Cómo reunirnospor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-6637-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Hemos visto cómo todos los ingredientes del incienso representan tanto la persona como la obra del Señor Jesús; es decir, denotan tanto Su divinidad mezclada con humanidad como Su muerte y resurrección todo-inclusivas. También vimos que el incienso está compuesto principalmente por cuatro ingredientes, pero que hay un quinto ingrediente, la sal, la cual era añadida a este compuesto. Por ende, podríamos afirmar que el incienso tiene cuatro fragancias y, al mismo tiempo, tiene cinco elementos. Debemos saber que el número cinco significa habilidad para asumir responsabilidad. En nuestra mano, tenemos cuatro dedos más un pulgar, los cuales, juntos, asumen la responsabilidad de realizar una serie de cosas. Por tanto, en el incienso tenemos cuatro clases de fragancias además de un elemento adicional: la sal. En la persona del Señor Jesús reside la capacidad eterna para asumir responsabilidad.
También hicimos notar que con respecto a ninguno de los ingredientes del incienso se hace mención de su peso. La persona y obra del Señor Jesús, como una especie de incienso, es inconmensurable; no obstante, está tan equilibrada y es proporcional en toda dirección. Éste es el incienso que tenemos que poner en todas nuestras oraciones y alabanzas, y que tenemos que quemar delante de Dios. El contenido de nuestras alabanzas tiene que ser Cristo con todo lo logrado por Él. Para esto, es necesaria nuestra práctica diaria de manera tanto privada como pública y de manera tanto individual como corporativa. Es necesaria esta práctica para que seamos liberados de la manera vieja y tradicional de alabar, y aprendamos a alabar a Dios con el incienso. Me atrevería sugerir que cuatro o cinco hermanos y hermanas se reunieran periódicamente simplemente para aprender a alabar valiéndonos de Cristo como incienso. Esto quiere decir que nuestras alabanzas deben tener a Cristo como su contenido, que debemos alabar a Dios con Cristo, con todo cuanto Él es y todo cuanto Él ha logrado.
Con el salmo 84 tenemos un salmo lleno de alabanzas por la morada de Dios. En el versículo 1 leemos: “¡Cuán hermosos son Tus tabernáculos, / oh Jehová de los ejércitos!”. ¿Por qué los tabernáculos de Dios son tan hermosos? En el versículo 3 encontramos la respuesta. Lo que hace hermosos los tabernáculos de Dios son los dos altares: “Incluso el gorrión ha hallado casa en Tus dos altares; / y la golondrina nido para sí, / donde poner sus polluelos, / oh Jehová de los ejércitos, Rey mío y Dios mío”. Es debido a los altares que los tabernáculos son hermosos. En el tabernáculo, que en el Antiguo Testamento tipifica la casa de Dios, había dos altares, el altar exterior y el altar interior. El altar exterior se hallaba en el atrio exterior y en él se ofrecían toda clase de sacrificios. El altar interior estaba en el Lugar Santo, justo antes del Arca del Testimonio, del cual lo separaba el velo. Este altar interior era donde se quemaba el incienso. A un lado de este altar estaba la mesa del pan de la Presencia, mientras que al otro lado estaba el candelero. Este altar interior, el altar del incienso, ocupaba una posición central.
Si se fijan en el diagrama del tabernáculo, podrán ver que el altar exterior estaba posicionado en el centro mismo del atrio exterior, en línea directa con el Lugar Santo. Notarán también que el altar interior está en el centro del Lugar Santo, en línea directa con el Arca del Testimonio, que es el lugar donde Dios se reúne con el hombre. Si analizan el diagrama de este arreglo conforme a la ubicación de todo el mobiliario, verán la figura de una cruz. Partiendo del altar exterior se puede trazar una línea directa hacia el altar interior, y de ahí hacia el Arca del Testimonio; así que estos tres componentes del tabernáculo se hallan alineados en una línea recta. A los dos lados están la mesa del pan de la Presencia y el candelero, ambos también en línea, con lo cual, al intersecarse con la otra línea, se forma una cruz. Los dos altares están en la línea principal, primero el altar de las ofrendas y segundo el altar del incienso. El altar de las ofrendas era forjado de bronce, y el altar del incienso estaba recubierto de oro; por lo cual, en la Biblia a estos altares también se les llama el altar de bronce y el altar de oro. Éstos son los dos altares en la morada de Dios en virtud de los cuales la casa de Dios resultó tan hermosa. El salmista pudo decir que incluso los gorriones y las golondrinas podían hallar un lugar donde reposar en estos altares, no sólo para ellos, sino también para sus polluelos. Aquí se nos habla en lenguaje figurado. Nosotros somos los gorriones y las golondrinas, pequeños y vulnerables. Pero en la casa de Dios, en los altares de Dios, encontramos nuestro hogar. No hay ningún otro lugar en el que podamos refugiarnos. Únicamente en el altar de las ofrendas y en el altar del incienso podemos encontrar refugio y descanso, no solamente para nosotros mismos, sino también para nuestra prole. El tabernáculo de Dios es hermoso simplemente debido a estos dos altares.
Entre estos dos altares hay un vínculo muy estrecho y real. Podemos decir que ambos constituyen una sola cosa, la cual tiene dos extremos: en un extremo está el altar de las ofrendas en el atrio, y en el otro extremo está el altar del incienso en el Lugar Santo. Jamás debiéramos separar estos dos altares. El primer altar es para el segundo, y el segundo se basa en el primero.
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