Cristo es contrario a la religiónpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-1012-3
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En la Epístola a los Filipenses, Pablo profundiza más acerca de su trasfondo religioso. El había obtenido importantes logros en la religión; sin embargo, lo que en la religión había sido ganancia para él, ahora lo estimaba como pérdida por causa de Cristo. Incluso estimó las cosas religiosas como “basura”. La palabra griega traducida “basura” (Fil. 3:8) significa comida de perros, es decir, los desperdicios inmundos con los que alimentaban a los perros. Para el apóstol Pablo, la comida de perros no era solamente lo inmundo, sino también lo religioso. Por tanto, él dijo en el mismo capítulo: “Guardaos de los perros” (3:2). En otras palabras, Pablo estaba diciendo que nos guardemos de los judaizantes, es decir, de los religiosos.
El dijo también: “Guardaos de los mutiladores del cuerpo” (3:2). “Los mutiladores del cuerpo” es una expresión despectiva que alude a la circuncisión, y se refiere a la práctica de los judaizantes religiosos: la circuncisión religiosa carente de realidad. Pablo estaba dando a entender: “No se preocupen por lo religioso. Si lo hacen, errarán al blanco con respecto a Cristo”. Pablo tenía la determinación de no errar al blanco en cuanto a Cristo. Por eso dijo: “Una cosa hago: olvidando lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta para alcanzar el premio del llamamiento a lo alto, que Dios hace en Cristo Jesús” (vs. 13-14). Debemos estar conscientes de que las experiencias pasadas, por más buenas que hayan sido, pueden convertirse en nuestra religión actual, si nos aferramos a ellas. El maná de ayer nunca podrá ser el alimento de hoy; si lo conservamos, se corromperá y producirá gusanos. ¡Cuán lamentable es referirnos continuamente a experiencias de hace diez o veinte años! Debemos experimentar la novedad de Cristo cada día y aun cada hora. Si nos aferramos a nuestras experiencias pasadas, incluso a las del día anterior, éstas se convertirán en nuestra religión. Cuando usted experimentó eso en el pasado, estaba en la presencia del Señor. Pero hoy el Señor ha avanzado. ¿Por qué quedarnos estancados con esas cosas, aunque sean buenas y correctas, pero perder Su presencia actual? Todas esas cosas buenas y correctas pueden convertirse en nuestra religión. Debemos proseguir, olvidando lo que queda atrás. Nuestra meta es obtener la plenitud de Dios en Cristo. Pablo dice: “...prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús” (v. 12). En otras palabras, Pablo estaba diciendo: “Cristo me ha ganado para que reciba de Su plenitud; pero yo aún no he experimentado toda esa plenitud. Así que, prosigo hacia la meta”. Necesitamos la misericordia y la gracia del Señor para no estancarnos en nuestras experiencias pasadas. Debemos dejarlas atrás, abandonarlas, olvidarnos de ellas y seguir adelante.
En Colosenses leemos: “Mirad que nadie os lleve cautivos...” (2:8). Tenga cuidado; usted puede ser capturado, distraído y estorbado por la filosofía, las tradiciones humanas, los rudimentos del mundo, y muchas otras cosas ajenas a Cristo. Porque en Cristo ”habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad" (v. 9). Olvídese de la filosofía, las tradiciones, los rudimentos del mundo, y de todas esas cosas, por buenas que parezcan, siempre y cuando no sean Cristo mismo. Olvídese de todo, excepto de Cristo. Finalmente, Pablo dice que en el nuevo hombre, en la vida de iglesia, no hay ni griego ni judío, ni bárbaro ni escita. Esto significa que no hay religioso ni no religioso, ni culto ni inculto. En la vida de iglesia, Cristo lo es todo y en todos (3:11). En la iglesia no tenemos ni religión ni cultura; sólo tenemos a Cristo.
Finalmente, en Hebreos 7:16 Pablo dice que Cristo es un Sacerdote: “no designado conforme a la ley del mandamiento carnal, sino según el poder de una vida indestructible”. No tenemos ninguna regla ni norma, porque Cristo, el Sumo Sacerdote, nos ministra las cosas de Dios, no conforme al mandamiento de la letra, sino según el poder de una vida indestructible. En la iglesia ya no hay religión, sino únicamente el Cristo viviente.
Debemos abandonar todo lo tradicional y lo religioso, por más bueno, “espiritual”, bíblico o fundamental que sea, si todo ello carece de la presencia de Cristo. Abandonemos todas estas cosas religiosas, incluyendo nuestras experiencias pasadas, y preocupémonos únicamente por el Cristo viviente, por el Cristo instantáneo y actual. Este es nuestro destino, y debería ser también nuestro objetivo, nuestra meta. Debemos proseguir para asir aquello para lo cual fuimos también asidos por Cristo Jesús, es decir, proseguir para experimentar plenamente a Cristo.
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