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Lecciones acerca de la oraciónpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1502-9
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Actualmente disponible en: Capítulo 6 de 20 Sección 4 de 5

VII. EL DOMINIO DEL ESPÍRITU SOBRE LA MENTE

Dentro de todo nuestro ser, el espíritu es la parte suprema; el espíritu es el amo de todo nuestro ser. Aunque el espíritu debe sujetarse al dominio del Señor, todavía tiene la principal posición en nuestro ser. El espíritu tiene dominio sobre el alma, y a través del alma tiene dominio sobre el cuerpo; así que, la mente debe ceder ante el control del espíritu. Uno debe siempre ejercitarse de modo que el espíritu pueda dirigir la mente. Por supuesto, admitimos que esto no es fácil. No es nada fácil centrar nuestra mente, e incluso es más difícil que nuestro espíritu gobierne la mente, debido a que algunos nunca hemos aprendido a ejercitar nuestro espíritu ni a utilizar nuestro sentido espiritual, esto es, la parte del espíritu por la cual tenemos percepción. No sólo los incrédulos son así, sino también los cristianos. Todos aquellos que no saben ejercitar su espíritu tienen una mente dominante. Si su mente domina a su espíritu, no podrán orar. Únicamente cuando permitimos que el espíritu tenga la preeminencia para gobernar y controlar la mente, podrá ésta ser verdaderamente útil en las cosas espirituales. Frecuentemente exhortamos a las personas a que oren, pero es en vano. Existen muchas razones por las que una persona no puede orar, pero la razón principal es que la mente no toma la posición apropiada. La mente ha sobrepasado al espíritu y ha trastocado el orden establecido, dejando la posición de esclavo para convertirse en amo.

Demos un ejemplo de cómo podemos permitir que el espíritu gobierne la mente. Supongamos que alguien viene a verle. Mientras que usted escuche hablar a esa persona, utilice su espíritu para percibir antes de ejercitar su mente para pensar. Espere hasta que detecte el sentir de su espíritu, y entonces permita que el espíritu dirija su mente para interpretar y expresar ese sentir. Esto es lo que significa permitir que el espíritu señoree y gobierne sobre la mente. Sin embargo, comúnmente, cuando hablamos con otros, ponemos nuestro espíritu a un lado, dejándolo allí sin funcionar, y permitimos que nuestra mente entre en plena función. Si en nuestro vivir diario la mente se eleva demasiado mientras que el espíritu desciende demasiado, cuando llegue el tiempo de orar, será difícil que el espíritu se levante. Por tanto, en nuestra vida diaria debemos tener siempre la práctica de no permitir que la mente domine al espíritu, más bien, debemos permitir que el espíritu gobierne y dirija la mente. De esta manera, podremos orar apropiadamente.

VIII. LA MENTE DEL ESPÍRITU

Romanos 8:6 dice que nuestra mente puede ser de la carne o del espíritu. La mente de la carne se refiere a la mente que está del lado de la carne y que es gobernada por la carne. La mente del espíritu se refiere a la mente que está del lado del espíritu, que coopera con el espíritu, que es gobernada por el espíritu y que presta atención a las cosas espirituales. Romanos 8:5-6 dice: “Porque los que son según la carne ponen la mente en las cosas de la carne; pero los que son según el espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el espíritu es vida y paz”. En el versículo 5 la palabra mente se usa como verbo. Pero en el versículo 6, al referirse a la misma cosa, se usa como sustantivo, esto es: la mente del espíritu. Cuando nuestra mente es gobernada por el espíritu, se somete al espíritu y siempre está puesta en las cosas del espíritu, la mente es espiritual y se convierte en la mente del espíritu. Solamente cuando la mente está puesta en el espíritu podemos tocar la vida y tener paz en nuestro interior. Una mente de oración es aquella que presta atención al espíritu, coopera con el espíritu, se somete al gobierno del espíritu y está puesta en el espíritu. Sólo tal mente puede orar de una manera competente y apropiada.

IX. EL ESPÍRITU DE LA MENTE

Efesios 4:23 dice: “Y os renovéis en el espíritu de vuestra mente”. El espíritu de la mente denota la presencia del espíritu en la mente. El espíritu ha entrado en la mente. Antes de esto el espíritu era simplemente el espíritu y la mente era simplemente la mente; pero ahora el espíritu y la mente se han unido y se han mezclado como una sola entidad. Ahora no sólo ha sido renovado el espíritu y no sólo ha sido renovada la mente, sino que ambos se han mezclado y están completamente renovados. Éste es el significado de Efesios 4:23. En otras palabras, existe una mente que nunca puede separarse del espíritu. No sólo es una mente del espíritu, la cual se somete al gobierno del espíritu, es dirigida por el espíritu y presta atención a las cosas del espíritu, sino que tiene el elemento del espíritu por dentro y está mezclada con el espíritu. Cuando esta mente piensa, el espíritu está en tal pensamiento. Los elementos del espíritu se encuentran en todas sus actividades. Cuando una persona alcanza esta etapa, es bastante profunda en el Señor. Su espíritu se ha extendido a su alma, su alma está bajo el control del espíritu, y la mente del alma posee el elemento del espíritu en su interior. Ciertamente, tal persona puede orar.

Creo que todos los hermanos y hermanas tendrán un mejor entendimiento si digo algo adicional. Al leer las oraciones en la Biblia, podemos detectar que el espíritu está allí. A la vez, podemos detectar que el pensamiento de la mente está allí. Podemos sentir que la presencia del espíritu está también en dicha mente. Por ejemplo, si leemos la oración de confesión de Daniel en el capítulo 9, podemos ver que sus palabras están llenas de pensamientos claros que proceden de una mente sobria. Al mismo tiempo, tales palabras están llenas del espíritu, porque el espíritu y la mente se hallan mezclados y la mente se encuentra llena de los elementos del espíritu. Ésta es la mente del espíritu. Necesitamos tal mente para poder orar. Muchas veces cuando los hermanos y las hermanas están orando, sólo tienen pensamientos, pero no el espíritu. En otras ocasiones, cuando tienen una cantidad considerable de elementos del espíritu, su pensamiento es pobre, incoherente e inadecuado. Esto demuestra que no han sido renovados en el espíritu de su mente.


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