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Liderazgo en el Nuevo Testamento, Elpor Witness Lee

ISBN: 978-1-57593-376-4
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UNA SOLA CABEZA

El Nuevo Testamento revela que todos los hijos de Dios constituyen un solo Cuerpo. Aunque haya muchos miembros, sólo hay una Cabeza. Pero según nuestro concepto natural, existen muchas cabezas. Pensamos que los hombros, los brazos, las manos y los dedos son cabezas. No obstante, hay una sola Cabeza que da las órdenes a todos los miembros directamente, no a través de otras cabezas. En el recobro del Señor no hay una organización, sino un organismo, un Cuerpo. Por lo tanto, no existen otras cabezas. No consideren los brazos ni los hombros como otras cabezas. El Cuerpo tiene una sola Cabeza: Cristo. Si vemos claramente el liderazgo, nadie nos podrá engañar.

LA OBEDIENCIA A LOS DIRIGENTES

Hemos visto un aspecto de la verdad en cuanto al liderazgo, o sea, el aspecto de que en la economía neotestamentaria de Dios no existe un liderazgo oficial y permanente. Ahora examinemos otro aspecto. Hebreos 13:17 dice: “Obedeced a vuestros guías, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con gozo, y no quejándose, porque esto no os es provechoso”. Todos nosotros debemos obedecer a los guías, o sea a los que dirigen. Esto no quiere decir que los ancianos ejercen autoridad sobre nosotros, sino que por ser mayores y tener más experiencias, ellos toman el mando y nosotros debemos seguirles. Obedecer quiere decir seguir.

Con respecto a los ancianos, Pedro dice: “No como teniendo señorío sobre lo que se os ha asignado, sino siendo ejemplos del rebaño” (1 P. 5:3). Los ancianos deben tomar el mando siendo ejemplos, y no al tener señorío sobre los santos. Si los ancianos ven que no se ha aspirado el piso, no deben sentarse en el trono y llamar a los siervos a que lo hagan por ellos. Ellos deben tomar la iniciativa de aspirar el piso, y así ser ejemplos para que otros les sigan.

Aunque los ancianos no deben ejercer señorío sobre el rebaño de Dios, Pedro dice: “Jóvenes, estad sujetos a los ancianos” (1 P. 5:5a). Además, hay momentos en que los mayores necesitan someterse a los jóvenes. Como dice Pedro: “Y todos, ceñíos de humildad en el trato mutuo” (v. 5b). Así que, no sólo los jóvenes tienen que someterse a los ancianos, sino que todos, incluyendo a los mayores, tienen que someterse el uno al otro con humildad. ¡Qué cuadro más maravilloso es! Es totalmente diferente éste al concepto natural en cuanto al liderazgo hallado en la mentalidad caída. Los que dirigen en la iglesia no desempeñan su función como lo hacía Nimrod, quien edificó la ciudad de Babel; sino que edifican el Cuerpo.

LA AUTORIDAD DE LOS APOSTOLES

Finalmente, debemos decir algo en cuanto a los apóstoles. ¿Tienen los apóstoles autoridad? Según mi conocimiento del Nuevo Testamento, ellos en sí mismos no tienen la autoridad de controlar las iglesias. Sólo lo que ellos ministran tiene autoridad. Si las iglesias y los santos siguen adelante conforme a la palabra, según el oráculo de Dios, los apóstoles no tienen autoridad sobre las iglesias. Pero si una iglesia se desvía o se descarría, entonces los apóstoles tienen la obligación y la responsabilidad de enfrentar la situación conforme a las palabras de Dios, las cuales tienen autoridad. Por lo tanto, Pablo dice: “¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” (1 Co. 4:21). También les dijo que él estaba presente en espíritu para juzgar al pecador que se hallaba entre ellos para echarle fuera (1 Co. 5:3-5). La autoridad de los apóstoles es espiritual y se halla en el ministerio de la palabra. Ellos en sí mismos no poseen la autoridad ni están en posición de interferir en los asuntos prácticos de la iglesia.

Entre los hijos de Dios en la economía neotestamentaria actual, no hay dirigentes en el sentido natural. No hay un dirigente oficial, permanente y organizado entre los apóstoles. Lo mismo se aplica a los ancianos de una iglesia local. Además, todas las iglesias están en el mismo nivel; no existe una organización centralizada. Igualmente, todas las regiones, los distritos y las áreas de la obra están al mismo nivel. Por lo tanto, todos los apóstoles, todas las iglesias locales, todos los ancianos y todas las regiones de la obra están en el mismo nivel. No existe una organización, ni una jerarquía, ni un dirigente oficial y permanente. Sino que todos respetamos y acatamos la autoridad del Señor Jesucristo. Si vemos esto, trazaremos bien la palabra de la verdad en cuanto al liderazgo entre los hijos de Dios hoy en día.


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