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Vida y la edificación como se presentan en Cantar de los cantares, Lapor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-2853-1
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Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 16 Sección 2 de 5

LA FUERZA NATURAL Y MUNDANA

Ahora debemos examinar estas ocho figuras más detalladamente. Un caballo, o una yegua, en la Biblia siempre simboliza fuerza y velocidad (Sal. 33:17; 147:10). Éstos son los caballos que usaba el rey de Egipto. “A la yegua del carro del faraón te he comparado, amada mía” (Cnt. 1:9). Estos caballos representan la fuerza natural de una manera mundana. La buscadora del Señor usa su fuerza para buscar del Señor. En el versículo 7 ella oró: “Dime tú, amado de mi alma, dónde apacientas tu rebaño, dónde descansas al mediodía”. Ella oró pidiendo que el Señor la alimentara y la hiciera reposar. Y el Señor le respondió en el versículo 8: “Si no lo sabes, hermosa entre las mujeres, sigue las huellas del rebaño, y apacienta tus cabritas junto a las cabañas de los pastores”. Ella seguía al Señor de una manera tan fuerte que Él la alabó diciendo que era semejante a una yegua de los carros del faraón. Esto es bueno, pero sólo en un sentido natural y mundano. Usted busca al Señor, pero su búsqueda tiene el elemento del mundo. En la manera en que usted busca al Señor, lo que impresiona a los demás no es el Señor, sino algo del faraón. En lugar de transportar a Salomón, usted transporta al faraón.

Muchos de los jóvenes en las iglesias están buscando al Señor de todo corazón. Sin embargo, tiran “los carros del faraón”. La carga que está detrás de ellos, de la cual tiran, es algo de Egipto, algo del mundo. No es algo maligno, pero sí es algo del faraón. A veces puede ser una carga muy señorial y majestuosa, pero proviene del mundo. Los jóvenes son atraídos por el Señor, y ellos le aman, pero aún son una “yegua del carro del faraón”, tirando de algo que es del mundo. No son como el palanquín de Salomón, el cual transporta a Cristo.

¿Realmente buscamos al Señor? ¿A quién estamos transportando? ¿Estamos transportando al faraón o a Salomón? Si estamos transportando al faraón, somos un caballo usado para tirar de su carro; pero si estamos transportando a Salomón, somos un palanquín, un vaso que lo contiene a él. Salomón es el contenido en este vaso. Para que la yegua transporte al faraón, no necesita ser un vaso. Pero si queremos transportar a Salomón, tenemos que ser un vaso, un recipiente, o sea, un palanquín.

CRECEMOS COMO RESULTADO
DE APRECIAR AL SEÑOR

Después de la primera vez que el Señor describe a la buscadora, ella disfrutó aún más del Señor y expresó su aprecio por Él. Entre 1:9 y 1:15, encontramos varios versículos que nos muestran cómo el Señor expresó Su aprecio por ella y cómo ella expresó su aprecio por el Señor. Ella dijo: “Mi amado es para mí un saquito de mirra que reposa entre mis pechos. Ramo de flores de alheña en las viñas de En-gadi es mi amado para mí” (1:13-14). Apreciar al Señor de esta manera produjo el crecimiento en vida y la transformación de vida. Cuando tenemos un verdadero aprecio por el Señor, el resultado de ello es siempre el crecimiento en vida y la transformación de vida.

DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL

La siguiente figura que el Señor usa para describirla es los ojos de paloma. “¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! ¡Tus ojos son como palomas!” (1:15). Ella era mundana y natural, pero ahora empieza a tener discernimiento espiritual y conceptos espirituales. La paloma representa al Espíritu (Mt. 3:16). Los ojos de paloma nos hablan del discernimiento, entendimiento y percepción del Espíritu.

Si yo les hablara a algunos de los jóvenes acerca de su cabello, se sentirían ofendidos, por mucho que amen al Señor. Esto se debe a que aún tienen un concepto natural acerca de su cabello. Pero si aumentara más su aprecio por el Señor, este aprecio les daría un concepto espiritual y el entendimiento propio del Espíritu. Sus ojos de yegua serían transformados en ojos de paloma. Entonces verían su cabello, las patillas, el bigote, sus lentes y sus camisetas de manera diferente. Yo sé que a los jóvenes de hoy les encantan todas estas cosas. Ellos tienen sus conceptos naturales, pero esto es como tener los ojos de una yegua salvaje. Pero el Señor Jesús es muy real. Él puede transformar nuestra vista. Él puede cambiar nuestros ojos de yegua por ojos de paloma. Cuanto más lo apreciemos, más transformada será nuestra vista.

Los ojos de paloma denotan el discernimiento espiritual que proviene de mirar continuamente al Señor y poner nuestra confianza en Él. Ya no confiamos más en nuestra fuerza natural de yegua, sino que confiamos en Él. Cuando los ojos de la buscadora llegan a ser los ojos de una paloma, esto indica que ella a perdido la confianza que tenía en su fuerza natural. Significa que ella ha abandonado su fuerza natural y se ha vuelto al Señor, y ahora tiene sus ojos fijos en Él. Al apreciarlo, ella recibe el concepto celestial y el discernimiento espiritual. Ahora ella tiene ojos de paloma para ver las cosas con una perspectiva nueva. Aunque ella todavía no ha llegado a ser una paloma en todos los aspectos, por lo menos tiene los ojos de una paloma. Al menos ya su modo de pensar, su discernimiento y la manera en que contempla al Señor son como ojos de paloma.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

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