Dios Triuno es vida para el hombre tripartito, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-0254-8
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A fin de participar de tal Espíritu, debemos poner nuestra mente en el espíritu (Ro. 8:6b), andar conforme al espíritu (v. 4), tener nuestro ser conforme al Espíritu (Gá. 5:16, 25) y no contristar al Espíritu (Ef. 4:30). Debemos tener nuestro ser conforme al Espíritu en todo. Además, no debemos contristar al Espíritu. Más bien, debemos alegrar al Espíritu. Nuestra alegría es una señal de que Él está contento.
Cristo es la corporificación de Dios, y el Espíritu es lo que hace real a Cristo. Cristo es el objeto de nuestra experiencia de la vida divina, y el Espíritu es la realidad de la experiencia de la vida divina. Pero la manera de experimentar la vida divina es la muerte de la cruz.
La crucifixión, es decir, el matar o la muerte, de Cristo acompaña Su resurrección. Filipenses 3:10 dice: “A fin de conocerle, y el poder de Su resurrección, y la comunión en Sus padecimientos, configurándome a Su muerte”. Un buen himno que habla del hecho de que la muerte de Cristo acompaña la resurrección es el himno #297 en Himnos. La primera estrofa de este himno dice:
Si resurrección anhelo,
Tengo que la cruz amar;
De la muerte surge vida,
De la pérdida, el ganar.
El elemento de la muerte de Cristo está en el Espíritu compuesto (Éx. 30:23a). Los antibióticos contienen ciertos elementos que matan los microbios. En los antibióticos los elementos que matan son como el elemento de la muerte de Cristo, la cual compone al Espíritu. Este elemento que mata que está en el Espíritu compuesto se aplica a todas las personas, cosas y asuntos negativos que están relacionados con nosotros en nuestra vida diaria, nuestra vida de iglesia y en nuestra obra, mediante el Espíritu que nos unge como el ungüento de la unción (1 Jn. 2:20, 27; Ro. 8:13b; Gá. 5:24). La unción dentro de nosotros es el mover del Espíritu compuesto como ungüento compuesto. Mediante esta unción, se aplica un elemento que mata para matar todas las cosas negativas en nuestra vida.
El elemento del Espíritu compuesto que mata lo negativo, aplicado a todas las personas, cosas y asuntos negativos en nuestra vida, tiene como fin que nosotros vivamos una vida crucificada por medio del poder de la vida de resurrección de Cristo (Fil. 3:10). Los himnos #297 y 199 en Himnos se refieren al poder de la resurrección que nos capacita para vivir una vida crucificada. La segunda estrofa del himno #199, escrito por A. B. Simpson, dice:
Dulce es morir con Cristo
Si vivo en resurrección,
Y llevar Sus sufrimientos
Si rebosa el corazón.
En resurrección Él mora
En mi ser con gran poder,
Y por eso muy contento
Al Calvario yo iré.
Para tomar el camino de la cruz, o sea, aplicar la cruz de Cristo a nosotros mismos, para experimentar la vida divina, necesitamos permanecer en la unción del Espíritu (1 Jn. 2:27b). La unción nunca deja de operar en nosotros. Nuestra necesidad como creyentes es permanecer en esta unción. Al permanecer en esta unción, también debemos aprender a no rechazar la muerte que se ejerce sobre nosotros en esta unción. Debemos decir “amén” con gozo cada vez que el Espíritu quiera matar algunas cosas negativas en nosotros. La cruz y el Espíritu, la muerte de Cristo y el Espíritu, se acompañan el uno al otro. Si tenemos la cruz, tenemos al Espíritu. Si tenemos al Espíritu, tenemos la muerte de Cristo. A fin de experimentar la vida divina, necesitamos experimentar a Cristo como la corporificación del Dios Triuno, el Espíritu como lo que hace real a Cristo y la cruz de Cristo, es decir, la muerte de Cristo, como el camino.
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