Estudio-vida de Isaíaspor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6375-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Dios también juzga a todo monte alto y a todo collado elevado (v. 14). En figura y tipología, estos montes y collados denotan países, naciones y reinos.
El versículo 15 habla del juicio de Dios sobre toda torre alta y todo muro fortificado. Aquí una torre alta y un muro fortificado denotan defensa y protección.
El juicio de Dios se extiende a todas las naves de Tarsis y todos sus objetos preciosos (v. 16). Aquí la palabra objetos se refiere a obras hermosas y agradables hechas por el hombre.
Finalmente, Dios juzga a los ídolos de las naciones. El versículo 18 dice: “Los ídolos desaparecerán totalmente”.
El propósito del juicio humillante de Jehová es, primero, mostrar el terror de Jehová y el esplendor de Su majestad (vs. 10b, 19b, 21b). Al ejecutarse el juicio de Dios, se manifiesta el terror de Jehová a fin de que le temamos. El juicio de Dios también exhibe el esplendor de Su majestad. A lo largo de la historia, el terror y la majestad de Jehová han sido manifestados en Su juicio.
El propósito del juicio humillante ejecutado por Jehová es también ratificar el hecho de que Jehová solo será exaltado (v. 11b, 17b). Podemos ver esto especialmente en el libro de Apocalipsis. Al final, como resultado del juicio de Jehová, en el cual se manifiesta Su terror y majestad, Jehová solo será exaltado.
La manera en que Jehová ejecuta Su juicio humillante consiste en hacer que la tierra tiemble (v. 19b). Al ejecutar Su juicio, Él sacudirá toda la tierra y hará que tiemble.
Como resultado del juicio de Dios, los hombres serán abatidos y humillados (vs. 11a, 17a).
Otro resultado del juicio de Dios es que los hombres arrojarán sus ídolos de plata y sus ídolos de oro a los topos y murciélagos (v. 20).
Debido al juicio de Jehová, los hombres se meterán en la peña y se esconderán en el polvo (v. 10). Ellos también entrarán en las cuevas de las peñas y en las hondonadas del polvo, y se meterán en las hendiduras de las rocas y en las grietas de los peñascos (vs. 19, 21). Los hombres harán todas estas cosas en el intento de esconderse del terror de Jehová y del esplendor de Su majestad. Ellos no amarán a Dios, pero al ver que Dios es digno de ser temido y rebosa esplendor, le temerán.
La lección del juicio humillante de Jehová es que debemos dejar de considerar al hombre, “cuyo aliento de vida está en su nariz” (v. 22a). No debiéramos poner nuestra confianza en el hombre. Con respecto al hombre, Isaías preguntó: “Pues, ¿qué vale él?” (v. 22b). La respuesta es que el hombre es nada.
El juicio de Dios sobre las naciones altivas introduce al Dios-hombre, Cristo (4:2, 5-6), lo cual resulta en la restauración de la nación de Israel (4:3-6; 2:2-5).
Según Isaías 4:2, la venida de Cristo ocurrirá “en aquel día”, es decir, el día de la restauración venidera de la nación de Israel.
En 4:2 encontramos dos expresiones notables: el Renuevo de Jehová y el fruto de la tierra. Estas dos expresiones forman un par, lo cual ilustra las dos naturalezas de Cristo: la naturaleza divina y la naturaleza humana. El Renuevo de Jehová se refiere a la deidad de Cristo, que manifiesta Su naturaleza divina, y el fruto de la tierra (Lc. 1:42) se refiere a la humanidad de Cristo con Su naturaleza humana. Como Renuevo de Jehová, Cristo procede de Dios. Como fruto de la tierra, Cristo, poseedor de un cuerpo humano hecho del polvo, brota de la tierra.
En el libro de Isaías, Cristo es revelado como el Dios-hombre, el Renuevo de Jehová con belleza y gloria y el fruto de la tierra con excelencia y esplendor. En la restauración, para los de Israel que hayan escapado, Cristo en Su deidad será hermosura y gloria, y en Su humanidad Él será excelencia y esplendor.
El Renuevo de Jehová denota que Cristo es un nuevo desarrollo de Jehová Dios para que el Dios Triuno en Su divinidad se ramifique extendiéndose a la humanidad. Esto tiene como finalidad el aumento y propagación de Jehová Dios en el universo. El fruto de la tierra denota que Cristo, como Renuevo divino de Jehová, también llegó a ser un hombre de carne procedente de la tierra. Esto tiene como finalidad que el Dios Triuno sea multiplicado y reproducido en la humanidad. En calidad de hombre con la vida divina, Él es una semilla, un grano de trigo, que produce muchos granos mediante Su muerte y resurrección (Jn. 12:24).
El juicio de Dios propicia la venida de este Dios-hombre, Cristo como Renuevo de Jehová y como fruto de la tierra. De manera particular, Él es traído mediante la guerra, la cual es usada por Dios para juzgar a las naciones. Cuanto más guerra hay, más se propicia la venida de Cristo. Muchos creyentes pueden testificar que fueron salvos durante tiempos de guerra.
Procedente de este Cristo, cuya venida es propiciada por el juicio, vendrá la restauración de la nación de Israel. Por tanto, el juicio de Dios finalmente resulta en la venida de Cristo, el Dios-hombre, con la restauración.
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