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EL VIVIR DEL HIJO EN LA TIERRA

El primer punto de la economía neotestamentaria de Dios es la encarnación del Verbo. El segundo punto en la economía neotestamentaria de Dios es el vivir del Hijo en esta tierra, lo cual es la continuación de la encarnación del Verbo. En el Nuevo Testamento, lo primero que se ve es el Verbo, quien es Dios, haciéndose carne. Este es el Dios Triuno corporificado en un Hombre. Ahora este Hombre sigue viviendo en la tierra. El era la corporificación del Dios Triuno, el que vivía la vida de Dios. Su vivir es maravilloso y se requiere miles de palabras para describirlo.

La vida más alta

Dios creó diversas vidas en Su creación. La creación de Dios comenzó desde la vida más inferior, que es la vida vegetal. Las flores, los árboles y los vegetales son cosas vivientes, pero su vida es la más inferior. Su vida no tiene personalidad. No tienen sentimiento ni pensamiento, amor u odio. Luego Dios creó la vida animal que es más alta que la vida vegetal. Ustedes pueden gustarles o disgustarles a los perros y algunas veces ellos se enojan y les ladran, pero ésta todavía no es la vida más alta. El tercer nivel de vida creada por Dios está en un nivel más alto. Esta es la vida humana. Sin la vida vegetal, la vida animal y la vida humana, la tierra estaría desolada. Esta tierra es bastante agradable e interesante debido a estas tres vidas. La vida más alta en este universo, sin embargo, es la del árbol de vida. En Génesis 1 están los vegetales, los animales y el hombre creado por Dios. Después de la creación del hombre, Dios llevó a este hombre al árbol de vida, lo cual muestra que aún había una vida que era más alta que la vida humana (Gn. 2:8-9). Esta vida es la vida divina.

La mezcla de la vida divina con la vida humana

En el Nuevo Testamento sucedió una cosa maravillosa, ¡la mezcla de la vida divina con la vida humana! Cuando decimos que la misma corporificación del Dios Triuno vive la vida del Dios Triuno, queremos decir que esto es un vivir de la vida combinada, un vivir de la vida mezclada. Es una vida tanto humana como divina. La vida humana es maravillosa y la vida divina aún más, pero estas dos vidas están casadas. La vida divina es el esposo y la vida humana es la esposa: ¡una pareja maravillosa! Esto es la mezcla de la vida divina con la vida humana. Jesucristo es la corporificación de tal mezcla, y El vivió cierta clase de vida, una vida especial, una vida extraordinaria, una vida que es una mezcla de la vida divina con la vida humana. En esta vida, en el vivir de tal vida, podemos ver todos los atributos divinos y todas las virtudes humanas. Esta fue la vida que vivió la corporificación del Dios Triuno en el Hombre Jesús. Tal vivir se desarrollará para ser el reino de Dios. El reino de Dios es simplemente el vivir de la vida divina mezclada con la vida humana. Hoy día el reino de Dios debe ser la vida de iglesia: el desarrollo de ese vivir maravilloso de dos vidas mezcladas.

Vivir una vida combinada

Nosotros los que somos regenerados, los que amamos al Señor, los que buscamos al Señor y los que estamos bajo la transformación de Dios, debemos preguntarnos qué clase de vida vivimos. No debemos vivir meramente una vida humana y ética. Debemos vivir una vida combinada: una vida que es la combinación de la vida divina con la vida humana. Tal vida es la vida de iglesia. Jesucristo, como la misma corporificación del Dios Triuno, vivió tal vida. Su vivir establece un modelo de la vida de iglesia y esta vida vive a Dios en la humanidad. La vida de iglesia debe ser exactamente igual a Su vivir. El era el Hombre Jesús, no obstante vivió al Dios Triuno. El era Nazareno, sin embargo, vivió la vida divina. Cuando tenia doce años, El fue a Jerusalén y se comportó, actuó y vivió de una forma que mostró la vida divina en un ser humano joven. El era un ser humano galileo, pero vivió y expresó la vida divina. Lucas 2 nos muestra un muchacho humano de sólo doce años viviendo una vida en el nivel más alto. En esa vida joven podemos ver las virtudes humanas y los atributos divinos. Este es el modelo de la vida de iglesia. Cuando aquel muchacho vivía, el Hijo, el Padre y el Espíritu todos vivían allí con El. Aparte de la Biblia, no hay relato humano de semejante vida. Tal vida es el resultado del impartir divino. La encarnación del Verbo fue un impartir que impartió al Hijo con el Padre por el Espíritu dentro de la humanidad. Luego por esta encarnación se vivió la vida del Dios Triuno en un ser humano joven. Los cuatro evangelios primeramente nos muestran la encarnación del Verbo y luego presentan el vivir del Hijo, el cual fue una combinación de la vida divina con la vida humana.