Información del libro

Revelación básica contenida en las santas Escrituras, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-1-57593-323-8
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Actualmente disponible en: Capítulo 4 de 11 Sección 3 de 3

CRECEMOS EN LA VIDA DIVINA
Y SOMOS EDIFICADOS

Pocos cristianos prestan atención al crecimiento en vida (1 Co. 3:6-7) y a ser edificados (1 Co. 3:10-12) como Cuerpo de Cristo y como iglesia, la casa de Dios. La espiritualidad proviene del crecimiento en vida; la meta del crecimiento en vida es la edificación del Cuerpo de Cristo y de la casa de Dios. En la práctica, esto alude a la edificación de la iglesia local. Sin la vida adecuada de iglesia en nuestra localidad, ¿cómo podemos edificar a otros? Necesitamos estar donde haya una iglesia. Luego dentro de esa iglesia podemos ser edificados con otros y así ser la casa espiritual de Dios (Ef. 2:21-22; 1 P. 2:5). Mientras somos edificados como la iglesia local, también somos edificados como el Cuerpo de Cristo (Ef. 4:16).

TRANSFORMADOS EN EL ALMA

Nuestro espíritu ha sido regenerado pero, ¿qué podemos decir de nuestra alma? Necesitamos ser transformados (2 Co. 3:18) por la renovación de nuestra mente (Ro. 12:2; Ef. 4:23). La mente es la parte principal de nuestra alma (Sal. 13:2; 139:14; Lm. 3:20). La transformación del alma requiere la renovación de la mente.

SANTIFICADOS POR EXPERIENCIA

La transformación de nuestra alma es la santificación de nuestra disposición. El Señor nos santifica en nuestro espíritu, en nuestra alma y en nuestro cuerpo (1 Ts. 5:23). Todo nuestro ser ha de ser santificado, transformado.

SEREMOS TRANSFIGURADOS EN NUESTRO CUERPO

Cuando el Señor regrese, nuestro cuerpo será transfigurado (Fil. 3:21), completamente redimido (Ro. 8:23). Cuando creímos, nuestro espíritu fue regenerado. Durante nuestra vida cristiana en esta tierra poco a poco nuestra alma es transformada y santificada. Luego cuando el Señor regrese, nuestro cuerpo será transfigurado. En aquel entonces todo nuestro ser será completamente conformado a Cristo.

CONFORMADOS A CRISTO

Nosotros, los muchos hermanos de Cristo, seremos conformados a Su imagen y estaremos con El en la gloria (Ro. 8:29-30). Ya no seremos naturales en ninguna parte de nuestro ser. Todavía somos bastante naturales en nuestra alma y somos corruptos en nuestro cuerpo; por eso, después de la regeneración de nuestro espíritu, necesitamos la transformación de nuestra alma y la transfiguración de nuestro cuerpo. Entonces nosotros, los muchos hermanos de Cristo, estaremos totalmente conformados al Hijo primogénito de Dios.

GLORIFICADOS

Finalmente, seremos glorificados en la vida divina y en la naturaleza divina (Ro. 8:30) y manifestaremos la gloria de Dios para Su expresión en la Nueva Jerusalén.

LA MANERA DE DISFRUTAR A CRISTO

El libro de Romanos es un esbozo de la vida cristiana apropiada. En el capítulo seis tenemos todos los hechos cumplidos por Cristo. El murió, y nosotros morimos con El. El resucitó, y así también nosotros. En Cristo éstos son hechos. En El somos unidos a Su muerte y resurrección (6:4-5).

Sin embargo, en Romanos 6 no tenemos la experiencia de la muerte y resurrección de Cristo. Necesitamos seguir adelante a Romanos 8 para experimentar a Cristo en lo que El hace por el Espíritu. En Romanos 8 encontramos las experiencias de los hechos revelados en el capítulo seis.

Luego en el capítulo diez la Palabra entra en nuestra boca y en nuestro corazón. Primero, creemos en la Palabra que llega a nosotros; luego, invocamos el nombre del Señor (10:8-9). El Señor es rico para todos los que invocan Su nombre (10:12). La palabra “invocar” en el griego significa clamar, llamar en voz alta. En Hechos los cristianos eran considerados invocadores del nombre de Jesús, y lo sabemos porque Saulo de Tarso tenía la autoridad para prender a todos los que invocaban este nombre (Hch. 9:14). Invocar el nombre del Señor Jesús marcó a los primeros cristianos. Ellos no eran callados; llamaban en voz alta el amado nombre del Señor Jesús.

Si queremos disfrutar de Cristo y de todos Sus logros, necesitamos invocarle. La manera de disfrutar a Cristo en todo lo que ha hecho es andar conforme al espíritu mezclado e invocar Su amado nombre. Luego participamos de El, le disfrutamos y le experimentamos por completo.


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