Cómo administrar la iglesiapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6251-1
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Para conducirnos apropiadamente en la iglesia, es preciso que veamos lo que Dios ha ordenado para la iglesia. Si deseamos que nuestro servicio en la iglesia sea conforme a lo que Dios ha ordenado, primeramente debemos conocer el pensamiento profundo de Dios a fin de ver lo que Él ha dispuesto para la iglesia de eternidad a eternidad. En otras palabras, si deseamos administrar la iglesia, servir a la iglesia y servir a Dios de una manera apropiada, es menester que tengamos la perspectiva de Dios. De lo contrario, nuestra obra será diferente de lo que Dios ha ordenado.
Cristo, el Hijo de Dios, es el centro de lo que Dios ha dispuesto en la iglesia. Teniendo esto presente, debemos prestar atención a los materiales que Dios utiliza para edificar la iglesia además de fijarnos en la manera en que Él la edifica. Por consiguiente, nuestra atención no debe centrarse en los métodos sino en el material. Debemos ver con qué clase de materiales Dios edifica Su iglesia. Además, mientras servimos a Dios no sólo debemos fijarnos en los materiales que Él usa para edificar la iglesia según Su intención eterna, sino también en lo que Él finalmente desea obtener en Su obra de edificación, lo cual incluye la naturaleza de aquello que desea obtener. En vista de ello, siento que no necesito recalcar métodos y técnicas; más bien, deseo enfatizar nuestra necesidad de ver la naturaleza intrínseca del edificio de Dios.
Basándonos en el relato de los Evangelios, podemos ver que aunque el Señor estuvo con Sus discípulos en la tierra por bastante tiempo y tuvo muchas conversaciones con ellos, Él raras veces les habló acerca de la iglesia. El Señor no trató el asunto de la iglesia sino hasta Mateo 16; ésta es la primera vez en que la iglesia se revela y se menciona de manera explícita en la Biblia. ¿Por qué el Señor no habló de la iglesia antes de Mateo 16? Cuando el Señor Jesús les preguntó a los discípulos: “¿Quién decís que soy Yo?” (v. 15), Pedro le respondió, diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). Entonces Jesús le respondió y dijo: “No te lo reveló carne ni sangre, sino Mi Padre que está en los cielos. Y Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia” (vs. 17-18). El Señor habló de la iglesia sólo después de haber llevado a Sus discípulos al punto en que podía mostrarles una visión muy elevada de Sí mismo como el Cristo de Dios, el Hijo de Dios. Esto nos muestra que una persona sólo puede hablar verdaderamente de la iglesia cuando conoce al Señor Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios. En otras palabras, cuando una persona conoce al Señor Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, puede hablar de la edificación de la iglesia y del servicio de la iglesia.
El Señor afirmó: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia”, sólo después que Pedro se dio cuenta de que el Señor era el Cristo de Dios, el Hijo de Dios. Éste es un punto muy importante: cuando Dios edifica la iglesia, Él la edifica sobre Cristo, la roca. No debemos entender de modo superficial el hecho de que el Señor Jesús es el Cristo, la roca. Es preciso que veamos que Dios edificará Su iglesia sobre Cristo como la roca. Cuando el Señor dijo que edificaría Su iglesia sobre esta roca, Él quería decir que la roca es el fundamento de la iglesia. Esta roca es Cristo mismo; en otras palabras, Cristo mismo es la naturaleza intrínseca de esta roca. El Señor reconoció que Él era la roca y el fundamento de la iglesia, pero más importante que eso, reconoció que edificaría la iglesia sobre esta roca.
Cristo edificará la iglesia sobre esta roca; la roca es el fundamento, y sobre este fundamento Él edificará la iglesia. Pero ¿cuáles son los materiales de edificación que Él utiliza? Cuando edificamos un salón de reuniones, usamos cemento y roca para los cimientos, y sobre ellos utilizamos otros materiales como columnas de acero, postes de madera y cristales, puertas y ventanas. En el sentido teológico, algunas personas creen que la iglesia es edificada simplemente al unir a Cristo con Sus creyentes. Este pensamiento carece de revelación. Cuando Pedro reconoció que el Señor Jesús era el Hijo de Dios, el Cristo de Dios, el Señor inmediatamente le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia”. La palabra griega traducida Pedro significa “piedra”, y la palabra griega traducida roca significa “peña”. Cuando Pedro reconoció que el Señor Jesús era “el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, el Señor enseguida le respondió, diciendo: “Tú eres Pedro, una piedra, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia”. La roca se refiere a Cristo, y la piedra se refiere a Pedro. El nombre de Pedro era originalmente Simón Barjona, pero después de conocer al Señor como el Cristo, el Hijo del Dios viviente, el Señor cambió su nombre por Pedro, lo cual significa que él era una piedra. Esto es similar a la historia que se narra en Génesis 32. Después que Jacob luchó con Dios en el vado de Jaboc, Dios cambió su nombre de Jacob a Israel.
En 1 Corintios 15:47 se nos dice que somos de la tierra, terrenales. Romanos 9:21 dice además que somos un trozo de barro. El nombre de Pedro originalmente era Simón. Él era un trozo de barro, pero hubo un cambio en él. Cuando estaba en la región de Cesarea de Filipo, el velo en el cielo le fue quitado y sus ojos fueron abiertos. Al igual que una cámara fotográfica, él recibió algo del cielo en su interior; recibió una revelación del Señor Jesús, de que Él era el Cristo, el Hijo de Dios. Cuando esta revelación celestial entró en Simón, él experimentó un cambio y pasó de ser un trozo de barro a una piedra. El Señor le dijo: “Tú eres Pedro, una piedra”. La naturaleza intrínseca de esta piedra está relacionada con la peña, que es Cristo. Esto significa que la iglesia es producida con los cristianos que son edificados sobre Cristo.
Anteriormente nosotros no éramos Cristo-hombres, pero un día Dios abrió nuestros ojos, y Cristo resplandeció en nuestro interior; de ese modo, llegamos a ser Cristo-hombres. En Gálatas 1:15-16 Pablo dice que agradó a Dios revelar a Su Hijo en él. La palabra revelar en este versículo es la misma que se usa en Mateo 16:17. Cuando el Padre le reveló a Simón que el Señor Jesús era el Cristo, el Hijo de Dios, Pedro recibió una revelación de Cristo en su interior. Al recibir esta revelación, él llegó a ser Pedro, una piedra. Esto nos muestra que el Señor edifica la iglesia consigo mismo como el material; Él edifica la iglesia sobre Sí mismo.
No podemos tomar a alguien que es chino y decirle: “Te edificaré haciéndote parte de la iglesia”. Tampoco podemos tomar a un estadounidense y decirle: “Te edificaré haciéndote parte de la iglesia”. Si queremos edificar a un chino o a un estadounidense para que sea parte de la iglesia, el primer paso que debemos dar es impartirles a Cristo. Si no podemos ministrarles a Cristo, entonces independientemente de lo que hagamos, no podremos edificarlos para que sean parte de la iglesia. Si no podemos impartir a Cristo a otros, a ellos les será imposible ser parte de la iglesia. En el cristianismo podrá haber cristianos falsos, esto es, cristianos que no tienen a Cristo, pero en la iglesia no existe tal cosa porque todos los que son edificados como parte de la iglesia deben tener a Cristo en su interior.
Cristo se usa a Sí mismo como el material y edifica la iglesia sobre Sí mismo al revelarse en el hombre y luego al edificarse sobre lo que ha depositado de Sí mismo en el hombre. En Sí mismo Cristo es Cristo, pero cuando Cristo entra en nosotros, se edifica sobre Sí mismo en nosotros, y luego brota de nuestro interior; esto es la iglesia. En Sí mismo, Cristo es Cristo, pero por medio de la revelación Él se imparte en nuestro interior. Luego, sobre el Cristo que nos ha sido impartido, Él edifica más de Sí mismo; esto es la iglesia. Éste es el significado de Mateo 16.
Antes de Mateo 16 Cristo, el Hijo de Dios, ya estaba presente en el universo, pero Simón no le reconoció. Aunque estaba allí delante de Simón, aún no había entrado en Simón y, por ende, no podía mezclarse con él. Un día una revelación del cielo le abrió los ojos a Simón y resplandeció para revelarle a Cristo a él. Desde entonces, Simón tuvo una revelación de Cristo, en virtud de la cual pasó de ser un trozo de barro a una piedra. El Señor pareció decirle: “Tú eres Pedro, y puesto que eres una piedra, voy a edificar Mi iglesia; no obstante, voy a edificarla sobre Mí mismo como la roca. Una vez que tú, Simón, hayas sido cambiado en naturaleza al recibirme a Mí, Yo edificaré Mi iglesia edificándote a ti, una pequeña piedra, sobre Mí, un gran peñasco”. Una pequeña piedra puede llegar a ser parte de este gran peñasco porque el peñasco se ha impartido en la piedra. Por consiguiente, la iglesia es el Señor mismo que se edifica sobre Sí mismo. El material que el Señor Jesús usa para el edificio es únicamente Él mismo. Hoy en día, el Señor nos está edificando a nosotros los creyentes en Él mismo.
Es preciso que veamos cuál es el material que el Señor utiliza para edificar la iglesia. Una vez que veamos esto, sabremos qué material usar en la administración y servicio de la iglesia. El Señor edifica la iglesia con Él mismo como el material; Él se edifica en los hombres, logra que ellos cambien en naturaleza y después edifica la iglesia con aquellos que han sido cambiados en naturaleza. Nosotros también debemos servir y administrar la iglesia con Cristo como el material. Así como debemos usar madera para edificar una casa de madera y usar piedras para edificar una casa de piedras, de igual manera debemos usar a Cristo como el material con el cual edificar la iglesia. Sólo así la iglesia será Cristo. Según 1 Corintios 12:12, la iglesia es Cristo mismo porque el Cuerpo, que es la iglesia, es edificado con Cristo como el material.
En la iglesia sólo existe “Pedro”, no “Simón”; es decir, sólo tenemos la piedra, no el barro. El barro nos habla de lo natural mientras que la piedra alude a la regeneración, pues es producida cuando Cristo se mezcla con el barro. Si tenemos esta perspectiva, no introduciremos nada natural en la iglesia, ni ayudaremos a otros con nada que sea natural, ya que las cosas naturales jamás podrán producir la iglesia. Así pues, contactamos a Cristo por revelación, y solamente el Cristo que ha entrado en nosotros por revelación puede ser edificado para ser Cristo y producir la iglesia.
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