Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, Lapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-2853-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Después de hablar de los ojos, el Señor la alaba por su nariz: “Tu nariz, como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco” (7:4). Hasta ahora, el Señor nunca había mencionado nada de su nariz. Su nariz es como la torre del Líbano. Sabemos que una torre es algo elevado, y el Líbano significa ascensión. Por lo tanto, su nariz ha sido elevada por la ascensión del Señor. La función de la nariz es oler. Hay muchas cosas que no podemos ver, tocar o escuchar, pero sí las podemos oler. Aquel que labora con el Señor no puede ser engañado. A él no le interesa tanto lo que usted dice, sino cómo usted huele. A él no le interesa la apariencia externa de las cosas, sino su olor interno. Tal vez usted le diga que todo está bien, pero él de inmediato percibirá que algo no está bien, que algo no es genuino ni está en armonía con el Señor. Quizás no pueda decirle exactamente lo que está mal, pero sabe que definitivamente algo está mal, porque su nariz es como una torre. Ésta es la salvaguardia de la obra del Señor. Es muy difícil engañar a aquel que ha obtenido un logro como éste. Usted podrá decirle una verdad o una mentira. Para él, no hay diferencia; ambas son iguales. No se trata de la apariencia externa de las cosas, sino de su olor. Para que la obra del Señor sea salvaguardada, necesitamos tener una nariz tan elevada como la torre del Líbano.
Luego el Señor vuelve a hablar acerca de su cabello: “Tu cabeza erguida, como el Carmelo; como púrpura, tus guedejas: el rey está preso en tus trenzas” [heb.] (7:5). Esta vez el Señor no usa la palabra cabello. La traducción de la versión King James no es acertada aquí. No se está hablando del cabello en su estado natural, sino de sus guedejas. Las guedejas se refieren al cabello que ha sido disciplinado, entrelazado y atado. Como hemos visto, esto nos habla de su sumisión. Su voluntad ha sido completamente disciplinada, atada y sometida plenamente al Señor. Además de las guedejas tenemos las hermosas trenzas. Es la belleza de estas trenzas lo que tiene preso al Señor. El rey está preso en sus trenzas. El Señor ha quedado preso por su sumisión. La sumisión de ella es tan elevada, la cual es representada por el color púrpura, que hace que se manifiesten la realeza y la autoridad del Señor.
En el cristianismo actual, sencillamente no se ve el señorío, la realeza ni la autoridad del Señor. Sin embargo, si tomamos las cosas del Señor en serio, nuestra sumisión a Él tendrá el color de la púrpura. Es de esta manera que se revelará la realeza del Señor. ¡Es la belleza de su sumisión lo que cautiva al Señor! La traducción de Darby usa la expresión “en cadenas”. La belleza de su sumisión es lo que tiene al Señor “en cadenas”. El rey fue encadenado por su sumisión. Éste es el verdadero requisito al laborar con el Señor. Si nuestra vida natural no ha sido subyugada, si nuestro cabello jamás ha sido disciplinado, o sea, si nunca ha sido trenzado ni atado, entonces no estaremos capacitados para participar en la obra del Señor. Espontáneamente habrá cierto elemento de rebelión contra el Señor. Sin embargo, en esta buscadora vemos una sumisión suprema, y la belleza de su sumisión tiene cautivo al Señor. ¡Esto es maravilloso!
El Señor procede a decir algo acerca de sus pechos: “Tu talle, como la palmera; tus pechos, como sus racimos de uvas [heb.]” (7:7). En el capítulo 4 sus pechos fueron comparados a gacelas que se alimentan. Esto significa que su fe y amor eran para alimentarse a sí misma. Pero ahora, sus pechos se han convertido en racimos de uvas, no para alimentarse a sí misma, sino para alimentar a otros. Ahora ella rebosa de vida al punto que ya no se preocupa tanto por sus propias necesidades. Ella principalmente se preocupa por las necesidades de otros. Finalmente, ella alcanza una estatura que se asemeja a la palmera. Esto es igual a lo que se menciona en Efesios 4:13. Ella ha alcanzado la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Además de todos los demás aspectos, su estatura es la de una persona plenamente madura.
Ahora ella es completamente apta para participar en la obra del Señor. En el capítulo 4 fue el Señor quien le dijo: “Ven conmigo”. Pero ahora es ella quien toma la iniciativa para andar con el Señor: “Ven, amado mío, salgamos al campo, pasemos la noche en las aldeas. Vayamos de mañana a las viñas, a ver si brotan las vides, si ya están en cierne, si han florecido los granados. ¡Allí te daré mis amores!” (7:11-12). Ella inicia la obra y el Señor la sigue. El campo es el mundo de modo general, las aldeas son las iglesias locales y todos los huertos son cada uno de los santos.
El problema es que todos nosotros únicamente estamos a favor del lugar donde laboramos. Tal vez todos estemos a favor de Jerusalén, pero a Judá únicamente le interese Judá y a Benjamín sólo le interese Benjamín. En vez de ello, vayamos al campo y pasemos la noche en las aldeas y miremos todos los huertos. No debemos tener una vista corta, sino una visión ampliada. Debemos interesarnos por todas las iglesias de todo el mundo. ¡Aleluya por Frankfurt, Alemania! ¡Aleluya por Auckland, Nueva Zelanda! ¡Aleluya por Tokio, Japón! ¡Aleluya por Sao Paulo, Brasil! Vayamos al campo y pasemos la noche en todas las aldeas y visitemos todos los huertos.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.