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Pláticas adicionales sobre el conocimiento de la vidapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-7126-1
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NO PODEMOS SEPARAR LA VIDA
DEL COMER NI DEL BEBER

Todos sabemos que la Biblia en su totalidad trata acerca de la vida; no obstante, siempre que la vida es mencionada, se nos habla también del comer y del beber. Cuando Génesis 2 nos habla del árbol de la vida, de inmediato se menciona el asunto del comer (vs. 9, 16-17). En la era del Nuevo Testamento, el Señor Jesús vino. Cuando Él reveló que deseaba que el hombre le recibiera como vida, también habló del asunto del comer. Él dijo: “El que come Mi carne y bebe Mi sangre, tiene vida eterna” (Jn. 6:54). En Su conversación con la mujer samaritana, el Señor dijo: “Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; mas el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás” (4:13-14). Esto nos muestra cuánto el Señor usó el comer y el beber al referirse al asunto de recibir.

Al final de la Biblia, Apocalipsis 22:1-2 también habla acerca de la vida cuando dice: “Un río de agua de vida [...] en medio de la calle. Y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos”. Luego el versículo 17 dice: “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. Al final de la Biblia, cuando se habla de la vida, se menciona el asunto del comer y el beber con respecto a comer los frutos del árbol de la vida y beber del río de agua de vida. Por lo tanto, en toda la Biblia no sólo se habla de la vida, sino también del comer y del beber. No podemos separar la vida del comer ni del beber.

EL QUE COMA AL SEÑOR VIVIRÁ
POR CAUSA DE ÉL

En Juan 6:53-56 el Señor dijo: “De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis Su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come Mi carne y bebe Mi sangre, tiene vida eterna; y Yo le resucitaré en el día postrero. Porque Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida. El que come Mi carne y bebe Mi sangre, en Mí permanece, y Yo en él”. Es preciso que veamos que cada vez que comemos la carne del Señor y bebemos Su sangre, nos unimos al Señor Jesús de una manera muy subjetiva; Él y nosotros estamos el uno en el otro.

El versículo 57 continúa diciendo: “Como me envió el Padre viviente, y Yo vivo por causa del Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por causa de Mí”. Los traductores de la Biblia al chino tradujeron la frase el que me come como “el que come Mi carne”. De hecho, el Señor quiso decir que Él deseaba que nosotros le comiéramos. Aunque la expresión “comerle” puede sonar un tanto salvaje, eso es exactamente lo que el Señor quiso decir. El que le come vivirá por causa de Él. ¿Ha habido alguien que en realidad haya comido la carne del Señor Jesús? No. Pero todos hemos recibido al Señor Jesús en nuestro ser. Debemos ver que Dios desea que le tomemos como alimento. Él se da a nosotros como alimento porque desea ser digerido en nosotros. Es por ello que Dios tiene que venir a ser nuestra vida. Si Él no fuese nuestra vida, no podría ser digerido en nosotros, ni podría unirse a nosotros ni mezclarse con nosotros para ser nuestro elemento constitutivo intrínseco.

LA OBRA QUE DIOS REALIZA EN EL HOMBRE
GIRA EN TORNO A QUE DIOS MISMO LLEGUE A SER
LA VIDA DEL HOMBRE

Dios, a fin de mezclarse con el hombre, tiene que venir a nosotros para ser nuestra vida. El que Él venga como nuestro Salvador, nuestro poder y nuestra sabiduría no cumple Su meta de mezclarse con nosotros. Él primeramente tiene que venir a nosotros para ser nuestra vida, y entonces todas las demás cosas pueden ser añadidas. Todos los demás asuntos dependen de que Él sea nuestra vida. El hecho de que Él sea nuestro poder se basa en que Él sea nuestra vida; el que Él sea nuestro Salvador se basa en que Él sea nuestra vida; y el que Él sea nuestro todo se basa en que Él sea nuestra vida. Si Dios no fuese nuestra vida, no podría ser nada para nosotros. El hecho de que Dios sea nuestra vida es esencial; toda Su obra en nosotros gira en torno a esto. El que Él sea nuestro poder, nuestra sanidad, nuestro consuelo, nuestro Salvador e incluso nuestro Señor depende de este asunto. En otras palabras, si Él no fuese nuestra vida, no podría hacer nada en nosotros.


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