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Espíritu en las epístoles, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7707-2
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Actualmente disponible en: Parte 1 Capítulo 3 de 19 Sección 3 de 3

UN HOMBRE ESPIRITUAL ES AÚN MÁS HUMANO

Hasta ahora, el mensaje sobre 1 Corintios puede considerarse completo. El capítulo 7 nos muestra que una persona que vive en el espíritu no sabe con claridad que está en el espíritu. Cuanto más espiritual sea una persona y cuanto más vive en el espíritu, menos claridad y conciencia tiene que ella está en el espíritu. Éste es el caso de 1 Corintios 7, donde Pablo dice respecto al matrimonio: “Mando, no yo, sino el Señor” (v. 10); “Yo digo, no el Señor” (v. 12). En efecto, él está diciendo: “Ésta es mi palabra, no la del Señor”. Sin embargo, después de decir todo eso, finalmente dice: “A mi juicio, más dichosa será si se queda así; y pienso que también yo tengo al Espíritu de Dios” (v. 40). Esto muestra que cuanto más una persona vive en el espíritu, menos clara se siente de vivir en el espíritu. Cuando alguien le diga: “Estoy absolutamente en el espíritu”, tiene que ponerle un gran signo de interrogación a tal palabra. Lo más probable es que él esté mayormente en el alma. Él no posee el hecho de estar en el espíritu; sólo posee el sentir de su alma. Si leemos 1 Corintios 7 otra vez, veremos que entre más una persona vive en el espíritu, más humano es en su vivir, hacer y hablar. Tenemos un concepto errado al pensar que si una persona vive en el espíritu, ella debe de ser como un ángel, diferente de los seres humanos. Esto es un error. Al leer las epístolas escritas por Pablo, podemos ver que él habló cien por ciento como hombre. Él no dijo que tenía la certeza de que hablaba en el espíritu. Mientras más espiritual es una persona, menos angelical es. Mientras más espiritual es una persona, más humana es.

No puedo olvidar lo que dijo el hermano Watchman Nee hace más de treinta años. Él dijo: “Hermano, ¿sabe usted que si nos vestimos de una manera menos sofisticada, tendríamos un mayor impacto? ¿Y si nos vestimos de una manera extraña y peculiar y luego damos un mensaje espiritual, se sentirá la gente más inclinada a seguirnos?”. Antes yo no entendía esta palabra, pero ahora la entiendo. Me di cuenta de que la gente tiene una idea absurda, pensando que si alguien es espiritual, él o ella dejan de ser humanos. Este concepto no es conforme a la verdad. Cuando el Señor Jesús se encarnó, Él se hizo un hombre, no un ángel. Él comió, durmió y se vistió como todo hombre. Era verdaderamente un hombre. Por consiguiente, hermanos, aprendan a no pretender ni imitar. No debemos actuar en cierta manera para que otros crean que somos espirituales. La verdadera espiritualidad se expresa al vivir la vida del nuevo hombre que está en nuestro interior, mientras que externamente seguimos siendo muy humanos.

BEBER DEL ESPÍRITU MOMENTO A MOMENTO

El capítulo 10 nos dice que nuestro disfrute espiritual, nuestro alimento espiritual, nuestra bebida espiritual y nuestra dependencia espiritual deben ser en el espíritu. El capítulo 12 habla aún más exhaustivamente. Por un lado, fuimos bautizados en un solo Espíritu y, por otro, estamos bebiendo de un mismo Espíritu día tras día. El bautismo es algo que ocurre una vez y para siempre, pero beber sólo una vez no es suficiente. Debemos beber cada día. Por tanto, aunque necesitamos el derramamiento apropiado del Espíritu, el derramamiento externo tiene como fin recibirle y absorberle internamente. En lugar de pedir por el derramamiento del Espíritu día tras día, debemos recibir, absorber, al Espíritu desde nuestro interior momento a momento.

Nos referiremos nuevamente al asunto de hablar en lenguas del movimiento pentecostal. Los que están en el movimiento pentecostal no se interesan por nada más que por hablar en lenguas, pero no saben que hablar en lenguas no equivale a beber del Espíritu Santo. Un burro en el Antiguo Testamento también habló en lenguas, pero no bebió ni un sorbo del Espíritu Santo. Aun si el hablar en lenguas es genuino, a lo sumo es un derramamiento. En 1 Corintios 12:13 claramente se nos muestra que el derramamiento externo y la bebida interna son dos cosas diferentes. Dios nos ha bautizado en el Espíritu, y desde entonces Él también nos ha dado a beber del Espíritu. Dios nos ha bautizado en el Espíritu, quien es el agua viva, y también nos ha dado a beber de esta agua viva. El movimiento pentecostal les da a las personas sólo una impresión unilateral, haciendo que la gente se interese por el aspecto externo y desatienda por completo el aspecto interno. Hoy Dios desea obtener un gran recobro, el recobro de beber internamente del Espíritu.

Fue hecho [...] el postrer Adán, Espíritu vivificante. (15:45)

Finalmente, el capítulo 15 muestra que Cristo en resurrección es el Espíritu vivificante. El Espíritu que mora en nosotros, que causa que crezcamos y seamos transformados, y que nos está edificando para ser el templo de Dios, como se menciona en el capítulo 3, es este Espíritu vivificante. El Espíritu en nosotros, al cual fuimos unidos, como se menciona en el capítulo 6, es también este Espíritu vivificante. Además, el Espíritu que mora en nuestro cuerpo para hacer que nuestro cuerpo sea exclusivamente de Su uso es también este Espíritu vivificante. Este Espíritu es Cristo mismo como nuestra porción. Debemos comerle a Él como nuestro alimento espiritual, beberle como nuestra bebida espiritual y depender de Él como nuestra roca espiritual. Cada día que bebemos de este mismo Espíritu recibimos Su suministro. Éste es el libro de 1 Corintios.

Finalmente, tenemos una palabra de conclusión. Después del libro de Romanos, 1 Corintios nos muestra que Dios nos ha dado a Cristo como nuestra porción y nuestro todo. Este Cristo debe ser el Espíritu vivificante en nuestro espíritu. Sólo así podemos disfrutarle a Él de manera práctica, y sólo así Él puede llegar a ser nuestra verdadera experiencia. Cuando le experimentamos de esta manera, crecemos y somos transformados a fin de ser juntamente edificados como templo de Dios. Entonces el Espíritu puede morar entre nosotros. Además, cuando vivimos en este Espíritu, venimos a ser muy humanos, y es posible no estar muy conscientes de que estamos en el espíritu. Cuando vivimos en el espíritu de modo profundo, es posible no tener una fuerte sensación acerca de ello. Sin embargo, ésta es la condición normal.


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