Terreno genuino de la unidad, Elpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-3873-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Mateo 16 también nos muestra la importancia de la iglesia. En 16:15 el Señor le preguntó a Sus discípulos: “Vosotros, ¿quién decís que soy Yo?”. Pedro fue el primero en responder: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). A Pedro le fue revelado que Jesús era el Cristo, Aquel que fue designado por Dios para llevar a cabo la comisión de Dios. Sin duda, esta comisión se relaciona con la edificación de la iglesia. Pedro vio que el Señor Jesús era el Cristo y también el Hijo del Dios viviente. Por ser el Hijo del Dios viviente, el Señor produce a los muchos hijos de Dios como los miembros del Cuerpo. El Cuerpo de Cristo no puede ser edificado con el hombre natural; al contrario, el Cuerpo se puede edificar únicamente con aquellos que han sido regenerados para ser hijos de Dios.
Cuando creímos en el Señor Jesús, le recibimos no solamente como Salvador y Redentor, sino también como el Hijo del Dios viviente. La mayoría de los cristianos saben que cuando fueron salvos recibieron a Cristo como Salvador y Redentor, pero muchos de ellos no saben que también le recibieron como el Hijo del Dios viviente. Yo tampoco me di cuenta de esto cuando me convertí a Cristo. Nuestro Salvador, Jesucristo, es el Hijo del Dios viviente. Este título de Cristo significa que Él es quien nos hace hijos de Dios. Cuando recibimos a Cristo como el Hijo de Dios, nosotros también llegamos a ser hijos de Dios.
Según el libro de Romanos, todos aquellos que han sido justificados mediante la fe en Cristo son miembros del Cuerpo de Cristo. Sin embargo, para ser miembros del Cuerpo, primero debemos ser hechos hijos de Dios; es decir, primero debemos ser “hijificados”. Por esta razón, la filiación se menciona en Romanos 8, mientras que el Cuerpo se menciona en el capítulo 12. Solamente al llegar a ser hijos de Dios podemos ser miembros del Cuerpo de Cristo.
Pedro fue bienaventurado al ver la revelación acerca de Jesús como Aquel que fue ungido para llevar a cabo la comisión de Dios, y quien como el Hijo de Dios produce los muchos hijos de Dios para que sean los miembros del Cuerpo, que es la iglesia. Tan pronto Pedro declaró que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente, el Señor le habló en cuanto a la edificación de la iglesia, diciendo: “Y Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia” (v. 18). Esto indica que todo lo que Cristo es, es para la edificación de la iglesia. No solamente la muerte de Cristo es para la iglesia, sino que Él mismo, Su propia Persona con todas Sus cualidades, títulos y cargos, también tiene como fin la edificación de la iglesia.
Además, el Señor Jesús le dijo a Pedro que las puertas del Hades no prevalecerían contra la iglesia edificada. La iglesia afecta las puertas del Hades. En el versículo 19 el Señor Jesús habló acerca de las llaves del reino de los cielos. Las puertas del Hades se refieren a la esfera donde Satanás ejerce su poder, mientras que el reino de los cielos es la esfera donde Dios gobierna. Aquí tenemos dos esferas: la esfera infernal del poder de Satanás y la esfera celestial del reino de Dios. La iglesia tiene mucho que ver con estas dos esferas. Satanás, el insidioso, se llena de odio cuando los hijos de Dios se interesan por la iglesia. Él sabe que la iglesia puede hacerle frente a las puertas del Hades y que las puertas del Hades no pueden prevalecer contra la iglesia edificada por Cristo sobre la roca. La roca se refiere a Cristo así como a la revelación que el Padre le dio a Pedro en cuanto a Cristo. El Señor Jesús no dijo que las puertas del Hades no prevalecerían contra los millones de cristianos que serían salvos por medio de Él. Los creyentes individualistas no representan ninguna amenaza para el enemigo. Sin embargo, cuando los creyentes se reúnen como la iglesia, Satanás tiembla, y las puertas del Hades se ven amenazadas.
Las palabras del Señor aquí indican que mientras Él edifica la iglesia, las puertas del Hades se levantarán contra ella; sin embargo, éstas no pueden prevalecer contra la iglesia que Cristo edifica. La palabra prevalecer implica que existe una guerra. Mientras se edifica la iglesia, se está luchando una guerra. No obstante, en esta guerra las puertas del Hades no pueden prevalecer contra la iglesia.
Antes que el recobro del Señor llegara a este país, no existía la clase de guerra espiritual que vemos hoy. El número de los que formamos el recobro es reducido, especialmente si se nos compara con la Iglesia Católica y con las principales denominaciones. Aunque nuestro número es pequeño y aparentemente insignificante, nos atacan y se oponen a nosotros ferozmente. Detrás de estos ataques y oposición se halla el poder de Satanás, las puertas del Hades. Antes de que el Señor comenzara a recobrar la vida de iglesia en este país, el poder de las tinieblas podía darse el lujo de descansar. Mas ahora que el Señor está en el proceso de edificar la vida apropiada de iglesia, este poder se levanta en contra de la iglesia. Sin embargo, la iglesia tiene las llaves del reino de los cielos, y estas llaves prevalecerán contra las puertas del Hades.
Este conflicto entre la iglesia y las puertas del Hades es una indicación adicional de cuán importante es la iglesia. Donde esté la iglesia, las puertas del Hades no prevalecerán, porque allí el reino de los cielos es poderoso y prevaleciente. Las llaves del reino operan con poder en la iglesia.
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