Mensajes dados a los santos que trabajanpor Witness Lee
ISBN: 978-0-7363-7200-8
Copia impresa: Living Stream Ministry disponible en línea
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En el capítulo anterior vimos que el divino poder de Dios nos ha concedido todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad y también nos ha concedido preciosas y grandísimas promesas. Por lo tanto, no debemos preocuparnos por las necesidades de nuestra vida diaria. En vez de ello, debemos calmar nuestros deseos y preocupaciones, para que podamos escapar la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia y ser participantes de la naturaleza divina, a fin de disfrutar a Dios mismo. La corriente de este siglo, las presiones de la vida, la esclavitud del afecto humano, más nuestras propias concupiscencias nos seducen, nos constriñen, tanto interior como exteriormente, para enredarnos en la corrupción por medio de las concupiscencias. Pero nosotros tenemos la vida del Señor y Sus promesas. Cuando vivimos por ellas, podemos vivir en paz y contentamente con la condición práctica de nuestro vivir. También debemos disponer nuestro dinero y nuestro tiempo de una manera apropiada y equilibrada de tal modo que satisfagan las necesidades del hombre y de los intereses de Dios por medios adecuados. Entonces llevaremos una vida en la que realmente disfrutamos la vida humana.
Sólo la vida de Cristo y Sus preciosas promesas pueden ayudarnos a llevar esta clase de vida que es normal y a la vez milagrosa. Por medio de esto podemos ahorrarnos mucho dinero, así como también tiempo, para orar, tener comunión con el Señor, disfrutar al Señor en Su Palabra, predicar el evangelio visitando a las personas y cuidar de los santos. Siempre inclino mi cabeza y adoro al Señor por lo que me ha asignado. Debido a Su arreglo soberano, Él hizo que yo naciera en una aldea pobre y creciera en un hogar pobre. Desde mi juventud aprendí a trabajar arduamente y a perseverar, esforzándome siempre para avanzar. Así que, fui también resguardado. Más tarde por medio de mis estudios llegué a tener contacto con misioneros con quienes aprendí inglés y tuve más oportunidad de conocer al Señor. Después de mi graduación, el Señor me permitió llevar una vida que no era ni demasiado pobre ni demasiado rica, sino la precisa para servirle a Él. Debido a que sabía inglés, pude llegar a conocer la Biblia de modo más conveniente, incluso redacté notas al pie de página en la Biblia y presenté las verdades. Sin embargo, no sabía tanto inglés como para convertirme en un profesor de inglés o en un erudito de la lengua. Si hubiese ido en búsqueda de esto, no habría podido concentrarme en ser un obrero del Señor. Así que, por causa del Señor he padecido pobreza y también he tenido abundancia. Aun así, el Señor me ha hecho estar en paz. En cuanto a logros terrenales, no poseo nada hoy, ni tampoco soy nada. Sólo soy una persona común y corriente que ha sido resguardada por el Señor y que disfruta de la verdadera vida humana.
El Señor nos creó y redimió, no con el propósito de hacernos personas extraordinarias. Lo que el Señor desea es que llevemos una vida humana apropiada y normal, en la cual lo experimentamos, disfrutamos y expresamos a Él. La filosofía más elevada de la vida humana se halla en la Biblia. Esta clase de vida humana es normal pero a la vez milagrosa porque no es una vida que podemos vivir por nosotros mismos, sino que, a fin de llevar esta vida, es necesario que Dios mismo entre en nosotros y sea nuestra vida. Cuando el Señor Jesús era un hombre en la tierra, Él llevó esta clase de vida. Antes de salir a ministrar a la edad de treinta años, Él creció en una ciudad menospreciada, en el hogar de un carpintero. La Biblia no dice nada de lo que hizo o dijo; simplemente nos dice que Él vivió allí. Es un verdadero milagro que el Dios que creara todas las cosas, incluyendo a la humanidad, llegara a ser en la carne un hombre humilde y ordinario sin nada extraordinario.
Puedo testificarles lo siguiente: el Señor Jesús vive en mí como mi vida. Me siento muy satisfecho hoy en mi vivir, pues siento que disfruto la vida humana a lo sumo. Me acuesto, me levanto, como y bebo con regularidad. Por consiguiente, no tengo ninguna congoja ni enfermedad. Por la gracia del Señor, tengo más de ochenta años, y todavía tengo buena salud. No sólo puedo ocuparme de muchos asuntos, sino que además puedo memorizar las palabras de la Biblia. Les digo esto a ustedes, hermanos que trabajan, para que sepan que estar en la vida de iglesia en esta tierra es una gran bendición. La vida de iglesia es la vida más normal y milagrosa. Por consiguiente, ninguno de los que hemos sido salvos podemos decir que no tenemos tiempo para la vida de iglesia. Si alguien dice que no tiene tiempo para la vida de iglesia, eso se debe a que no disfruta al Señor lo suficiente. Mientras tengamos el suficiente suministro de parte del Señor, nuestra vida de iglesia ciertamente será apropiada y placentera, y el tiempo no será un problema.
Aunque los que hemos sido salvos vivimos en el mundo, no debemos pertenecer a él. Fuimos salvos y librados de la falsedad y el engaño mundanos. En esta corriente del mundo, no sólo nos abstenemos de unirnos a otros en su maldad, sino que además podemos resistir todo ello y ser columnas en medio de la corriente. Espero que estas palabras puedan ayudarlos a fortalecerse en la gracia del Señor. Él ya nos concedió todo el suministro necesario. Debemos vivir en Su vivir y estar firmes en Sus promesas, permitiendo que Su vida y Sus promesas calmen todos nuestros deseos y quiten todas nuestras exigencias. Entonces podremos vivir nuestros días en calma y estabilidad, llevando una vida de iglesia normal, para que nosotros personalmente seamos bendecidos, así como también sean bendecidos nuestra familia, nuestros familiares, nuestros amigos e incluso la sociedad. Eso es lo que el Señor habló en Mateo 5 cuando dijo que nosotros somos la sal de la tierra y la luz del mundo (vs. 13-14). Nosotros somos la sal porque podemos eliminar la corrupción de la tierra, y somos la luz porque podemos alumbrar a las personas que están en tinieblas. No obstante, cuando no vivimos la vida de iglesia, nos hacemos insípidos y no resplandecemos. Por consiguiente, a fin de mantener nuestro estatus y función como sal y luz, debemos practicar la vida de iglesia de una manera apropiada.
Nota: Esperamos que muchos se beneficien de estas riquezas espirituales. Sin embargo, para evitar cualquier tipo de confusión, les pedimos que ninguno de estos materiales sean descargados o copiados y publicados en otro lugar, sea por medio electrónico o por cualquier otro medio. Living Stream Ministry mantiene todos los derechos de autor en estos materiales, y esperamos que ustedes los que nos visiten respeten esto.