Reino, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-4708-2
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Cuando Dios sacó de Egipto al pueblo de Israel llevándolo al monte de Sinaí, le dijo a Moisés que haría de ellos Su especial tesoro sobre todos los pueblos de la tierra (Éx. 19:5). Salmos 135:4 también nos dice que Dios escogió a Israel para que fuese Su especial tesoro. Estos versículos demuestran que, a los ojos de Dios, los judíos son Su especial tesoro. En Mateo 13:44 el tesoro se vuelve a mencionar, mostrando que los judíos, como tesoro de Dios, también forman parte del reino. Esta parábola nos habla de un tesoro escondido en un campo que fue encontrado por un hombre, el cual, después de encontrarlo, lo escondió para luego ir y vender todo cuanto tenía a fin de comprar el campo donde estaba aquel tesoro. El Señor Jesús es el hombre que vino, encontró el tesoro y lo escondió. En un principio, Él le presentó el reino al pueblo judío, pero debido a que ellos lo rechazaron, el Señor lo escondió, encubriéndolo de los judíos incrédulos. Después de descubrir y esconder el tesoro, el Señor Jesús fue a la cruz para vender todo lo que tenía a fin de comprar no solamente el tesoro, sino todo el campo. Él redimió la tierra entera por causa del tesoro. El tesoro en el campo representa el reino junto con el verdadero Israel. En Apocalipsis 21 y 22 la Nueva Jerusalén contiene no solamente los nombres de los doce apóstoles, sino también los nombres de las doce tribus de Israel. Allí hay piedras preciosas y perlas, las cuales representan a Israel y a la iglesia.
Dios ha obtenido para Sí a algunos del linaje judío para que sean, a Sus ojos, Su pueblo especial, Su especial tesoro. Él también obtuvo para Sí a algunos del mundo gentil. Mediante la muerte y resurrección de Cristo y por la secreción de la vida de Cristo, estas personas procedentes del mundo gentil se han convertido en la perla. Dios unió a estos dos pueblos para producir una ciudad, la Nueva Jerusalén, la cual está compuesta de las piedras preciosas y las perlas.
¿Y qué del resto del mundo gentil? Cuando el Señor Jesús regrese muchos de ellos todavía no serán cristianos. El Señor sabe cómo cuidar de ellos. Él enviará a Sus ángeles para reunirlos en torno Suyo y juzgarlos. Éste es el significado de la parábola de la red y esto completará el trato del Señor con el linaje humano. Después de este juicio, Dios podrá descansar.
Estas parábolas de los misterios del reino nos muestran que el Señor Jesús vino como el Sembrador a sembrar la semilla y, a la postre, obtuvo una perla. La perla procede de la semilla. Cristo es la semilla, y la iglesia es la perla. ¡Con razón que el Señor Jesús vendió todo cuanto tenía para comprar la perla! No debiéramos pensar que somos los compradores o los vendedores de tal perla; pues somos pobres y no podemos pagar; además no tenemos nada que vender. La perla es demasiado preciosa, y su precio es inestimable. Así que, el Señor Jesús pagó el precio, vendiendo todo lo que tenía para comprar la iglesia. Hechos 20:28 revela que el Señor Jesús compró la iglesia con Su propia sangre. Él compró la iglesia al pagar tan elevado precio. El Señor Jesús se sembró como la semilla y, a la postre, obtendrá la perla. ¡Qué gozo será esto para el Señor!
Si examinamos Mateo 13, notaremos dos cosas. Lo primero es el crecimiento, pues la semilla tiene que crecer. Como indicamos anteriormente, Pablo plantó, Apolos regó y Dios dio el crecimiento (1 Co. 3:6). Lo segundo es la transformación. La perla no es objeto de la creación original de Dios, sino que es un grano de arena que ha sido transformado. En sí mismo el grano de arena no es precioso, pero ha sido recubierto y transformado por la secreción de un elemento precioso. La transformación no consiste en enmendar nuestra conducta ni consiste en un mero cambio externo; más bien, consiste en un cambio metabólico debido a que un nuevo elemento ha sido añadido a nuestro ser. Hubo un tiempo en que éramos pequeñas piedras; pero después, la vida de resurrección de Cristo nos fue añadida. Una y otra vez el elemento de la resurrección fue secretado sobre nosotros, lo cual produjo un cambio orgánico en nuestro ser. En esto consiste la transformación. En este capítulo de Mateo podemos ver tanto el crecimiento como la transformación. Es necesario que experimentemos tal crecimiento y transformación día tras día. En el siguiente capítulo veremos que el crecimiento y la transformación siempre están acompañados por la edificación. A la postre, no hay muchas perlas, sino una sola gran perla. Esta gran perla representa una sola entidad compuesta por muchos que fueron conjuntamente edificados hasta lograr la unidad. En esto consiste la edificación. Por tanto, tenemos el crecimiento, la transformación y la edificación.
La semilla, el trigo y la comida todavía pueden ser dañados por el maligno cuando éste introduce algo negativo que los corrompe. Pero la perla y el tesoro, no pueden ser dañados por Satanás. En las parábolas del tesoro y la perla no se menciona a Satanás. Siempre que en una iglesia se produce la transformación de sus miembros, ello representa el fin de Satanás. Satanás no puede hacer nada contra la Nueva Jerusalén. Para el tiempo de la Nueva Jerusalén, Satanás estará en el lago de fuego. Hoy en día se cumple el mismo principio. Si la iglesia es transformada, Satanás se habrá quedado sin trabajo. Si nuestro crecimiento permanece en la etapa de la semilla, el trigo o la comida; Satanás todavía tendrá muchas oportunidades para dañarnos y frustrarnos. Sin embargo, cuando seamos transformados, esto representará el fin de Satanás. Él ya no podrá introducir más levadura. Tenemos que crecer y, más aún, tenemos que ser transformados.
Nosotros no solamente somos el trigo o la comida, sino que a la postre llegaremos a ser las perlas. En primer lugar, somos las plantas; pero éstas, en virtud del crecimiento y la transformación, se convierten en minerales. Según la revelación hallada en la Biblia, las piedras preciosas y las perlas tienen como finalidad el edificio de Dios, Su edificación. Este edificio es producto del crecimiento y la transformación. Para obtener tal edificación, no basta con la vida vegetal, sino que son necesarios los minerales; así pues, necesitamos el tesoro y la perla.
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