritu ha sido puesto en nuestro espíritu para ser la propia esencia de nuestro ser espiritual. Así que no necesitamos esperar al Espíritu, porque tenemos al Espíritu como nuestra misma esencia. Simplemente tenemos que usar nuestro espíritu mezclado.
Necesitamos ser entrenados e incluso disciplinados para reunirnos de una manera liberada, viviente y fresca. Muchas veces nuestras reuniones están muertas, frías, viejas, pobres y bajas, porque todavía estamos encadenados. Por esta razón, es difícil tener reuniones de grupo. Las reuniones de grupo necesitan tener al menos una persona que haya sido liberada, viviente, fresca y libre de cadenas. Si tal persona se reúne con un grupo por dos o tres semanas, afectará a todo el grupo. Todos los que asisten a esa reunión de grupo llegarán a ser lo mismo que él. En aquella reunión de grupo todos los nuevos creyentes serán liberados, vivientes y refrescados, porque desde el día en que se convirtieron en cristianos participaron en reuniones liberadas, vivientes y refrescantes. No conocerán otra manera de reunirse. No pensarán que estuvieron en una reunión a menos que hayan gritado, alabado y dicho: “¡Oh Señor! ¡Amén!”. Sin embargo, muchos de nosotros no somos así. Por muchos años hemos sido moldeados para ser lo que somos hoy, siempre viniendo a las reuniones de la misma manera. Si ésta es nuestra costumbre, será muy difícil tener reuniones de grupo adecuadas.
Tener reuniones de grupo según la vieja manera es fácil. Conforme a la vieja manera, los ancianos dividen la iglesia en varios grupos y designan un líder para cada grupo. Si es difícil encontrar un líder entre todos los que asisten a cierto grupo, pueden combinar los grupos o designar un hermano de otra área para que se una a aquel grupo. Sin embargo, es posible que incluso estos líderes sean para los nuevos creyentes ejemplos de la condición de muerte. Tal vez pidan un himno de modo muerto y dirijan la lectura de algunas lecciones también de manera muerta. Las reuniones de grupo que se llevan a cabo de esta manera son reuniones sin espíritu, sin libertad, sin vida y sin frescura.
Debemos ser personas liberadas, vivientes y que han sido refrescadas. Luego, debemos olvidar toda formalidad y ritual, y ejercitar nuestro espíritu para testificar, cantar, alabar, clamar, hablar, orar por otros y cuidar a otros. Las reuniones de grupo dependen de nuestro vivir diario. Debemos vivir una vida que sea liberada, viviente y refrescante, y todo el día necesitamos mantener una comunión constante con el Señor. Debemos ser personas que vivan en la presencia del Señor y que diariamente pasen tiempo con el Señor para estudiar Su Palabra. De esta manera espontáneamente tendremos una acumulación de Cristo en nuestra vida diaria. Esta acumulación llegará a ser nuestras riquezas espirituales, nuestro “capital” espiritual, para “gastar” en las reuniones. Seremos liberados, vivientes y refrescantes, y tendremos las riquezas de Cristo como depósito. Luego, cuando vengamos a las reuniones de grupo, estaremos liberados. Hablaremos y tendremos un contenido de Cristo con el cual hablar. Si somos personas así, seremos muy “contagiosos” e “infectaremos” a otros. Lo que hacemos en las reuniones no será una actuación. Será el producto de lo que somos y de la manera espontánea en la cual vivimos y nos comportamos. Podremos gritar, alabar, cantar y hablar de modo viviente. Ésta es la manera de tener la vida adecuada de iglesia.
Si somos personas tan vivientes, nos será fácil liberar a los pecadores. Cuando vayamos a tocar a las puertas de la gente, es posible que no estemos liberados, sino encadenados. Si éste es el caso, tal vez la gente nos abra la puerta, pero lo que diremos no tendrá un efecto libertador. Lo que sale de nuestras mentes no liberará a la gente; al contrario, la atará. Sin embargo, si somos personas liberadas, podemos hablar las mismas palabras, pero el espíritu en nuestro hablar será diferente. Cuando hablemos, nuestra palabra liberará a la gente y despertará el interés de las personas a quienes hablamos. Hoy en día muchos cristianos están buscando poder espiritual desde lo alto. Sin embargo, el poder verdadero consiste en que seamos personas liberadas. Un cristiano libre, viviente y que refresca a otros, vive en el espíritu, y cuando usa su espíritu, el Espíritu Santo se manifiesta. Es fácil que tales personas ayuden a la gente a ser salva y, después de ser salvas, a que pasen tiempo con ellos para alimentarlos. Todos debemos aprender a vivir tal vida y a ser tales personas. Si todos llegamos a ser tales personas, después de un corto periodo de tiempo toda la iglesia será avivada. Esta clase de avivamiento será un avivamiento verdadero, constante y continuo.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.