Tratar con nuestras partes internas para el crecimiento en vidapor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7381-4
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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Supongamos que todos vivimos por Cristo de tal manera que somos llenos con todas las riquezas de Cristo hasta la plenitud de Dios. Tenemos el crecimiento de vida con la viva realidad de la piedad. En este caso, ¿seremos todos iguales? Puesto que todos portamos la semejanza de Dios, la viva realidad de la piedad, al parecer todos deberíamos ser iguales. Sin embargo, la piedad es Dios manifestado en el hombre. Dios es el mismo, pero con la manifestación de Dios en el hombre hay una diferencia. La manifestación de Dios en el hombre es diferente en las diferentes personas. Podemos ver que Dios se manifestó en Pedro de una manera y en Pablo de otra manera. En todos los apóstoles vemos la manifestación de Dios, pero tal manifestación difiere según las diferentes personas.
Todos apreciamos la forma de ser de Pablo. Un hermano sencillo puede pensar que debe imitar a Pablo para tener la semejanza de Dios, pero con ello solamente conseguiría tener la forma de la piedad. Cuando me enfermé gravemente en 1943, teníamos una anciana colaboradora, la hermana Wong. Ella estaba muy llena del Señor y vino de Shanghái con el propósito de verme. Ella fue de gran ayuda a los hermanos, y especialmente a las hermanas. Siendo esta clase de hermana en el Señor, no cabe duda que ella tenía cierta expresión. Después de permanecer entre nosotros por casi dos semanas, todas las hermanas jóvenes comenzaron a imitarla. Ella hablaba de cierta manera, y todas las hermanas jóvenes aprendieron a hablar de la misma manera. Después de mi recuperación, di un mensaje a todas las hermanas para decirles que eso no era la piedad; que esto era una mera imitación, una forma. Les dije que sencillamente debían ser genuinas. Ellas debían aprender a abrirse al Señor para que Él pudiera llenarlas. Entonces, en cada una Él saldría de ellas según Su propia manera. Todas serían manifestaciones del Señor, pero todas serían diferentes. Nuevamente les digo, el crecimiento de vida es simplemente el aumento, la expansión y la propagación de Cristo. No es algo que sólo tiene una forma.
También hay una diferencia entre el crecimiento de vida y el celo en el servicio. Hechos 22:3 demuestra que el celo es algo muy diferente de Cristo como vida. Pablo dijo de sí mismo que antes de recibir a Cristo, había sido “instruido a los pies de Gamaliel, en el rigor de la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros”. Pablo no tenía a Cristo, sin embargo era celoso de Dios. Casi todos los judíos de ese tiempo eran personas celosas sin Cristo. ¿Entonces que es el verdadero celo? Es el arder de Cristo. Cuando nos abrimos al Señor y le permitimos que venga a llenarnos, Él es el que arde. Él no solamente fluirá desde nosotros, sino que nos quemará y hará que ardamos a fin de quemar a otros. Cuanto más le contactemos y más llenos seamos, más seremos quemados y más ardientes seremos.
El celo verdadero no proviene del alma, sino del espíritu, como dice en Romanos 12:11: “En el celo, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”. ¿Cómo podemos ser fervientes en espíritu? Esto requiere que nos abramos al Señor desde lo profundo de nuestro ser, desde nuestro espíritu, y dejemos que el Señor nos llene desde nuestro interior. Entonces seremos ardientes en el espíritu, y seremos celosos, fervientes, en el espíritu.
Debemos aprender a distinguir entre una persona que es meramente ferviente y celosa en su servicio a Dios, y una persona que está llena de Cristo, que ha sido quemada por Cristo y que es ferviente en espíritu. Este celo, este fuego, tiene que ser Cristo mismo. De nuevo les digo, éste es el verdadero crecimiento de vida. Es posible tener a Cristo como vida dentro de nosotros, y aun así no tener el crecimiento de vida. Si experimentamos el crecimiento de vida, seremos quemados por Él y llegaremos a ser ardientes. Esto es el verdadero celo en el servicio.
También debemos ver la diferencia entre el crecimiento de vida y el aumento del conocimiento. El conocimiento no es vida. En el cristianismo actual hay demasiado conocimiento. A modo de comparación, mucha gente tiene demasiado conocimiento, pero sabe muy poco de lo que necesita saber. Tienen muy poco de la vida genuina. El conocimiento en sí consiste en enseñanza y doctrinas, mientras que la vida es Cristo mismo. Como hemos visto claramente, el crecimiento de vida es el aumento y la expansión de Cristo, no el aumento del conocimiento. El conocimiento es algo en el alma, pero la vida es algo en el espíritu. Si sustraemos el conocimiento que solamente está en el alma, entonces lo que queda debe estar en el espíritu.
El libro 1 Corintios trata sobre este asunto. Lo que los corintios tenían era sólo conocimiento en el alma. Por esta razón, este libro nos dice que el conocimiento envanece (8:1). Todos los creyentes corintios eran anímicos, pues tenían mucho conocimiento en su alma. Por tanto, el apóstol Pablo no los exhortó a ejercitar su alma, sino su espíritu, a no asimilar más conocimiento, sino a tener más y más contacto con el Señor. Es en este libro que él nos dice: “El que se une al Señor, es un solo espíritu con Él” (6:17). El alma es un órgano que está lleno de conocimiento, pero el espíritu está lleno de Cristo. En este libro tenemos un contraste entre Cristo y el conocimiento. Cristo es la vida misma que está en el espíritu, y todo lo demás es meramente conocimiento en el alma. Lo que nosotros sabemos, sea lo que sea, incluyendo el conocimiento acerca de Dios, puede ser mero conocimiento en el alma. Los corintios pensaban que sabían muchas cosas, por eso el apóstol Pablo trató con ellos, señalándoles que todo lo que sabían era solamente a manera del conocimiento en el alma. Lo que necesitaban era la verdadera experiencia de Cristo como vida en el espíritu.
El conocimiento es algo que está en el alma, mientras que la vida es algo que está en el espíritu. Todo lo que tenemos en el alma es sólo conocimiento. Aun es posible tener mucho conocimiento de Cristo en el alma, pero lo que necesitamos no es solo abrir nuestra mente al conocimiento, sino abrir nuestro espíritu al Señor. Hoy tenemos necesidad de una sola cosa: abrirnos al Señor, tener contacto con Él y permitir que Él entre, nos llene, nos sature y haga Su hogar en nosotros para que seamos llenos, no con el conocimiento de Dios, sino hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Esto es lo único que recalcamos en estos días.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.