Información del libro

Lecciones acerca de la oraciónpor Witness Lee

ISBN: 978-0-7363-1502-9
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea

    Por favor, utilice Firefox o Safari
Actualmente disponible en: Capítulo 5 de 20 Sección 3 de 4

V. EL ESPÍRITU DEBE SER DINÁMICO

Un espíritu fresco seguramente es un espíritu dinámico. Si uno no experimenta tratos periódicos ante el Señor, el espíritu no puede estar fresco. Un espíritu que no está fresco siempre estará deprimido, y ciertamente no podrá orar. Incluso si por el ejercicio de su voluntad se obliga a pronunciar algunas palabras, o usa su mente para pensar en algo qué decir, será en vano. Por tanto, lo que determina si somos capaces de orar y cuánto podemos orar, es si tenemos un espíritu deprimido o dinámico. Esto es una verdadera prueba.

VI. EL ESPÍRITU DEBE ESTAR VIVIENTE

Lo que es puro, está fresco, lo que está fresco, es dinámico, y lo que es dinámico ciertamente estará viviente. Solamente tal espíritu puede orar. En el momento en que uno abra su boca, los demás pueden percibir si el espíritu en él está brincando y viviente, o si no lo está. En cambio, tal vez usted haya escuchado a un hermano orar, y le pareció que su oración estaba muerta. Aunque él oró, su espíritu no se movió; no estaba viviente ni liberado, sino muerto. No es posible que tal espíritu ore. Por tanto, para poder orar, el espíritu debe estar viviente, lleno de vitalidad.

VII. EL ESPÍRITU DEBE SER LIBRE

La libertad significa no tener ninguna atadura ni afán. Tan pronto que uno esté afanoso sobre algún asunto, ya no podrá orar. Digamos que se sigue preocupando por su hijo que está estudiando en el extranjero, por su esposa que está recibiendo un tratamiento en el hospital y por su negocio que no está produciendo dinero. Puesto que su espíritu está atado por todas esas cosas, no podrá ser libre, y por tanto, no puede orar. Incluso estas cosas que son buenas pueden atar nuestro espíritu. Por otra parte, hay personas cuyo espíritu está capturado por el cine, atado por las películas; por tanto, su espíritu está atado y es incapaz de orar. Hasta que nuestro espíritu sea liberado de todo lo que no pertenezca a Dios, no habrá manera de que oremos. Por tanto, si uno desea aprender cómo orar, debe ejercitar su espíritu, haciéndolo capaz de ser independiente en todo momento, es decir, que no esté atado por ninguna atracción, de lo que es bueno ni de lo que es malo. No importa cuán difícil, pesado o problemático pueda ser un asunto, nuestro espíritu puede permanecer libre y sin preocupaciones. Un espíritu que puede orar es uno que no está atado ni enredado, sino que es trascendente y libre.

VIII. EL ESPÍRITU DEBE SER LIGEROY SENTIRSE TRANQUILO

El espíritu no sólo debe ser libre, sino también debe sentirse tranquilo. Al orar, debemos aprender a no llevar cargas demasiado pesadas. Una persona que tiene muchas cargas nunca podrá orar. Ciertamente el espíritu no debe ser perezoso, pero tampoco debe estar sobrecargado. La libertad significa no tener ninguna atadura, mientras que la tranquilidad implica no tener ninguna carga pesada. La libertad significa salir de todos los enredos, de todo lo que sea ajeno a Dios; mientras que la tranquilidad implica no llevar cargas demasiado pesadas en el espíritu. Por ejemplo, puede ser que vayamos hoy ante Dios para orar por dos asuntos, y que podamos orar muy bien. Sin embargo, si tenemos cinco cargas mientras estamos orando, no podremos orar bien, porque esos asuntos, por ser muchos y demasiado pesados, agotan totalmente nuestro espíritu. Es como cuando una persona ordinaria puede caminar bien al llevar una carga de cincuenta libras, pero no puede caminar si lleva una carga de quinientas libras.

Por tanto, en cuanto a la oración, necesitamos guardarnos de cualquier pereza en nuestro espíritu. Sin embargo, también debemos evitar que nuestro espíritu sea excesivamente diligente y que lleve una carga demasiado pesada, lo cual nos causaría intranquilidad. Necesitamos mantener un espíritu equilibrado, el cual no es perezoso ni excesivamente diligente. Tomemos solamente la carga que podamos llevar, de modo que nuestro espíritu sea ligero. Ésta debe ser nuestra actitud al orar.

Por supuesto, hay momentos en los cuales las cargas nos exigen ayunar y orar, pero éste es otro asunto. En circunstancias normales, necesitamos permitir que nuestro espíritu se sienta tranquilo y que no esté tan presionado. Un espíritu que no esté libre, no podrá orar, ni tampoco un espíritu que no sea ligero puede orar bien. Una persona que ora bien, siempre ejercita su espíritu, manteniéndolo libre y ligero.


Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.

Back to Top