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Pastorear a la iglesia y perfeccionar a los jóvenespor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-8420-9
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Actualmente disponible en: Capítulo 1 de 10 Sección 3 de 6

EJERCITARNOS PARA DESEMPEÑAR
NUESTRA FUNCIÓN EN LA OBRA

La obra necesita liderazgo, pero los colaboradores no pueden depender solamente del liderazgo. El cimiento ya ha sido puesto y las iglesias también han sido establecidas en muchos lugares. Los colaboradores deberían ejercitarse para desempeñar su función en la obra. No somos una organización, ni tenemos una constitución. Los colaboradores en Tainán tienen la libertad de desarrollar la obra en Tainán, pero ellos no deben interferir con la obra en otras iglesias. Un colaborador en Taipéi primero tiene que tener comunión con los colaboradores y ancianos en Taipéi respecto a su servicio en un distrito en particular, y luego él debería laborar diligentemente. Aunque él debería seguir la dirección de la obra, él no debe esperar de forma pasiva. No obstante, es un error fundamental el que la obra dirija las actividades diarias de los obreros. Si la obra dirige a los obreros de esta manera, la obra debería ser ajustada fundamentalmente. Como mucho, la obra debería hacer algunos arreglos iniciales para los colaboradores respecto a su servicio. En la iglesia en Taipéi, hay muchos salones de distrito. La obra puede disponer para que un obrero sirva en un distrito en particular, pero en cuanto a un obrero se le asigna servir en un lugar, la obra debería darle libertad total. La obra no tiene una unidad de comando central. Los colaboradores no deben tener tal concepto.

Los colaboradores no deben dar sus responsabilidades a alguien más. Si un país tiene el mejor presidente, pero ninguno de sus ministros trabaja diligentemente, tarde o temprano ese país caerá. Pero si los ministros hacen lo mejor que pueden, incluso si el presidente no es inteligente, aquel país se fortalecerá. Por tanto, en un sentido, la obra necesita el liderazgo, pero en otro sentido, la obra no necesita un líder o líderes, pues no somos una organización. Un colaborador que sirve en cierto lugar debería tener cierta cantidad de libertad. Algunos colaboradores están restringidos porque los ancianos en su localidad ejercen demasiado control. Estos ancianos necesitan tener un cambio de concepto.

Nosotros no controlamos, gobernamos ni restringimos a los colaboradores. Si un colaborador sirve en Keelung, pero no logra nada, él no debería culpar a nada ni nadie, pues él fue perfeccionado por la obra y se le dio libertad en su servicio. Por tanto, los colaboradores necesitan tener un cambio de concepto. Una vez que ellos estén sirviendo en cierto lugar, sea grande o pequeño, deberían obrar hasta que aquel lugar llegue a ser una “Nueva Jerusalén”. El lugar donde servimos no importa; lo que importa es que logremos algo. No hay necesidad alguna de tener un comandante en jefe en Taiwán. Sencillamente necesitamos laborar donde estamos.

La obra no necesita un comandante en jefe, y tampoco la reunión de distrito ni la reunión de grupo necesitan un comandante en jefe. Deberíamos quitar todos los líderes y permitir que todo el mundo sea un líder. Un colaborador debería tomar la delantera en la obra al centrarse en ninguna otra cosa que obrar diligentemente. Éste es el concepto correcto. Si nadie lo controla, él no puede culpar a nadie excepto a sí mismo por el resultado de su labor. Si el resultado es bueno, se acredita a él; si el resultado es pobre, es culpa suya.

Por tanto, los obreros tienen que cambiar su concepto. No hay organización alguna en la obra. No somos como una oficina de gobierno. Cada colaborador obra conforme a la gracia que haya recibido. Si la gracia que ha recibido es comparable a la que Pablo recibió, su obra será comparable a la de Pablo. Si la gracia que él ha recibido es similar a la que recibió Bernabé, su obra se podrá comparar con la obra de Bernabé. Si la obra intenta o no controlarle no cambiará el hecho de que él sea un Pablo o un Bernabé. Ello sólo impactará la efectividad de su servicio. En Hechos la obra no estaba bajo el gobierno de nadie. En cuanto un aspecto de la obra es colocado en nuestras manos, deberíamos ejercitarnos para ejercer nuestra función; no deberíamos esperar a recibir “instrucciones” de un líder. Esta comunión tiene que ver con los colaboradores.

LOS ANCIANOS LLEVAN LA CARGA DE LA IGLESIA

Los ancianos tienen que buscar la gracia del Señor a fin de ser capaces de llevar la carga de la iglesia. En la etapa inicial de la iglesia, cuando aún es débil, se necesita la ayuda de los colaboradores. No obstante, en algunas iglesias locales los colaboradores han estado ayudando por más de veinte años. No es razonable que estas iglesias continúen pidiendo la ayuda de los colaboradores. Son los ancianos quienes deberían llevar la carga de la iglesia. Sin embargo, los ancianos no deben tener el concepto de ser un anciano para siempre. Si la iglesia no avanza ni se extiende, los ancianos deberían ir delante del Señor y ver si hay otros que sean más útiles. Si hay tales hermanos, los ancianos deberían considerar renunciar a su servicio. Los ancianos no tienen un término de servicio específico, como el presidente que sirve por cuatro años y los legisladores que sirven por dos años. No hay límite de término relacionado al ancianato. Sin embargo, si un anciano no puede llevar la responsabilidad en una localidad, y hay un hermano que es más maduro y más capaz, entonces el anciano debería considerar renunciar a su servicio. Debemos traer tales asuntos delante del Señor.

Como ancianos, nosotros deberíamos llevar la carga de la iglesia en nuestra localidad. Si la situación de la iglesia es pobre, podemos tener comunión y pedirle a la obra que envíe colaboradores que nos ayuden. Sin embargo, no es fácil, incluso para los colaboradores producir ancianos. Esto se debe a que cuanto más un colaborador sirva, más él podrá conservar asuntos en sus propias manos. Esto resulta en oportunidades limitadas para que otros sirvan y aprendan. Luego que un colaborador obre en un lugar por dos o tres años, los ancianos deberían ser levantados de entre los santos, y la carga de la iglesia puede entregarse a ellos. Muchas veces se da el caso que algunos hermanos locales muestran señales de ser un anciano, pero después que llega un colaborador y obra en la localidad por tres años, estos hermanos ya no dan indicio alguno de ser un anciano. Esto se debe a que el colaborador asume todas las responsabilidades en la iglesia. Cuando el colaborador sirve directamente, él no sabe cómo entrenar a otros e incluso cree que él es el único que puede llevar a cabo la obra. Cuanto más él se ocupe de las cosas, menos capacitados llegarán a ser los demás. Esto es un problema. La iglesia puede llegar a ser una trampa para un colaborador si él piensa que es indispensable. Cuando un colaborador va a un lugar donde no hay ancianos, él debería entrenar a los hermanos locales con la meta de producir ancianos. Después de tres años algunos hermanos locales a quienes se les puede dar las responsabilidades de un anciano serán manifiestos. Entonces los hermanos locales deberían ser designados como ancianos. De este modo, el colaborador será liberado para moverse a otra localidad. Esta situación es normal.

Sin embargo, en la actualidad, los ancianos no llevan la carga de las iglesias, pues los colaboradores todavía llevan la carga que corresponde a los ancianos. No han sido levantados ancianos nuevos, y no son muchos los ancianos que han manifestado su función. Espero que los ancianos vayan delante del Señor, se examinen a sí mismos de nuevo y tengan un nuevo comienzo en la luz del Señor. Ellos deberían determinar si pueden avanzar o no, o si otros son más apropiados para ser ancianos. Si no hay hermanos adecuados, podemos tener comunión con la obra.


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