Información del libro

Los de corazón puropor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-2060-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 8 de 10 Sección 1 de 4

CAPITULO OCHO

PARA LOS HOMBRES “ESTO” ES IMPOSIBLE;
MAS PARA DIOS TODO ES POSIBLE

DOS PARABOLAS

Hay dos parábolas en Mateo 21 y 22 que ocupan un lugar muy importante en la Biblia. El capítulo veintiuno nos habla de las labores en la viña, y el capítulo veintidós relata la fiesta de bodas. La viña tiene que ver con la labor, mientras que la fiesta de bodas alude al disfrute. La primera parábola relata que Dios envía a Sus esclavos a trabajar, y la segunda parábola nos dice que Dios llama a Su pueblo al disfrute. El trabajo exige que el hombre se esfuerce; en cambio, el disfrute es gratuito. Es menester que comprendamos plenamente el principio manifestado en estas dos parábolas. La primera parábola muestra que Dios requiere que el hombre haga un esfuerzo al laborar, esto es, que pague cierto precio. Dios exige que el hombre dé fruto. Sin embargo, la segunda parábola afirma que Dios solamente desea que el hombre disfrute. En otras palabras, no se exige que el hombre pague precio alguno debido a que todo ha sido preparado. En esta parábola, si hay algo que Dios exige del hombre, es que éste disfrute de aquello que Dios ha provisto. En la primera parábola, Dios exige algo del hombre, mientras que en la segunda parábola el hombre lo recibe todo de Dios.

¿A qué se refieren estas dos parábolas? Todo lector de la Biblia debe saber que la primera parábola se refiere a la dispensación de la ley, mientras que la segunda parábola se refiere a la dispensación de la gracia. En la dispensación de la ley, Dios se relacionaba con el hombre conforme a la ley y exigía que el hombre lo hiciera todo; pero en la dispensación de la gracia, Dios se relaciona con el hombre por medio de la gracia y desea que el hombre disfrute de todo lo que El ha hecho. Cuando Dios se relacionaba con el hombre conforme a la ley, bajo la dispensación de la ley, había una situación específica que produjo un determinado resultado. En la siguiente dispensación, en la que Dios se relaciona con el hombre conforme a la gracia, la situación es diferente y se produce un resultado distinto.

LA DISPENSACION DE LA LEY

Bajo la dispensación de la ley, Dios exige que el hombre trabaje, que tenga una conducta apropiada, que pague cierto precio esforzándose y que sude. Cuando el hombre estuvo bajo la ley del Antiguo Testamento, Dios nunca hizo provisión para el hombre sino que siempre exigió de él. En Mateo 21 hay una viña en la cual se necesita laborar mucho y en la cual se le exige al hombre que trabaje. La viña requiere que el hombre invierta en ella su tiempo y su esfuerzo. ¿Pero cuál fue el resultado? El resultado fue que el hombre no produjo fruto alguno para Dios, es decir, el hombre no logró nada. No es que la ley fuese errónea, sino que debido a la debilidad y perversidad de los hombres, al hombre le fue imposible lograr algo bueno. Por consiguiente, el Señor nos muestra en la primera parábola que a pesar de que Dios exigió repetidamente al hombre que produjese fruto, El no recibió fruto alguno. Esto nos indica que bajo la ley, si el hombre desea satisfacer las demandas de Dios mediante su propio comportamiento y justicia, los resultados son vanos y vacíos, debido a que el hombre no tiene la capacidad de hacerlo. Esta parábola no nos dice que el hombre dio poco fruto, sino que no dio fruto alguno. Si el hombre trata de cumplir lo que Dios exige bajo la ley, definitivamente fracasará y no logrará nada. Por lo tanto, la primera parábola se refiere claramente a la dispensación de la ley.

LA DISPENSACION DE LA GRACIA

La segunda parábola se refiere a la dispensación de la gracia. La dispensación de la gracia no se asemeja a una viña, sino a una fiesta de bodas. ¿Es necesario pagar para entrar a una fiesta de bodas? A nadie se le exige que pague para asistir a una fiesta de bodas. Esto nos muestra que bajo la dispensación de la gracia, Dios se relaciona con el hombre conforme a la gracia. Dios ha preparado todo, y nosotros somos los que hemos sido llamados simplemente a disfrutar. Tenemos que recurrir a Dios para que El nos muestre el principio de la gracia, de tal modo que podamos ver que todo está listo y ha sido preparado por El. Nosotros somos aquellos que han sido llamados simplemente a disfrutar, y no necesitamos pagar nada.

LA DIFERENCIA ENTRE
LA LEY DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Y LA GRACIA DEL NUEVO TESTAMENTO

La ley requiere que trabajemos, mientras que la gracia requiere que recibamos. En la esfera de la ley, laboramos, mientras que en la esfera de la gracia, disfrutamos. Aquí se nos presentan dos cuadros: uno es el de la viña, donde todos laboran, y el otro es el de una fiesta de bodas, donde todos disfrutan. Bajo la dispensación de la ley, era el hombre quien trabajaba, laboraba y se esforzaba. Bajo la dispensación de la gracia, es Dios quien prepara todo y hace que todo esté listo; el hombre sólo debe disfrutar.

¿Qué significado encierran estas dos parábolas? Ya sabemos que una persona que desea crecer en vida delante de Dios, debe confesar sus pecados y debe tomar medidas con respecto a ellos y a su conciencia. Pero, algunos quizás digan que esta exhortación es demasiado elevada y se pregunten quién puede llevar esto a cabo. O, tal vez pregunten: “¿Quién puede tomar medidas tan exhaustivas en cuanto a sus pecados y a su conciencia? En el Nuevo Testamento, Dios exige de nosotros que confesemos nuestros pecados, que tomemos medidas con respecto a ellos, que mantengamos una conciencia sin ofensa y que nos consagremos a Dios de manera absoluta. ¿Estas son exigencias de la ley o de la gracia?”. Si leemos cuidadosamente el Nuevo Testamento, descubriremos que hay determinados pasajes en los que se nos exige confesar nuestros pecados y mantener una buena conciencia. Por ejemplo, Mateo 5:26 dice: “De ningún modo saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante”. Asimismo, en Hebreos 9:14 se nos dice que debemos tomar medidas con respecto a nuestros pecados a fin de poder servir al Dios vivo con una conciencia pura. Externamente, todas estas palabras parecen ser leyes, pero en el Nuevo Testamento, de hecho, éstas son palabras de gracia.

He aquí el problema: ¿No habíamos dicho que solamente la ley exige que las personas hagan ciertas cosas, y que la gracia tiene que ver únicamente con el disfrute, sin ninguna exigencia? Puesto que la confesión de pecados y las medidas a tomar con respecto a ellos, así como las medidas a tomar para mantener una conciencia sin ofensa, obviamente constituyen exigencias, ¿cómo podemos decir que están relacionadas con la gracia? A primera vista, todas estas cosas parecen ser exigencias; pero, de hecho, todo cuanto encontramos en el Nuevo Testamento es gracia, absolutamente gracia. En el Antiguo Testamento encontramos que Dios le exigió muchas cosas al hombre. Por ejemplo, Deuteronomio 6:5 dice claramente: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. El Nuevo Testamento también hace esta misma exigencia y nos dice que debemos abandonarlo todo para amar al Señor (Lc. 10:27; Mt. 19:29; Lc. 14:26). Estos dos mandamientos —uno en el Antiguo Testamento y el otro en el Nuevo Testamento— aparentemente son lo mismo, pero realmente no lo son.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top