Ministerio de la Palabra de Dios, Elpor Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0700-0
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Los ministros del Nuevo Testamento, como por ejemplo, Mateo, Pablo, Pedro, se apoyaban en el Antiguo Testamento, y ninguno de ellos habló por su propia cuenta, ni de manera independiente ni autónoma.
Sin embargo, no todo el que lee el Antiguo Testamento puede hablar como Mateo, Pablo o Pedro. Para poder ejercer el ministerio de la Palabra, necesitamos la interpretación del Espíritu Santo. Es El quien ilumina y explica el significado de cierto mensaje, el que descubre los hechos del Antiguo Testamento y nos muestra las palabras a las que debemos dar importancia, y el que nos proporciona la base para hablar.
Todos los escritores del Nuevo Testamento tenían el ministerio de la Palabra. Debe suceder lo mismo entre nosotros. Si queremos ser ministros de la Palabra de Dios, necesitamos estudiar la Biblia diligentemente y recordar que no basta con leerla, pues necesitamos pedirle al Espíritu del Señor que nos muestre los hechos más importantes de la Palabra escrita, que vuelva nuestra atención a esos hechos y nos dé su interpretación. Un ministro de la Palabra debe tener una base para hablar; no debe expresarse de manera independiente, ni suponer que lo único que necesita es memorizar la Palabra, pues es necesaria la interpretación del Espíritu Santo.
Debemos tener presente que el ministerio de la Palabra hoy es mucho más extenso que el de los escritores del Nuevo Testamento. Esto no significa que lo que ahora vemos sea más profundo que lo que ellos vieron. Sabemos que la Palabra de Dios se completó con el libro de Apocalipsis. Todas las verdades de Dios, las más elevadas y las más profundas, ya están escritas. No obstante, el ministerio de la Palabra hoy es más espléndido. Pablo anunció la Palabra basándose en las palabras divinas del Antiguo Testamento; pero nosotros no sólo nos basamos en el Antiguo Testamento, sino también en los escritos de Pablo, de Pedro y del resto de los que escribieron el Nuevo Testamento. La Biblia que tenemos hoy es más extensa que la de Pablo. El sólo tenía treinta y nueve libros, pero nosotros tenemos sesenta y seis. Hoy el ministerio de la Palabra que llevan a cabo los siervos de Dios debe ser más prolífico que antes, ya que el material que el Espíritu de Dios puede usar y la oportunidad que tiene de interpretarlo es mucho mayor ahora. No hay razón para tener escasez; debe haber abundancia.
En el pasado muchas personas han dedicado un tiempo considerable al estudio de la Biblia y, con la ayuda del Espíritu Santo, han podido ver la diferencia que hay entre las palabras que aparecen con artículo y las palabras que aparecen sin él, como por ejemplo: Cristo y el Cristo; ley y la ley; fe y la fe. Descubrir esto requiere un estudio minucioso. En el Nuevo Testamento, el título Jesucristo se refiere al Señor antes de resucitar, y el título Cristo Jesús se refiere al Señor resucitado. También podemos ver que en ninguna parte de la Biblia se nos dice que los creyentes están en Jesús; pero sí que están en Cristo. Estos pormenores tan preciosos requieren un estudio muy detallado a fin de poderlos extraer. Debemos permitir que el Espíritu del Señor nos hable para que veamos la exactitud que hay en la Palabra de Dios.
En la Biblia hay muchas palabras que no son equivalentes. Muchos pronombres tienen un significado especial y no pueden ser remplazdos por otras palabras. Es claro que en la Biblia, la sangre significa redención, y la cruz habla de la disciplina por la que pasa nuestro ser, pues cuando se menciona la vieja creación, se hace alusión a la crucifixión, y cuando se habla de llevar la cruz, se refiere al hombre natural. La Palabra de Dios es inconfundible. En relación con la operación del Espíritu Santo, la obra de constitución es interna, pero en relación con la experiencia de los dones, es externa. Ejemplos como estos demuestran la exactitud de las Escrituras. Los escritores del Nuevo Testamento notaron la exactitud del Antiguo Testamento, y se subordinaron a la interpretación del Espíritu del Señor. Nosotros también debemos hacer lo mismo. Debemos basarnos en ambos Testamentos para tener un rico ministerio de la Palabra. Necesitamos estudiar la Biblia, y también tener la interpretación del Espíritu Santo.
Un verdadero ministro de la Palabra no recibe una revelación aislada, descomunal y sin precedentes, sino que desarrolla la luz que tiene sobre lo que Dios manifestó en el pasado. Esto es lo que Pablo, Pedro y los demás ministros del Señor hicieron en sus días, y esto es lo que los ministros del Señor debemos hacer hoy. Antes de Pablo hubo otros ministros, y antes de nosotros están Pablo, los demás apóstoles y los sesenta y seis libros de la Biblia, la cual es la Palabra escrita de Dios. La revelación, la luz y la palabra actual tienen que concordar con las de quienes nos precedieron. Pablo necesitó la interpretación del Espíritu a fin de ser un ministro de la Palabra. Nosotros también, si queremos ser ministros de la Palabra, necesitamos que el Espíritu Santo nos dé la interpretación. La palabra de Dios ha sido comunicada y ha adquirido más palabras de generación en generación. Nadie debe tener un mensaje autónomo. La segunda persona ve más que la primera; la tercera ve más que la segunda; y la cuarta ve más que la tercera. Con el transcurso del tiempo se ven más cosas. Dios vino directamente a la primera persona, pero las demás siguieron las pisadas de sus predecesores. Es así como la Palabra de Dios crece. Si Dios nos concede Su misericordia y Su gracia y abre nuestros ojos para que veamos lo que El expresó, tendremos una base sobre la cual servir como ministros de Su palabra.
Es posible que haya muchos ministros, pero la Palabra es una sola. De generación en generación, los ministros son el producto de la Palabra. Los ministros postreros deben pedirle a Dios que les dé la interpretación de la palabra proclamada por los ministros que les precedieron. Es así como se unen al gran “Verbo” de Dios y a todos los ministros de Dios. Este principio es esencial: la Palabra es una sola, pero los ministros son muchos.
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