Vencedores que Dios busca, Lospor Watchman Nee
ISBN: 978-0-7363-0651-5
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Ya vimos que primero necesitamos ser libertados de la ley, pero ¿cómo podemos serlo? Sólo por medio de la muerte ya que mientras vivamos, la ley pesará sobre nosotros. Una persona que está viva no quebranta la ley por temor al castigo que le sobreviene. A esto se refiere el apóstol cuando dijo que mientras el esposo vive, la ley exige ciertas cosas de la esposa. Sin embargo, si él muere, el poder de la ley no le exige a ella esas cosas. Por tanto, para ser librado de lo que exige la ley, se requiere la muerte. Mientras vivamos, la ley seguirá haciéndonos exigencias.
En esta ocasión, no discutiremos la manera en que la ley de Dios nos exige que hagamos o no hagamos ciertas cosas; solamente examinaremos las exigencias que nos hacemos a nosotros mismos. ¿Cuándo hacemos esto? Si nos levantamos tarde hoy, decidimos que mañana nos levantaremos temprano. Decidimos vencer cuando nos hemos contaminado o cuando luchamos noche y día contra el pecado, cuando estamos en la corriente turbulenta del mundo o cuando percibimos que nuestra conducta está mal. Pensamos que podemos obtener la victoria. En tales circunstancias, todavía nos contamos como vivos. Pero si hacemos esto, no veremos la obra de Cristo en nosotros. Si verdaderamente conocemos a Dios, nos daremos cuenta de que El ya abandonó toda esperanza en nosotros. Por eso no tuvo otra opción que clavarnos en la cruz. Si pudiéramos ver que sólo somos dignos de muerte, terminarían todas nuestras resoluciones. Esta también es mi condición. Muchas veces decido que jamás volveré a hacer algo, pero inmediatamente me pregunto de nuevo: ¿Acaso no soy digno de muerte? Si lo soy, ¿por qué he de seguir tomando decisiones? Por consiguiente, debemos ver que la manera de vencer no es tomar resoluciones ni abrigar la esperanza de que la próxima vez será diferente, sino permanecer en el lugar en donde Dios nos ha puesto. Debemos dejar de tomar resoluciones y de confiar en mejorarnos. No debemos luchar para vencer, porque sabemos que todo ello es obra de la vieja vida de Adán. Debemos dejarlas en la muerte y olvidarlas. Si verdaderamente permanecemos en la muerte, venceremos y experimentaremos liberación de todas estas cosas. Así que, la muerte es nuestro único camino y la única manera de ser salvos. Ni el mundo ni el pecado ni el yo pueden tocar a una persona muerta. Si consideramos todas estas cosas muertas, no nos tocarán jamás.
Demos un paso más y démonos cuenta de cómo morimos. El versículo 4 dice: “Así también a vosotros, hermanos míos, se os ha hecho morir a la ley mediante el cuerpo de Cristo”. Así podemos ver que nuestra muerte se lleva a cabo “mediante el cuerpo de Cristo”. De la misma manera que Cristo murió, nosotros morimos. Cristo murió, y nosotros también. Este no es un suicidio espiritual, en el cual nos consideramos muertos, ni es la declaración constante de que estamos muertos esforzándonos por dar la impresión de que estamos muertos. Por el contrario, cuando vemos el hecho cumplido por Cristo en la cruz y nos damos cuenta de que Dios nos incluyó en esa muerte, somos guiados a la inevitable conclusión de que estamos muertos. Las dos experiencias espirituales más asombrosas son: en primer lugar, ver el plan de Dios, es decir, lo que El planeó para nosotros y lo que El piensa que debemos hacer; por ejemplo, El nos da por muertos. La segunda experiencia consiste en ver lo que Dios hizo en Cristo por nosotros. Estas dos vivencias son maravillosas. Vemos lo que Dios obtuvo por nosotros, cómo llegamos a ser uno con Cristo, y también cómo, estando en El, podemos recibir lo que El efectuó. Cuando Cristo fue crucificado, nosotros fuimos incluidos en Su muerte, porque Dios nos incluyó en El. Cuando Su cuerpo fue partido, nosotros también fuimos partidos. Su crucifixión es nuestra crucifixión. Por tanto, nosotros y Cristo somos uno solo. Por esto prestamos atención al bautismo. Muchas personas dicen que el bautismo es solamente un rito exterior y sin importancia. No; es un testimonio de algo interno. Creemos que cuando Cristo murió, nosotros también morimos. Después de la muerte viene la sepultura; por eso, somos sepultados en las aguas del bautismo. Si no creemos que estamos muertos, no podemos ser enterrados. El hecho de que estamos dispuestos a ser enterrados indica que creemos que ya morimos. Por consiguiente, ser bautizado equivale a creer que Cristo murió y que nosotros también morimos. Por eso somos sepultados. El entierro es una prueba de que estamos muertos. Cuando Cristo fue crucificado, nosotros fuimos incluidos en El. Cuando el velo se rasgó, también se rasgaron los querubines tejidos en él. El velo se rasgó de arriba hacia abajo, pues fue Dios quien lo hizo. Al mismo tiempo, El rasgó los querubines de arriba hacia abajo, porque éstos estaban hilvanados en el velo. Sabemos que el velo representa el cuerpo de Cristo, y los querubines a las criaturas. Por consiguiente, cuando Cristo murió, toda la creación murió. Esto es lo que significa estar muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo.
La manera de ser liberados no es considerarse muertos deliberadamente. Aquellos que predican la doctrina de considerarse muertos predican una enseñanza falsa. ¿Cuál es la enseñanza correcta? Es darse por muerto en Cristo. No morimos solos, sino mediante el cuerpo de Cristo. Cristo murió, y puesto que nosotros estamos unidos a El, también nosotros morimos. La clave hacia la victoria es no mirarse a uno mismo aparte de Cristo, y nunca prestar atención al yo que está fuera de Cristo. A esto se refiere el Señor en Juan 15 cuando dice que debemos habitar en El. Esto significa que no nos debemos ver aparte de Cristo. Lo que está por fuera sigue siendo horrible y no se puede mejorar. Si deseamos mirarnos a nosotros mismos, sólo lo podemos hacer en Cristo. Una vez que miramos al yo fuera de Cristo, caemos inmediatamente. Muchas veces olvidamos lo que Cristo llevó a cabo. Nos enojamos y nos sentimos frustrados; nos preguntamos por qué somos como somos. Continuamos fracasando, cayendo y, como resultado, desmayamos. Recordemos que esto es lo que hace alguien que está fuera de Cristo. En Cristo ya morí a la ley. Si alguien no ha recibido esta liberación, lo invito a que se mire a sí mismo solamente en Cristo, pues en El, Dios nos crucificó después de habernos juzgado irreparables. No tenemos manera de ser salvos excepto mediante la muerte. Por lo tanto, Dios nos da por muertos, pues nos crucificó en Cristo. Así que somos libres de las exigencias de la ley. Debemos mantenernos firmes sobre dos hechos. El primero consiste en que Dios nos considera desahuciados. Sólo la muerte puede librarnos de la ley. El segundo consiste en que en Cristo Dios nos crucificó. En el primero Dios nos destinó para algo, y en el segundo, Dios llevó a cabo aquello para lo que nos había destinado. Dios sabe que sólo la muerte puede librarnos. Fuimos despedazados y no hay manera de repararnos. La base de nuestra redención es la cruz. Por eso, debemos aceptar este hecho en nuestra vida diaria, a fin de ser libertados de la ley. Si nos mantenemos sobre esta base, no encontraremos obstáculos. Por supuesto, debemos confesar nuestras faltas y pedirle perdón a Dios por cometerlas, pero no debemos mirar atrás, porque todas las faltas y la degradación provienen de la vieja vida adámica. A los ojos de los hombres no hay nada mejor que pedirle al Señor que nos dé fortaleza para no volver a hacer lo mismo. Pero a los ojos de Dios, esto es superfluo, porque ya morimos en Cristo y no necesitamos tomar más resoluciones. Estamos muertos; nuestra historia se terminó junto con nuestras ideas y decisiones. Los hombres piensan que es bueno tomar resoluciones, pero éstas son débiles como cañas, no sirven para pelear contra el enemigo, y son totalmente inútiles para Dios.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.